Divinity: Original Sin 2: Análisis

Divinity: Original Sin 2 es un tributo a los grandes clásicos occidentales del género, de una época ya casi olvidada cuando los RPG de PC gobernaban con puño de hierro las listas de popularidad y las críticas de los medios especializados. Hoy en día, el género del RPG está básicamente dividido en 2 tipos: el occidental y los J-RPG’s. Los primeros tienden a ser experiencias de mundo abierto en primera persona (Fallout, Skyrim) o en tercera persona (The Witcher, Vampyr), con combate en tiempo real y con “moralidad” en su narrativa (personajes virtuosos o malvados). Los otros son experiencias en 3era persona, enfocados en grupos de personajes, con narrativas basadas en el anime (Final Fantasy, Persona, Ni No Kuni) y combate más táctico. Original Sin 2 es una versión diferente a ambas propuesta, muy parecida a clásicos como la serie Ultima, Baldur’s Gate, Might & Magic y el mismo Fallout original (de la ya extinta Interplay). En éstos, la vista es isométrica (el escenario se ve “desde arriba”), los árboles de diálogo tienen cientos de repercusiones y el combate es más táctico (por turnos). Al final, la experiencia es recrear los juegos de aventuras de tablero (como algunas iteraciones de Dungeons & Dragons) en un modo digital. Y déjenme decirles que Original Sin 2 es simplemente excelso en este nicho.

Divinity: Original Sin 2, la edición definitiva

Un caramelo para los ojos

Gráficamente, Original Sin 2 no tiene desperdicio. El mundo que te rodea está plagado de pequeños detalles y una cohesión en su dirección de arte que simplemente no tiene paralelo. Es como una pequeña maqueta viviente, donde cada pieza fue creada con un amor artesanal. Los personajes también reciben este cariño y atención, con distintivas características de cada raza y clase. En el aspecto técnico, el título no tiene reparos en subir la resolución en las consolas de gama alta. Tuve la oportunidad de probarlo en la Xbox One X corriendo a 4K. Una verdadera maravilla de la cual mis ojos estuvieron agradecidos cada segundo. Y para un juego que maneja toneladas métricas de texto, la interfaz fue adaptada perfectamente a la experiencia de pantallas de TV. Muy rara vez llega a trabarse un poco cuando hay muchos elementos de efectos especiales en pantalla. Pero como todo se ve tan bien a cada momento, le perdonas sus errorcillos sin mayor reparo. Si tienes una de esta consolas, éste es uno de esos títulos que te da una palmadita en la espalda y te susurra “¡Gastaste bien tu dinero, campeón!” al oído.

Combate 100% cerebral

Original Sin 2 no sólo se ve bien, sino que también se juega de la misma manera. El combate es por turnos, donde utilizas “puntos de acción” antes de pasarle la acción a tu contrincante. Estos puntos varían de acuerdo a la complejidad de la acción: moverse y hacer ataques básicos consumen pocos puntos, pero utilizar magia o ataques de mayor efectividad consumen prácticamente tu turno. Una vez aplicadas, las habilidades más avanzadas tienen un cierto tiempo de recarga antes de poder reutilizarlas. Así pues, las batallas se vuelven un ajedrez mágico de alto nivel; donde los elementos del escenario también juegan un papel importante en tus victorias (o derrotas). Quédate sobre un poco de brea más de lo debido y de seguro recibirás un llameante escarmiento por tu falta de cuidado. Todo esto se conjuga en un muy satisfactorio sistema que te mantendrá en la fila de tu asiento pensando tu próxima gran jugada.

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Un guión de primerísimo nivel

Pero de nada servirían esos gráficos de rechupete y ese maravilloso sistema de combate si la historia no cumpliera con las expectativas. Y créanme cuando les digo que el guión de este título vale su peso en oro (y vaya que debe de ser pesado por el tutiplén de árboles de diálogo y personajes con los que puedes interactuar). Ésta se desarrolla mil años después del primer Divinity, donde los cazadores de la Fuente (Source) buscaban a sus usuarios para detener una catástrofe mágica. Ahora, tu personaje es uno de los usuarios de la Fuente (Sourcerer, sí, con “u”) y tendrá que ser “curado” de sus malvados poderes durante su encierro. Obviamente esto no saldrá como sus captores esperan y un montón de aventuras de depararán. Cada diálogo, por pequeño e inconsecuente que parezca, fue escrito y actuado con el mismo amor y detalle que los gráficos. A pesar de ser un historia seria, está plagada de pequeño tintes de humor por aquí y por allá que te mantendrán a la espera del siguiente y bien pensado enunciado. Tú puedes crear un personaje desde cero, con una  verdadera avalancha de opciones. Sin embargo, existen una serie de personajes pre-creados que cuentan con una historia y metas más profundas. No te preocupes si decidiste hacer del tuyo, podrás encontrar y reclutar a estos personajes más elaborados a través de la historia. Aún no me decido cuál es mi favorito: Fane (un no-muerto con un carisma arrollador) o el Príncipe Rojo (un pedante y soberbio goberante del pueblo reptil que ha perdido su trono).

Con amigos siempre es mejor

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El juego también te ofrece opciones para progresar en la historia con la compañía de tus amigos. Ya sea en pantalla dividida con un acompañante o hasta 4 jugadores simultáneos en línea, todos pueden disfrutar de esta increíble aventura. Sólo una observación: estos jugadores extra no tienen límites en cuanto a lo que pueden provocar. Pueden matar personajes principales y cerrar ciertas líneas narrativas con sus acciones. Entre amigos puede ser causa de risas y empujones, pero con desconocidos en línea… No tanto. Sólo termina ese reto que te ha costado tanto antes de dejarlo a merced de tus amigos.

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