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Carreras entre sofás

Mario Kart Live Home Circuit, análisis. Del mundo virtual al real (y viceversa)

Durante la última semana hemos estado con la última ocurrencia de Nintendo: mezclar el mundo virtual de Mario Kart con circuitos en nuestra casa. El resultado: un goloso juguete para los más pequeños, aunque algo limitado para los más mayores.

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Mario Kart Live Home Circuit, análisis. Del mundo virtual al real (y viceversa)

Una de las grandes sorpresas que nos dejó el 35 aniversario de Mario Bros fue el anuncio de Mario Kart Live Home Circuit, una apuesta fuerte por la realidad aumentada en la que podíamos controlar un kart real, de manera remota desde Nintendo Switch mientras en pantalla competíamos con los esbirros de Bowser con circuitos personalizados, objetos marca de la casa y otros elementos. Una idea tremendamente atractiva sobre el papel, y que a la hora de ejecutarse funciona bastante bien, aunque tiene sus limitaciones.

Lo primero que sorprende del nuevo artilugio de Nintendo es la facilidad con la que se conecta todo. La caja trae consigo un Mario Kart físico de tamaño pequeño -no os esperéis el tamaño de los karts por control remoto que van a toda velocidad y que se venden en las jugueterías-, un cable USB-C y algunos elementos para crear las pistas. Básicamente cuatro puertas, que son las que van a marcar los puntos de control de los circuitos que realicemos, y un par de carteles de dirección. Teniendo en cuenta la vistosidad de estos carteles, que salen repletos de luces en la pantalla de Switch, seguramente no habría estado mal contar con alguno más.

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Una vez lo hemos sacado todo de la caja, es el momento de conectarlo. Para ello necesitamos descargar la app del juego -gratuita- en Nintendo Switch, para posteriormente enlazar nuestro Kart (puede ser Mario o Luigi) de forma sencilla: apuntando con la cámara del Kart al código QR que sale en la pantalla del juego. Cuando lo tengamos todo listo, nos podremos lanzar a jugar con el título. Lo primero de todo será crear un circuito personalizado. Esto se consigue colocando las puertas en las zonas que consideremos dentro de nuestra casa (siempre en interiores) de manera física y, una vez hecho, pasar a la consola, donde Lakitu nos indicará que nos coloquemos delante de la primera puerta, nos pintará las ruedas y podremos trazar el camino que consideremos, que puede tener las curvas y rectas que queramos, pero siempre tiene que pasar por el interior de las cuatro puertas.

Es aquí donde encontramos una de las primeras limitaciones del propio juego: la cobertura. El kart va conectado por WiFi con Nintendo Switch, y es sensible a interferencias si tenemos otros dispositivos conectados. Además, el radio de acción es de unos cinco metros, y si hay algún obstáculo (como una pared) de por medio, la conexión se resiente. Por lo tanto, lo recomendado es crear los circuitos en un mismo espacio y jugar con la consola cerca de la pista, algo que nos va a limitar si queréis jugar desde el televisor (que es posible).

En todo caso, una vez diseñado nuestro primer circuito, podemos empezar a competir contra los esbirros de Bowser. La prueba se realiza como en un Mario Kart de toda la vida: habrá objetos de todo tipo, turbos y algunos obstáculos normalmente vinculados a las puertas (por ejemplo, un imán que nos arrastra, una flor piraña o una esfera electrizante). Cuando queramos podremos cambiar el trazado del circuito, crear otro de nuevo y experimentarlo en las distintas cilindradas: 50 y 100 desbloqueadas de inicio, 150 y 200 cuando consigamos nuevos trofeos y un modo espejo sorprendente.

Para sumar trofeos tenemos que participar en distintas copas: ocho en total con tres circuitos cada una, y que deben ser superadas en todas las cilindradas para completar al 100% el juego. Antes de empezar cada copa se nos sugieren algunos trazos que dibujar, o simplemente hacer uno totalmente nuestro. Cuando terminamos la primera de las pistas, la siguiente podemos diseñarla de cero o mantener el mismo diseño para los tres circuitos de cada cop. ¿Qué cambia entonces? La experiencia desde Nintendo Switch, básicamente.

Cada pista tiene sus particularidades en forma de realidad aumentada. Desde competir dentro del agua a hacerlo en medio de la nieve, o con un fuerte viento en el desierto. La experiencia visual en la consola cambia y también los obstáculos. Si jugamos una pista con fuerte ventisca, nuestro kart físico notará que es empujado hacia un lado y nosotros tendremos que corregirlo mientras conducimos. Si aparecen bloques de hielo en medio de la pista, deberemos esquivarlos porque si no, el kart se frenará en seco. La relación entre lo que sucede en pantalla y lo que pasa en el mundo real es bidireccional: los elementos virtuales afectan al mundo físico, pero los obstáculos físicos también nos afectarán en pantalla.

