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DOOM Eternal

DOOM Eternal

  • PlataformaXBO9NSW8.5PC9PS49
  • GéneroAcción
  • Desarrolladorid Software
  • Lanzamiento20/03/2020 (XBO, PC, PS4)08/12/2020 (NSW)
  • TextoEspañol
  • VocesEspañol
  • EditorBethesda Softworks

Campaña

DOOM Eternal, análisis. El infierno en la tierra

Analizamos la campaña de DOOM Eternal para PC, PS4, Xbox One. Devastador y descarnado, digno heredero del nombre que lleva.

Actualizado a

Si hubiera que quedarse con un único juego de disparos en primera persona para esta generación que termina, probablemente ese título sería Doom Eternal. Y solamente le haría sombra el Doom de 2016 y tal vez Wolfenstein 2. Así de bueno es el nuevo título de iD Software, compañía que ya nos sorprendió contra todo pronóstico hace 4 años y que ahora, con todos los focos apuntando en su dirección, no defrauda en absoluto. Eternal no tiene la frescura de su predecesor pero es tantas veces brillante en su ejecución que deja en ridículo a la competencia y establece una nueva vara de medir, un nuevo benchmark en un género tan trillado como los FPS. Es único, derrocha mucha personalidad, es exigente y nos ofrece tanto como se le pida. No es perfecto, tiene algunos altibajos, pero la joya que nos distribuye Bethesda Softworks cumple con creces con las expectativas generadas, que no eran precisamente pocas.

Una fórmula vieja pero original

Cuesta encontrar el ángulo por donde empezar a desgranar los motivos por los Doom Eternal funciona. Y es que no es divertido porque tenga una particularidad única que sobresalga entre otros apartados más mediocres; el conjunto, el todo, es sensacional. Se controla especialmente bien, técnicamente es casi siempre espectacular, está diseñado al milímetro. Al igual que cuando uno entra en un buen coche tiene instantáneamente la sensación de estar en un buen vehículo, apenas bastan unos minutos de partida para comprender que se está delante de un título de alta gama. de caché. Un juego que invita al jugador poco a poco hacia su mundo, hacia su manera tan única y maravillosa de entender los FPS, a viajar aprendiendo desde el principio hasta el final. Porque nunca deja de enseñarte cosas, porque siempre está añadiendo una nueva vuelta de tuerca y a pesar de tener una de las campañas más largas del género, consigue mantenerse fresco hasta el final. No es corto y se hace corto. Como cuando disfrutas de buena compañía que parece que el tiempo pase más rápido. Así es Doom Eternal.

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La principal cosa que llama la atención y que ya sobresalía en la pasada entrega es lo bien programado que está. Estamos tan acostumbrados a adaptarnos a los títulos que presentan particularidades o problemillas menores que cuando llega un juego que se maneja tan bien nos damos cuenta de cuánto hemos bajado nuestro nivel de exigencia para con el resto. La apuesta de Doom Eternal, que no es otra que un combate en 3 dimensiones, con gran cantidad de saltos, dashes, cámara lenta… en el que es impensable poder quedarse quieto, exige mucha precisión en el control. Y hemos quedado especialmente satisfechos en este apartado, llevando al límite la movilidad de nuestro protagonista de un lado a otro de la pantalla y siempre teniendo la sensación de que cualquier error, cualquier muerte, era exclusivamente culpa nuestra.

Los mapas donde se producen la mayor parte de los combates están específicamente diseñados a tal propósito y el juego avisa de antemano antes de que se vayan a producir. Siempre será una zona cerrada y generalmente va a disponer de portales de transporte y varios túneles de salto que nos permiten cambiar rápidamente de posición y que los demonios no pueden utilizar. El diseño nos ha parecido fantástico porque no son simples arenas en las que combatir oleada tras oleada sino que exigen entender cómo conseguir una ventaja frente a los enemigos que se combaten y añaden nuevas perspectivas y ángulos desde los que atacarlos.

Un rincón es casi siempre sinónimo de tener que reiniciar el punto de guardado porque incluso en niveles de dificultad medios o bajos la letalidad es bastante alta. Dado que el nivel de exigencia en combate es muy alto, el juego mezcla los encuentros con zonas en las que prima la exploración e incluso algo de plataformeo. La mayor parte de las veces que queramos explorar por nuestra cuenta fuera del camino marcado como principal se nos va a recompensar por ello: coleccionables, bandas sonoras, trucos, muñecos… Sorpresas a tutiplén con guiños constantes a los fans más veteranos de la saga.

