Los 5 cambios por los que Dead Space Remake merece la pena

De ‘en el espacio nadie puede oír tus gritos’ a ‘la humanidad termina aquí’. Del eslogan de Dead Space en 2008 al que hoy porta su remake para 2023. Estos días hemos tenido la oportunidad de probar los tres primeros niveles de uno de los grandes juegos de terror del año que viene y hemos quedado encantados con todas las novedades con las que Isaac Clarke trae consigo en su regreso a la USG Ishimura. Porque al margen del lavado de cara y los renovados esfuerzos en materia sonora, los necromorfos vuelven plagados de cambios, mejoras y ajustes jugables. A continuación vamos a repasar los más importantes. Los 5 motivos por los que el remake de Dead Space merece la pena.

Recorre la Ishimura a tu antojo: backtracking, tranvías y nuevas secciones

En el Dead Space original, cada nivel del juevo terminaba subiendo al tranvía de la Ishimura. Si te habías olvidado algo, te jodías, hablando pronto y mal. Había misiones que repetían ubicación, pero si no era por exigencias del guion, nunca podías volver sobre tus pasos ni explorar a tu antojo. El remake cambia por completo este aspecto.

Sin ningún tipo de tiempo de carga, la nueva versión de Dead Space nos otorga libre albedrío. Debemos desbloquear las distintas secciones avanzando en la historia, obviamente, pero una vez hecho, cada cual que vaya a donde le apetezca y cuando se le antoje. La nave USG Ishimura está completamente a nuestra disposición.

¿Y para qué querríamos volver?, se preguntará alguien. Pues muy sencillo, además de para encontrar todos los coleccionables y conseguir el máximo número posible de nodos para mejorar las armas y el traje, ahora existen nuevas secciones de la nave que están bloqueadas y requieren encontrar su respectiva tarjeta de acceso. Dentro aguardan desafíos y recompensas inéditas.

Dicho de otro modo, Dead Space Remake ofrece backtracking, con sus virtudes y peligros. Al fin y al cabo, al regresar a viejos sectores correremos el riesgo de cruzarnos de nuevo con los necromorfos de esa sección debido al respawn y un nuevo sistema de encuentros aleatorio. Jugárosla... si os atrevéis.

Cambios narrativos: la voz de Isaac y el plano secuencia

Adiós al rollo noventero. Isaac Clarke, el protagonista de Dead Space, dejará de ser mudo en el remake y ahora hablará y tendrá voz propia. Se acabó eso de que descuarticen a alguien ante sus ojos y no diga ni pío. Participará en todas las conversaciones y reaccionará con naturalidad a los diferentes estímulos (o con toda la naturalidad que se puede esperar de una situación semejante). Y lejos de ser raro, potencia la inmersión y le sienta francamente bien.

No es el único cambio narrativo que encontraremos. Ahora todo el juego transcurre en un único plano secuencia, tal y como puso de moda God of War con su entrega de 2018. Sin cortes, cambios de plano ni pantallas de carga. Seguiremos a Isaac sin interrupciones y viviremos momentos que ya conocíamos desde un nuevo punto de vista. Existen cinemáticas rediseñadas con ello en mente y sentiremos el aliento de los necromorfos en el cogote del ingeniero.

Pero hay más. Los personajes con los que llegamos a la Ishimura son más y tienen un mayor peso, el viaje a la locura de Clarke está mejor plasmado con momentos oníricos que recuerdan a los de Dead Space 3, etcétera. Raro será que no se solvente también el agujero de guion sobre la esfinge que comentaba nuestro compañero Rubén Martínez en su artículo ‘5 cosas que debe arreglar Dead Space Remake para superar al original’.