Una de las gracias de Mario Kart Live Home Circuit es precisamente generar nuestros propios obstáculos físicos. La patas de una mesa, de una silla, peluches, muñecos, elementos de cartón… Podemos dejar volar nuestra imaginación con todo tipo de elementos que nos van a perjudicar. Eso sí, al menos de momento el trazado del circuito muchas veces acaba modificándose y generando algunos problemas. Por ejemplo, en más de una ocasión hemos hecho un trazado que pasa rodeando unas patas de la mesa… Pero el juego te coloca el trazado con dichas patas en medio, con el problema que eso supone. Tiene errores de detección en este sentido con algunos elementos.

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Con el diseño de los circuitos, además de la distancia de cobertura y este contratiempo con algunas estructuras, tampoco podemos imaginar hacer grandes virguerías. Por ejemplo, las rampas no las detecta como es debido y, de hecho, según como sea una rampa, el coche no tendrá suficiente potencia para subirla. En general, nuestra sensación es que la base para diseñar y crear circuitos es buena, pero algo limitada y no podemos dejar volar la imaginación todo lo que nos gustaría. Por un lado, las opciones de personalización de las carreras es bastante potente y vamos a contar con una serie de elementos y efectos de Realidad Aumentada que valen mucho la pena. A esto se añade que aunque la velocidad del Kart es algo escasa en 50 y 100, es ideal para los más pequeños de la casa y aumenta significativamente en 200. Pero por el otro, el diseño físico pide a gritos más libertad creativa, algo que por la propia tecnología no siempre se da.

Un juguete ideal para los más pequeños

La experiencia con los circuitos de las copas predefinidas -o jugando a contrarreloj- y los circuitos creados por nosotros, una vez tenemos en cuenta todas las premisas explicadas, es satisfactoria, sobre todo para los más pequeños. El ritmo de carrera, la personalización con “sus juguetes” y el concepto de creación de circuitos encaja a la perfección. En casa, por ejemplo, las dos pequeñas (4 y 6 años) han estado mucho más enganchadas jugando a este Live Home Circuit que no a Mario Kart 8. También está el motivo de verse en los circuitos mientras una juega y viceversa.

Para los más mayores, como decíamos, la experiencia puede quedarse algo corta, aunque ya avisamos que los esbirros de Bowser, Bowsy Jr y compañía no son nada sencillos, y exigen -con altas dosis de injusticia en muchos momentos- lo suyo si queremos desbloquear todas las copas y ganarlas en las distintas cilindradas. El control es muy sencillo: botón para acelerar, botón para frenar, lanzar objetos (con algunas limitaciones, como por ejemplo no poder dejar enganchado a la parte trasera del vehículo un objeto como un plátano o una concha) e incluso usar, de manera algo más simplificada, los derrapes que, naturalmente, tienen efecto en el kart real: ves como pega un acelerón en vivo y en directo.

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Más allá de la competición, el juego tiene un aspecto recolector que le da cierto sentido a las monedas. Cuando terminamos una carrera, las monedas sirven para desbloquear nuevos vehículos, nuevos trajes para Mario y Luigi y nuevos accesorios, como las bocinas. Y hay bastantes, hay que decirlo. Y es más que atractivo ver a Mario vestido de Papá Noel, o de Mario Maker, mientras conduce un barco de combate o un tractor. A esto se añade el hecho de que ir superando las distintas competiciones nos permite desbloquear objetos, ítems y elementos para personalizar nuestras propias carreras. A la que hemos obtenido varios elementos podemos hacer circuitos repletos de opciones, algo que se agradece y alarga la vida útil del producto.

Para el multijugador, apuntar que el título permite hasta cuatro Karts a la vez, que necesitan sus respectivas cuatro Nintendo Switch. En este sentido, la inversión para jugarlo en casa no es pequeña, ya que el precio recomendado se mueve en los 99,99 euros, contando que tienes una Switch para cada uno,claro.

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Conclusión

Mario Kart Live Home Circuit presenta una idea potente, pensada para ser un éxito en las compras navideñas. El planteamiento de jugar con un Kart real, a través de Nintendo Switch con Realidad Aumentada y elementos virtuales que afectan a la jugabilidad (y al mundo real) es más que atractivo. Poder construir nuestros propios circuitos en casa, otro punto a favor. Además, trae consigo bastante contenido en forma de copas, modo contrarreloj y una gran cantidad de desbloqueables que lo hacen muy rejugable. Pero también es cierto que la experiencia queda algo lastrada por sus limitaciones: la cobertura de cinco metros se hace escasa, y a veces nos encontramos con problemas en el trazado de los circuitos, que se descuadran por la presencia de estructuras de la propia casa, como las patas de una mesa, o una visibilidad en consola mejorable según el tipo de luz que usemos. El diseño de circuitos también tiene sus limitaciones, así que tocará dejar volar la imaginación para más adelante. Al final, nos quedamos con la sensación que es un auténtico caramelo para los más pequeños de la casa, que disfrutarán de la propuesta en todas sus vertientes. Aunque, eso sí, para los mayores puede quedarse algo corto a la larga.

Mario Kart Live: Home Circuit

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Carátula de Mario Kart Live: Home Circuit