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La muerte es algo con lo que el jugador va a tener que familiarizarse si quiere disfrutar de Doom; al contrario que muchos otros títulos del género, que se juegan a distancias medias y largas, Eternal se disputa mayormente en las medias y cortas. La munición se consigue partiendo por la mitad a los enemigos a melee, la vida se consigue ejecutando a los enemigos a melee, la armadura se regenera atacando a enemigos que hemos incinerado también cuerpo a cuerpo. Esto implica una forma de jugar muy particular en la que los enemigos son letales cuando están cerca... pero a la vez deberemos estar cerca para conseguir sobrevivir.

Siempre tendremos la sensación de estar en una especie de baile demoníaco, en un vaivén constante en el que disparamos, ejecutamos, nos alejamos, disparamos un poco más, aseguramos la muerte con una sierra eléctrica… Un baile, sí, pero con escopetas y acompañado de una banda sonora muy metalera que clava a la perfección el tono del combate e impide que bajemos la guardia ni tan sólo un segundo.

Gunplay: tiroteos marca de la casa

Si el control es uno de los pilares fundamentales del éxito del juego, el llamado “gunplay” es otro de ellos. Todas las armas, algunas de ellas nuevas y otras de nuevo cuño, están diseñadas de forma magistral; además la mayoría poseen modificadores que podemos ir cambiando al vuelo y que cambian su comportamiento en combate por completo. Dado que los enemigos son muy diversos y que la munición es limitada - y la única forma de regenerarla es arriesgándonos y meternos de lleno en el meollo - es muy habitual cambiar varias veces de arma durante un encuentro, aunque es lógico que cada jugador desarrolle sus favoritas. Y aquí hay para elegir pora todos los gustos: escopetas, rifles, ametralladoras de todo tipo y muchas sorpresas más que no desvelaremos para no destriparos la experiencia de descubrirlas por uno mismo.

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El sistema de progresión en Doom Eternal es muy dinámico; a medida que se desarrolla la historia -que la tiene y más trabajada de lo habitual- no solamente iremos ganando nuevas herramientas de destrucción y adquiriendo mayor pericia individual para usarlas en su máximo esplendor, sino que además podremos mejorar nuestras habilidades de un sinfín de maneras diversas. Se pueden mejorar dichas armas, sí, pero también nuestras estadísticas, nuestro traje, nuestras habilidades… Pero a pesar de todo, Doom nunca nos sitúa por delante del reto que vamos a encontrar en la siguiente misión; nunca estamos totalmente por encima de la competición hasta el punto que incluso revisitar alguna de las primeras misiones puede suponer fácilmente la muerte si no vamos con cuidado. Doom Eternal es de esos juegos que no es posible jugar recostado en el sofá o en el respaldo de la silla, es de esos títulos que inconscientemente te echan la espalda hacia adelante porque necesita tu atención desde la primera misión hasta la última.

Justo cuando pensamos que vamos bien, el juego introduce una nueva variante que nos va a hacer sufrir. Normalmente lo hace en forma de nuevo enemigo que al principio nos parece una exageración imposible y que luego lo incorpora a futuras oleadas como si nada. Esto es una fórmula de la que el juego abusa un poco pero existe la suficiente diversidad como para que siempre le encontremos la frescura. Algunos diseños de adversarios están francamente bien y requieren buena capacidad de reflejos por parte del jugador y otros están simplemente ahí para molestar. Excepto en algunas situaciones muy concretas, nos ha parecido que el título acierta en las mezclas y consigue un nivel de reto aceptable.

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Mención aparte merecen los encuentros secretos, que tienen límite de tiempo, y las arenas especiales - un total de 6 repartidas a lo largo de la campaña - cuya exigencia es superior. En una ocasión, tras varios intentos atascados en la última, bastó volver a la cama y “dormir la lección” para aprenderla: al día siguiente y tras pensar antes cómo resolver el encuentro más allá de nuestra habilidad mecánica, la arena cayó al primer intento. Y eso es buen síntoma: el juego requiere de cierto aprendizaje pero se disfruta mucho más si se le concede lo que pide.

Aunque Doom Eternal no pone ningún impedimento al respecto, es recomendable empezarlo en un modo de dificultad asequible para entender los fundamentos; afortunadamente estamos ante un título altamente rejugable porque la experiencia es sensacional y además nos permite añadir ciertos modificadores para convertirlo en un reto mayor, al estilo de lo que suelen hacer los Devil May Cry. En ese sentido estamos convencidos de que el título envejecerá fenomenalmente bien, de la misma forma que Doom 2016 no ha notado el paso de estos 4 años.

