Cuando la primera Star Wars (o Guerra de las Galaxias, tal como fue traducida la primera trilogía en España) llegó a los cines en 1977 (hace 40 años), muchos de sus elementos se convirtieron en iconos. Pero de entre todos ellos, por encima de la máscara de Darth Vader, del Halcón Milenario o de la Fuerza, uno de ellos ha perdurado y siempre supone el icono perfecto para definir a la serie: El sable de luz, espada láser o sable láser.
“Un arma noble para tiempos nobles“
Con Star Wars: Episodio IX a meses ya de llegar, hoy algunos nos hemos levantado con la genial conjunción de que es sábado y ademas 4 de mayo, declarado desde hace años como el Star Wars Day, o Día Oficial de Star Wars. Hoy, la Fuerza está más que nunca con todos los fans, y nosotros hemos querido mostrar de forma somera cómo funciona técnicamente un sable láser, sus partes, origen y componentes. Pero ojo, cómo funciona dentro del universo Star Wars -ojalá tuviésemos la clave para hacer uno exactamente igual, aunque los científicos actuales, los mismos que fueron niños durante la trilogía original, llevan décadas intentándolo.
Echando un vistazo a esa fuente de datos estupenda que es la Woookieepedia y a la clásica enciclopedia oficial de Stephen J. Sansweet, una espada de luz tiene un mango de unos 24 a 30 centímetros, y en su interior encontramos una célula energética y de 1 a 3 “joyas o cristales multicaras Adegan" (por venir del sistema Adega), encargados de concentrar la energía de la fuente energética y lanzarla a través de un disco cóncavo hacia la parte superior del mango para que surja como un rayo de luz y energía de plasma. Aunque conforme evolucionó el universo Star Wars y sus conflictos, el espectro de piedras, minerales y cristales usados por los Jedi y los Sith fue mayor (las piedras Kunda del planeta Kadril por ejemplo), con el cristal más raro logrando que un sable fuese más poderoso que el resto.
Los sables láser pueden tener una o varias hojas. Y según el número de cristales que usen, pueden alargar o acortar el tamaño de dicha hoja. Una espada con una sola joya tiene una largura y amplitud de hoja fija, pero si el Jedi (o el Sith) monta varios cristales (el sable doble de Darth Maul usa hasta 4 cristales), entonces es posible disponer de un sable de luz con una hoja capaz de variar su largura. La hoja es plasma puro contenido en un campo de fuerza que retiene el inmenso calor que produce, y lo proyecta como una hoja sin que pierda su forma. Por eso es posible desviar disparos de pistolas Blaster y cañones (según el tamaño), y abrir compuertas como veíamos en La Amenaza Fantasma.
El arma de todo caballero Jedi
Evolucionados a partir del ‘Forcesaber’ de los Rakata, una especie humanoide conocida como Los Constructores, los precursores de la Orden Jedi crearon los primeros sables de luz alrededor del año 15.500 BBY (Antes de la Batalla de Yavin, la del Episodio IV con la primera Estrella de la Muerte). El elemento principal es que el Jedi o Sith debe canalizar la Fuerza a los cristales que va a usar en su sable láser, entrando en un estado de meditación previo al proceso que incluye el uso de un horno.
Y un detalle para el que alguna vez se ha preguntado por el código de color de las hojas. Antaño, en el 4000 BBY, “los cristales de sable de luz se utilizaban para indicar la clase elegida un Jedi. Azul indicaba que era un Guardián Jedi, un Jedi que usaba la Fuerza en un plano más físico. El verde representaba a los Cónsules Jedi, un Jedi que prefería reflexionar sobre los misterios de la Fuerza y luchar contra el lado oscuro en su corazón. El amarillo indicaba que era un Centinela Jedi, un Jedi que perfeccionaba sus habilidades en un equilibrio de combate y actividades académicas. Esta distinción se destruyó en años posteriores, cuando la mayoría de los Jedi utilizaban cristales de color azul o verde, basado en la oferta de los diferentes mundos de origen,
Aquí os dejamos una infografía elaborada por el medio Forbes para que veáis las partes de las que se compone un sable de luz, con un referente del mundo real más abajo que demuestra el empeño que hay en parte de la comunidad científica por lograr una tecnología similar a la que hace 40 años era pura Ciencia Ficción, y hoy no parece tan descabellada.