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The Sojourn

The Sojourn

Un juego terapeútico

The Sojourn, análisis

Más que un juego, una experiencia onírica, el título de Shifting Tides nos lleva a un mundo de fantasía en el que perseguir a dos bolas de luz mientras buscamos la forma de poder seguir avanzando.

Es una obviedad que los videojuegos se crean para jugarlos. Y sin embargo, no es del todo exacto. Hay juegos que se crean para simplemente transmitir una sensación, una experiencia. Son productos en los que la jugabilidad pasa a un segundo plano y lo que importa es lo que transmite el conjunto. Y esa clase de juego es The Sojourn.

El título del estudio británico sifting tides publicado por los holandeses de Iceberg games se autodefine como un puzle inductor de pensamientos (thought-provoking puzle), y quizá esa sea la forma más adecuada de explicar la experiencia. Los puzles que se presentan ante el jugador son una mezcla a partes iguales de razonamiento y habilidad. Básicamente tenemos un número de pasos limitados desde que activamos un interruptor (el mundo de la oscuridad) para ejecutar ciertas acciones que nos permitan llegar al otro lado del puzle y avanzar a la siguiente “sala”.

Una experiencia relajante

Pero realmente, a la hora de jugar, los puzles son lo de menos. El rato que pasamos pensando cómo podemos combinar los elementos que tenemos para resolver el puzle que se nos presenta se acompaña de unos gráficos y música directamente pensados para provocarnos un estado de relajación y de bienestar. Todo es relajante, tranquilo, onírico…

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Tras unos minutos jugando, The Sojourn empieza a marcar nuestro estado de ánimo, siendo los retos que se nos presentan solo una parte más de ese envoltorio que lo que persigue es que por un momento nos olvidemos del estrés, de los problemas del día a día y pongamos nuestra mente al completo en sumergirnos en la fantasía que se nos presenta.

No hay ningún aspecto realmente excepcional en The Sojourn. Los gráficos son sencillos, pero sin embargo cumplen perfectamente la misión de plasmar un mundo inspirador y gratificante de ver. En ellos destaca el efecto de que el mundo se construye ante nuestros ojos al avanzar y entrar a un nuevo reto. La paleta de colores elegida y los paisajes que se muestran son tan importantes como la propia jugabilidad para conseguir el efecto deseado por este juego.

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Lo mismo se puede decir de la música. No hay aquí melodías que vayan a quedar grabadas en nuestra memoria, pero sí un perfecto complemento al apartado visual para acabar de transportar nuestra mente a una dimensión paralela. Melodías sencillas, mínimas, pensadas para relajar y hacernos sentir bien.

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Sencillez agradable

Y para engarzar y dar sentido a la música y la imagen, unos puzles a los que llegamos simplemente avanzando por el largo pasillo que es este juego, siguiendo a dos esferas de luz que actúan de guías en el universo de este título.

Como comentábamos anteriormente, son retos que requieren una ligera habilidad, aunque no tanta como para echar atrás a los jugadores menos experimentados. Son retos pensados para hacernos parar a pensar un par de veces antes de dar el siguiente paso, pero que eventualmente seremos capaces de resolver solo con perseverancia y algo de prueba y error.

El juego busca eso, que le dediquemos tiempo pero sin frustraciones, y por ello realmente no hay ninguna penalización por fracasar en nuestro intento de resolver el puzle. Simplemente volvemos al mismo reto para seguir probando posibles combinaciones hasta dar con la mejor.

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Pero una vez vistos los elementos por separado, queda el conjunto. Y el conjunto es una experiencia que deja un buen sabor de boca, claramente diseñada para resultar relajante e inspiradora, lejos de las sensaciones de acción y reto que transmiten la mayoría de los videojuegos actuales. Eso sí, el lastre de poder acabar resultando aburrido también está presenta.

Un detalle interesante es que los textos del juego llegan traducidos a nuestro idioma, y aunque la narrativa del juego se transmite a través de la propia jugabilidad y no abundan los textos, es un detalle de agradecer.

Conclusión

The Sojourn es, más que un juego, una experiencia. Un producto pensado para ofrecernos un momento de relax para nuestra mente y dejar atrás el estrés y las preocupaciones. Y lo consigue sin necesidad de grandes alardes con una acertada combinación de sus elementos artísticos y jugables.

Lo mejor

  • Sin destacar especialmente en nada, el conjunto está bien logrado.
  • Aspectos visuales como ver los escencarios construirse ante nuestros ojos resultan muy interesantes.

Lo peor

  • A medio plazo se puede hacer repetitivo.
  • La variedad de puzles podría ser superior.
  • No es una experiencia para todos los gustos.
8

Muy Bueno

Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.