Obligados a usar todo el arsenal: nuevos disparos y mejoras

Todos los que jugaran al Dead Space original en su día recordarán que, por mucho arsenal que hubiera, todas las herramientas a disposición de Isaac eran eclipsadas por la Cortadora de Plasma. Nuestra primera compañera, la más fiel y letal. Hasta exisitía un logro/trofeo dentro el juego que nos invitaba a pasarnos la aventura sin utilizar otro arma. Un desafío que, lejos de complicar las cosas, las hacía más fáciles. Sobre todo teniendo en cuenta que sólo recibíamos munición de las armas equipadas. Bastaba no comprar otra y parecía que habíamos metido un truco de cargadores infinitos. Eso se acabó.

Ahora las armas no estarán escondidas ni aparecerán mágicamente en la tienda a precios prohibitivos. Iremos recogiendo todas según progresemos en la historia y se nos incita a hacer uso de un mayor repertorio. ¿Cómo? Con nuevos y utilísimos disparos secundarios. El rifle de impulsos cuenta con un lanza granadas en su modo alternativo (proyecta minas de proximidad, en realidad) y el lanzallamas crea muros de fuego impenetrables en los pasillos de la Ishimura. Se refuerza su poder y eficacia para que nuestra mayor tentación no sea venderlas a las primeras de cambio en cualquier tienda.

Lejos de quedarse ahí, el remake también incorpora nuevos trajes para Isaac y mejoras especiales para las armas. Una de las renovadas habilidades de la Cortadora de Plasma, por ejemplo, provoca que se vaya calentando y que de vez en cuando dispare balas de fuego y munición flamígera. Matices que enriquecen la experiencia y ofrecen propuestas frescas a quienes ya se sepan de pe a pa Dead Space. Se agradecen.

Reinventando los puzles y la gravedad zero

Los cambios siguen y siguen. El remake no ha sido tan tonto como para recuperar la artrítica gravedad zero del original, en el que apuntábamos a una superficie, pulsábamos un botón y nos lanzábamos de un salto hasta ella. Toma buena nota de las entregas posteriores y recoge el vuelo y la libertad de movimiento de Dead Space 2 y Dead Space 3. Esto enriquece tanto la aventura que podremos activar la gravedad zero en salas donde antes no se podía y hasta hay nuevas estancias diseñadas con ella en mente. Estas partes del primer Dead Space dejan de ser un engorro y pasan a ser tan espectaculares como la siguiente:

Pero el estudio también potencia los puzles con baterías de original con lo aprendido en sus secuelas. Aprovechando el nuevo y sobrecoger sistema de iluminación, en esta ocasión nos encontraremos accediendo a diversos cuadros eléctricos para apagar las luces a cambio de activar ascensores y abrir puertas. Situaciones inéditos que sorprenden y permiten alcanzar picos de terror similares a los de 2008, por más que estemos hablando de una historia que conocemos y en las que sabemos a qué atenernos.

Gráficos y sonido verdaderamente next gen

Y terminamos con lo obvio, con lo que cualquiera se imagina al escuchar la palabra remake. El apartado audiovisual, los gráficos y el sonido. El regreso de Dead Space ofrecerá un acabado de infarto con un sistema de desmembramientos reforzado (ahora los necromorfos cuentan con huesos y tendones que saltarán por los aires con cada impacto), una notable mejora de la inteligencia enemiga (más dada a mantener las distancias y escupir ácido desde lejos mientras otros nos distraen, por ejemplo) y un nuevo sistema de partículas y humo. Pero sin duda, lo que más nos ha impresionado y llamado la atención es su iluminación, de las mejores que haya dado la industria.

En lo sonoro, el remake estrena un sistema llamado ALIVE (acrónimo de Adrenaline, Limbic system response, Intelligent dialogue, Vitals y Exertions) casi tan impactante como la mentada iluminación. Audio 3D plagado de efectos y detalles. Escucharemos continuamente susurros con nuestro nombre provenientes de los conductos de ventilación, notaremos cómo se acelera el corazón de Clarke cuando entra en determinadas estancias, y por supuesto, los neceomorfos nunca resultaron tan aterradores y repulsivos a nuestros oídos. El trabajo es ejemplar y supone el empujón que necesitaban todos aquellos que estaban considerando renovar cascos. La guinda de un pastel que, de momento, no puede pintar mejor.