Opinión
Steam Deck: Tres meses, dos reparaciones y juegos imposibles
La portátil de Valve nos está dejando momentos memorables, aunque sigue siendo un producto muy especifico que esperemos abra mercado.
Algo más de tres meses con Steam Deck en los que ha pasado absolutamente de todo. He jugado a títulos que parecía imposible de ver en formato portátil, he conseguido un sueño viejo y persistente de poder tener potencia sobremesa en formato portátil, emulación top de bolsillo (más bien de mochila) y de uso ágil sin demasiados dolores de cabeza. Pero con la que, por desgracia, también he vivido dos cambios de consola por fallos no menores para un producto que se acerca a los 700 euros.
Sé que coger un caso propio y generalizarlo no es representativo, pero sabes que algo no es rara avis cuando ves que en Reddit le ha pasado a alguien. La primera vez, tras tres semanas de uso, los botones L1 y R1 dejaron de funcionar. A nivel mecánico iban perfectos pero ni la consola ni los juegos detectaban sus acciones. Valve gestionó rápido el proceso y en 10 días tenía la consola -nueva, porque no hacen reparaciones todavía- en casa. Pero esa llegó con otro problema, más común en redes. El gatillo L2 se encallaba porque rascaba en su trayectoria con el plástico de la consola. Algo común, se ve. De vuelta a Holanda y a esperar otros diez días.
Tras eso, la consola ya en mis manos ha funcionado perfectamente desde entonces. Dicen que todas las Steam Deck de la primera hornada tienen un fallo de diseño que hace que el botón B se pueda hundir a la larga, pero que limando un poco por el costado (679 euros, recuerdo) se arregla. A mí de momento me va bien pero ya he mirado tutoriales por si a caso. Un lanzamiento accidentado, sí, pero en el que no he desistido de querer que me la volvieran a enviar y pedir un reembolso no entraba en mis planes. ¿Por qué? Porque si funciona bien, es una bestialidad.
He jugado más a Steam Deck estos tres meses que en Steam durante el último año, y eso tiene que ver con mi condición de jugador de consola por delante del PC, sí, pero también con el hecho que hay títulos que parecían imposibles en portátil y ahora se lucen especialmente. Jugué varias horas a Elden Ring, del que ya tenía el platino, y a Dark Souls 3 para ver qué tal. Luego salté a propuestas como Bioshock Infinite y he acabado rejugando la primera mitad de Final Fantasy VII Remake (la mejor parte, dicho sea de paso) porque es impresionante cómo se ve y como rinde en este formato.
Esto me ha activado a comprar juegos pensando en Deck: Devil May Cry V, Resident Evil 2, Tales of Arise, Metal Gear Rising y Dead Space. Me apetece rejugarlos en estas condiciones, porque están muy bien optimizados y parecen tener una nueva vida en este formato.
La consolas grande, pero bastante cómoda y bien equilibrada en peso. Los sticks son finos y con precisión y el acceso a los botones está bien resuelto. Personalmente habría bajado el stick derecho en el lugar del trackpad y seguramente la cruceta es lo que menos me convence. Jugando a juegos de lucha, porque tanto DNF Duel como Multiversus, los dos nombres de moda en el género, funcionan perfectamente y se ven de maravilla. Aunque no es recomendable jugar con Wifi a este género, al menos en DNF con el rollback la experiencia es positiva, salvo porque la cruceta en combos exigentes y algunas diagonales a veces nos ha dado alguna mala pasada. Pero para pasar el rato o practicar, es un lujo.
Steam Deck sigue siendo un capricho caro, pero que da pasos al frente muy potentes respecto a otras competidoras basadas en Windows como GPD Win y similares. Su sistema operativo, mejorable pero cada vez a más, permite tener la sensación de estar en una interfaz de consola para bajar juegos, ordenarlos y seleccionarlos sin pasar por un escritorio. Claro que al otro lado nos falta mayor facilidad para acceder a todo aquello que no es Steam (otros clientes, Game Pass, Windows). Es posible hacerlo, pero no tan inmediato.
Otro detalle no menor es el de la batería. Con los juegos más exigentes, las dos horas y poco son su tope, y eso para una sesión puede ser suficiente pero para su uso recurrente te obliga a acordarte de cargarla constantemente si no queremos tumbarnos en la cama, ponernos a jugar y ver que no le queda batería. Es un precio a pagar por semejante milagro, seguramente.
En definitiva, cuatro meses, dos reparaciones y varios juegos después, Steam Deck me parece un punto de inflexión. Una pieza potentísima, con interior de PC pero alma de portátil capaz de convertir nuestros sueños de juegos high-end para llevar de viaje, emulación y sencillez de gestión todo en uno. No tengo dudas que vendrán consolas mejor optimizadas, una Deck 2 que potenciará todos sus debilidades y precios más competitivos, pero es la consola-pc que mejor ha sabido equilibrar potencia y usabilidad (y he pagado varios Kicksarters mucho más caros que esta) para los que buscábamos, desde hacía años, esto: una portátil poderosa como consola sobremesa.