The Game Awards: dos titanes, alguna ausencia y un gato

The Game Awards anunció el lunes los nominados a Juego del Año para una gala que muchos critican pero que ha conseguido ser el centro de atención, tener la voz cantante en esto del GOTY y hacer partícipe a los grandes de la industria. No cabe ninguna duda que sin sus manidas World Premiere el show tendría menos impacto, pero la realidad es que la gala rompe récords de visualizaciones año tras años y ha conseguido centrar el debate anual sobre lo mejor del año. Para 2022, el menú se basa en dos titanes, un imprescindible, alguna ausencia y un gato. Una selección que vuelve a retratar el difícil equilibrio entre mainstream, negocio y videojuegos.

God of War Ragnarök y Elden Ring parten como los dos grandes favoritos a los principales premios (Game of the Year y Game Direction), acompañados por un imprescindible en la lucha como Xenoblade Chronicles 3 y otro nombre que por valores de producción, notas y recepción estaba casi cantado: Horizon Forbidden West. A la hora de completar la selección es donde se ven un poco las costuras del show bussiness que se mueve alrededor de los TGA.

Que los Game Awards intentan dar cabida al mundo indie es una realidad, que acostumbra a ser un tipo de indie, también. A Plague Tale: Requiem y Stray completan la lista de los mejores juegos del año, dejando algunas ausencias curiosas lejos de la terna. Rogue Legacy 2, Neon White, Immortality o Norco tienen mejores notas (y me fijo en las notas porque son los medios quienes decidimos en gran parte los nominados), pero seguramente no tienen tanto empaque ni son tan populares. No quedan tan bien, aunque a nivel de mecánicas, no hay dudas que ofrecen algo muchísimo más diferencial.

Geoff dirá que los votos son los que son y que, si fuera por popularidad, tendríamos nombres como Gran Turismo 7, Bayonetta 3 o The Last of Us Part 1. Un debate que acabaría rápido si se permitiese publicar qué han nominado cada uno de los miembros del jurado (yo no tendría problema en hacerlo).

Más allá de esto, lo cierto es que cada uno tiene sus favoritos y esto es como cuando Luis Enrique da la lista de la selección para Qatar. A mí me duele que Sifu no esté entre los mejores, aunque soy consciente de la nota media de Metacritic (y de que hubo analistas que escribieron a la desarrolladora quejándose de la dificultad por no poder pasar del segundo nivel, de eso también soy consciente), y otros echarán en falta a Tunic, a Halo Infinite (entraba en este año) o al genial Return To Monkey Island.

Por mucho que pongamos nombres encima de la mesa, la realidad es que esto va a ser un duelo entre Elden Ring y God of War Ragnarök (no sabría decir qué facción está siendo más intensita en redes). Como curiosidad, quien gane coronará a uno de los dos estudios, From Software o Santa Monica, como los primeros en tener dos galardones a Juego del Año. Lo consiguieron en 2019 con Sekiro y en 2018 con God of War respectivamente.

Las ausencias no son solo en videojuegos

Que los TGA siguen mirando hacia otras artes y no solo a la propia que supone el videojuego lo hemos dicho muchas veces. Un show que tiene premios a la mejor interpretación, mejor narrativa y mejores creadores de contenido, pero se olvida de géneros como las plataformas, mezcla simulación y estrategia y aúna deportes con carreras es una gala que, en el fondo, muestra claramente lo que es pero sobre todo lo que quiere ser. Mientras esperamos cambios en este sentido (Mario Odyssey estuvo nominado a juego familiar y circulen), la gran novedad es la mejor adaptación. Videojuegos que se han adaptado con éxito a series o cine. Lo que quiere ser, decía.

Pero al final, ahí estaremos. Porque nos gusta ver quién gana, si alguno de nuestros juegos favoritos se lleva un reconocimiento y ver esos World Premiere que, no nos engañemos, cada vez consiguen mostrar (no todos) cosas más potentes últimamente. Y en el fondo, esta columna en parte se ha hecho para recordar de forma sutil lo bueno que es Sifu.