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Gleylancer

Gleylancer

PS4, PS5, Switch, Xbox One, Series

Gleylancer, análisis. Una joya perdida de Mega Drive

Ahora podemos disfrutar de este clásico de Masaya sin tener que abonar los 600€ que suele costar comprar un cartucho completo en Ebay.

Actualizado a

Advanced Busterhawk Greylanser es uno de esos juegos que encierra un cierto aire de misterio y fascinación entre los que vivimos la era de los 16 bits y experimentamos de primera mano el fenómeno de no tener ciertos juegos, algunos muy atractivos, al alcance de la mano. Tenías tu consola y una selección de títulos que podías comprar en las tiendas (según lo que tu paga te permitiera) pero no podías acceder a todo el catálogo de tu sistema porque, simplemente, no estaba disponible en tu región. Sí, había caminos para acceder a ellos pero eran tortuosos y caros, al alcance de pocos, e implicaban numerosas barreras más allá de la económica (incompatibilidad regional, incompatibilidad con numerosas televisiones europeas por la diferencia PAL/NTSC, diferentes tipos de voltaje y, por supuesto, la barrera del japonés).

De ese escenario nacieron numerosas leyendas, títulos que sólo se asomaban a nuestros ojos a través de revistas especializadas en videojuegos. Ni vídeo teníamos entonces para ver cómo era el juego en movimiento, sólo pantallas estáticas y los exaltados comentarios del afortunado profesional con acceso directo al tesoro traído de Japón. Una parte de esos juegos empezaron a combinar una serie de elementos concretos como rareza, atractivo y una cierta imagen de “joya oculta” que los convirtieron en coleccionables, comenzando una escalada en precios hasta llegar a venderse a precio de oro.

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En esa categoría estaba indudablemente Greylanser. Lanzado en un verano de 1992 para Mega Drive en Japón, el juego se estrelló ante la indiferencia de una plataforma que nunca llegó a brillar en su país natal como lo hizo fuera de él. Una crítica poco amable de Famitsu (22 de 40), la competencia con un Thunder Force IV que salía apenas unos días más tarde y una gélida respuesta de los comercios hizo que se tiraran pocas unidades y que se cancelara cualquier plan de llevarlo a occidente. Y eso que el estudio, Masaya, era muy competente y tenía ya varios éxitos internacionales bajo sus brazos (la bellísima conversión de Prince of Persia en SNES, destacables shmup como Hellfire o Gynoug/ Wings of Wor, o el excelente Langrisser que llegaría a occidente como Warsong). El caso es que Gleylancer, con su espectacular portada, quedaba aparentemente arrinconado en la esquina de la historia de la 16 bits. O eso parecía.

Por un lado, desde fuera, algunos medios especializados en la consola de Sega se fijaron en el juego y le dieron cobertura, poniéndolos a los ojos de un público entusiasta siempre deseoso de conocer las últimas novedades. Buenos gráficos, presentación anime y un redactor destacando sus virtudes jugables o su llamativa banda sonora. ¿Iba a competir con Thunder Force IV? ¿cuántos grandes shoot’em up iba a atesorar la consola? ¿cuándo llegaba aquí? El fan se hacía todas esas preguntas confiando en poder echarle pronto el guante para su consola, sin saber que nunca tendría oportunidad de hacerlo. Pero el recuerdo quedaba ahí, el mito crecía y donde hay mitos, hay dinero. Incluso dentro de las fronteras niponas iba desarrollando un cierto status de juego de culto y ese interés de dentro y de fuera hizo que pasara a convertirse en uno de los juegos más caros de comprar en segunda mano (conseguir una copia original hoy en día con su caja suele estar entre los 500 y 600 dólares).

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Un juego con aire de mito

¿Merece ese dineral? Los criterios de los coleccionistas son muy variados pero no siempre coinciden con la calidad. Afortunadamente, hace unos años aparecía para la consola virtual de Wii, haciéndolo considerablemente más asequible para todo aquel que quisiera probarlo (legalmente) y ahora lo hace en una nueva versión con algunas mejoras e incorporaciones para todos los formatos digitales en consola Xbox One, Series, Switch, PS4 y PS5, publicado y adaptado por la casa leonesa Ratalaika con la japonesa-española Shinyuden en la obtención de derechos, de una forma que podremos comprobar si el mito tiene pies de barro sin gastarnos un dineral en el proceso.

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Lo cierto es que Greylanser, una vez que se le quita el halo místico a su alrededor, no decepciona y demuestra ser un notable shmup digno de los mejores de un sistema tan nutrido de ellos como es Mega Drive. Un aspecto por el que destaca inmediatamente es por su espectacular presentación y vocación cinematográfica, sin necesidad de tirar de CD. La larga introducción al más puro estilo anime y algunas secuencias intermedias demuestra un interés por la narrativa que va más allá del que mostraban otros exponentes contemporáneos del géneros durante las 11 fases en las que se divide el título. La historia, perfectamente traducida al inglés, nos pone en la piel de Lucia, una piloto de la federación terrestre en busca de su padre secuestrado por una fuerza alienígena a bordo de una nave experimental.