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Si además estamos conectados a internet y tenemos vinculada nuestra cuenta de Bethesda, podremos disfrutar además de una progresión al estilo pase de batalla que nos ofrecerá recompensas cosméticas, nuevos mapas más complicados, desafíos y el denominado “modo invasión” que, en el momento de escribir esta review, no hemos podido probar. Hay mil maneras de personalizar nuestro personaje y estamos seguros que los coleccionistas van a disfrutar de lo lindo exprimiendo todo el jugo que tiene en su interior.

Zonas entre combates

Algunas de las pocas contrariedades que se le pueden encontrar al juego, sin embargo, suceden durante las transiciones entre encuentros; vaya por delante que aquí estamos hilando bastante fino pero queda claro que cuando en el juego no hay combate, no está al mismo nivel. Esto tiene una razón de ser: sería imposible mantener el mismo nivel de tensión durante todo el rato y se aprovechan estos momentos para que el jugador descanse de forma dinámica sin necesidad de poner la pausa. Incluso juegos mucho más ligeros como la saga Uncharted mezclan las fases de disparos, que tienen un nivel de exigencia ya de por sí bastante bajo, con momentos más de plataformeo ligero para volver a la tensión más adelante tras el avance argumental.

A lo largo de una misión en Doom Eternal habrá un máximo de 5-7 encuentros “grandes” más algunos opcionales; el resto será algo de plataformas o incluso a veces simplemente buscar la salida no tan obvia de una habitación, o la resolución de un puzzle con tiempo muy ligero. Cumplen su función de variar el ritmo, eso sí, pero salvo excepciones no rozan el mismo nivel de excelencia. El lugar donde se esconden los coleccionables, y los hemos encontrado todos, está hecho de forma muy creativa y también ayudan a diversificar nuestro tiempo dentro del juego.

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A nivel gráfico el título también luce espectacular; el diseño de los mapas, en general, es fabuloso y la paleta de colores utilizada también nos parece un acierto. La cantidad de detalle es abrumadora y aunque la belleza es algo muy personal, se ha conseguido reflejar de nuevo ese ambiente demoníaco tan personal para la saga y al mismo tiempo resulta muy agradable a la vista. Evidentemente el escenario es completamente estático e impasible a nuestras armas y en los momentos de mayor estrés el juego baja algunos frames de los 60 a los que se mantiene durante casi todo el tiempo, en todas las plataformas. En nuestra One X el título hace upsample a 4K y si disponemos de una tele con HDR la verdad es que se nota. Y, por supuesto, una banda sonora que no dispone de temas legendarios pero que le da esa personalidad que es tan clásica del sello DOOM.

Nota para el lector: este análisis se ciñe exclusivamente a la experiencia de la campaña de Doom Eternal. En el momento de escribir esta review, los servidores del modo multijugador competitivo “Battlemode” no estaban activos y lo estarán, en principio, cuando el juego se lance oficialmente al mercado. Es por ello que no hay ninguna referencia a dicho modo en nuestro texto).

Conclusión

Bethesda Softworks ha conseguido reunir bajo su sello a 3 de los más importantes shooters de estos últimos años: Doom 2016, Wolfenstein 2 y Doom Eternal. Hay otros y buenos en el mercado, sin duda, pero ninguno consigue el subidón de adrenalina que es la danza mortal de Eternal. Ninguno iguala el espectáculo de luces y colores de última joya de ID Software y sus montones de enemigos en pantalla de 6 tamaños diferentes. Ninguno supera la sensación de satisfacción de lanzarse hacia un enemigo y pegarle un superescopetazo en la cara. Cuando Doom Eternal hace lo que sabe hacer, nadie le tose. Cuando Doom Eternal está en su apogeo... es una clase magistral, un espejo en el que todos los aspirantes a shooter deberían reflejarse y un referente para el género y para la industria. Y, por qué no decirlo, una patada en la puerta a la candidatura a mejor juego de acción en los clásicos premios de final de año. Un título a tener en cuenta para cualquier aficionado a los first person shooters.

Lo mejor

  • El manejo es sensacional
  • El gunplay espectacular
  • Gran campaña y muy rejugable
  • Posibilidad de crear nuestro propio estilo
  • Gráficamente y artísticamente soberbio casi siempre

Lo peor

  • Algunos altibajos técnicos
  • Las fases fuera del combate son de menor calidad
9

Excelente

Un título referente en su género, que destaca por encima de sus competidores y que disfrutarás de principio a fin, seguramente varias veces. Un juego destinado a convertirse en clásico con el paso de los años. Cómpralo sin pestañear.