Al margen de esa curiosidad, como shmup horizontal tiene algunas peculiaridades dignas de mención. Una de ellas es su peculiar sistema de satélites, por el que podemos acumular hasta dos módulos de disparo con hasta siete modos de funcionamiento diferente. Podemos elegir entre un simple disparo frontal, a que disparen al revés de donde nos movemos, que disparen buscando objetivos, que nos sigan como sombras, o que roten sobre la nave (aunque no nos protegerán de los disparos como el Force de R-Type, es más bien una predilección por la forma en la que disparamos). Además de todas estas permutaciones hay que sumar una buena variedad de disparos: metralleta, láser, lanzallamas, explosivos o bolas que rebotan son algunas de las municiones que podremos obtener, dándonos una elevada flexibilidad para adoptar el estilo de juego que más nos apetezca.

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La factura técnica del juego es destacable. Ya hemos mencionado sus bien planteada presentación, por encima de la de muchos de su época en el fondo y en la forma (lo que no deja de ser algo menor pero curioso y atractivo en un shmup). Cuando llega la acción, comienza fuerte con una primera fase de poderío técnico, con un cinturón de asteroides cargado de objetos en movimiento de fondo que incluso hacen que a veces cueste distinguir un poco los disparos de los enemigos; estos primeros minutos son coronados por un espectacular escenario de un planeta de fondo que llega a ocupar toda la pantalla dándole un aire imponente. El conjunto general está a la altura de los mejores, un peldaño por debajo de la locura parallax de Thunder Force IV y con unos diseños algo menos rompedores que los de Gynoug, pero un conjunto muy vistoso en líneas generales.

Una adaptación impecable

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Cuenta esta nueva versión con tres modos. Por defecto tenemos la versión “Modern” con algunas mejoras de calidad de vida para los que prefieran turistear por el juego antes que lanzarse al desafío original. En este modo, además de los subtítulos en inglés recién añadidos, se nos permite intercambiar en tiempo real los modos de acción de nuestros satélites, e incluso podremos tomar control directo de ellos usando el stick derecho. En el original, una vez que elegías un comportamiento tenías que seguir con él hasta la muerte, lo que hacía que algunas situaciones fueran más difíciles de manejar dependiendo de lo que hubieras elegido.Y, por supuesto, está la imprescindible presencia de la opción de rebobinar, que se ha convertido en imprescindible en muchas nuevas versiones de clásicos retro. Gleylancer no es un juego particularmente difícil -ciertamente es un paseo al lado de otro juego de Masaya como Hellfire-, pero tenía el doble factor de muerte instantánea y de llevarte a puntos anteriores de la fase al reinicio, por lo que muchas veces era más una cuestión de repetir un sector varias veces hasta conseguir acertar. Nada de esto será necesario si usamos nuestra gema del tiempo y anulamos cualquier error que hayamos cometido.

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La otra opción es la Vintage, que es el juego japonés tal y como llegó en su día (sin traducir, además ya que nunca hubo una oficial). Deberemos mantener la configuración de los satélites elegida, no tendremos rebobinado y el cambio de velocidad de la nave se hace con un solo botón en bucle (en la versión moderna podemos usar los gatillos para acelerar y desacelerar en cualquier momento entre cualquiera de las cuatro posiciones, aquí hay que acelerar al máximo antes de poder desacelerar). Por último, está el modo “tramposo” que desbloquea toda clase de trucos.

Este conjunto viene además acompañado de una impecable puesta en escena en cuanto a emulación: reasignación de botones, diferentes opciones de visualización y la opción de sin filtro o con filtro CRT, que además permite una correcta personalización con diferentes tipos de mallas, grosor de scanlines, opciones de curvatura y otros ajustes que deberían ser un ejemplo para cualquier estudio que ofrezca títulos clásicos, lo mínimo imprescindible para respetar la esencia de juegos que se desarrollaron pensando en pantallas de tubo, con sus debilidades y fortalezas. Una buena forma de sacarle todo el partido visual a un título que ha envejecido con mucha clase y no se muestra desfasado en ningún aspecto. Una banda sonora de calidad y repleta de buen hacer consigue remachar una estructura que se mantiene a un nivel importante durante todo su recorrido.

Conclusión

5,99€ (en Switch) es un precio más que justo por la oportunidad de jugar legalmente a un clásico que en Ebay no baja de los 400$ (una reedición limitada moderna que se hizo, con una portada diferente, sobrepasa habitualmente los 100$). No es el precio representativo de la calidad ni mucho menos, pero si en su día hubiéramos tenido esta opción en nuestra MegaDrive, por esas 6000 pesetas habituales que podíamos pagar por un cartucho de la 16 bits, el juego sería, sin duda, una parte imborrable de nuestros recuerdos con la máquina. La misma valoración que podemos dar a la versión de original se la podemos dar a esta adaptación, que se ha hecho cuidando todos los elementos esenciales para poder disfrutarlo en sus términos, con una capa de opciones adecuada al grado de reto que cada uno se quiera poner. No fue el mejor, pero sí uno de los destacados en una plataforma con una dura competencia, lo que le confiere un valor atemporal dentro de un género tan puro como este. Definitivamente recomendable para los amantes del shmup de ayer y de hoy.

Lo mejor

  • Un juego que no pasa de moda
  • Gran presentación
  • Buena variedad de armas y escenarios
  • Gran trabajo de emulación, con todo lo que pueda necesitar el jugador moderno

Lo peor

  • No haberlo podido jugar en su día
8

Muy Bueno

Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.