Semblance, Análisis

El encanto de los títulos indie reside, en la mayoría de los casos, en como surgen de conceptos disparatados, extravagantes o, como mínimo, curiosos. Conceptos que no son lo suficientemente complejos ni espectaculares como para desarrollarse en un juego triple A, pero que son un excelente punto de partida para experimentar con tu pequeño juego.

En el caso de Semblance, el título trata de tomar como base las mecánicas de un plataformas y darles el girito de que tanto nuestro personaje como el mundo que nos rodea (en su mayor medida) es de plastilina. Esto significa que tenemos la habilidad de deformar el terreno para interactuar con el nivel, llegar a nuevas áreas y resolver puzles.

La magia del bosque

Un misterioso individuo verde ha maldecido el precioso bosque donde vive nuestro personaje, una suerte de bloque de ojos luminosos cuya movilidad recuerda a la de personajes como Super Meat Boy. El anteriormente apacible lugar está ahora infectado de una extraña sustancia que parece quitar la energía de la magestuosa vida vegetal.

En Semblance adoptamos una perspectiva 2D para adentrarnos en este bosque infectado y recorrer sus diferentes niveles en pos de que todo vuelva a la normalidad, “curando” los árboles sagrados que dan vida al bosque.

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Se trata de un juego de puzle y plataformas, por lo que resolver cada nivel supondrá superar una serie de desafíos de astucia y habilidad. Lo interesante de cómo se compone el mundo del juego es que no nos obliga a jugar sus niveles en orden secuencial. Hay una estructura jerárquica: los árboles nos llevan a zonas que nos llevan a niveles y cada nivel tiene un puñado de desafíos a los que nos podemos enfrentar. Dentro de esta estructura podemos movernos a placer, resolviendo los desafíos que nos vayan pareciendo, permitiéndonos que cada uno lleve el progreso del juego a su manera, y minimice los atascos con según qué puzles.

Habilidad e ingenio a partes iguales

Semblance tiene la buena mano de saber equilibrar sus dos pilares principales de forma que ninguno tiene más peso que el otro. Como plataformas, el juego tiene un control fluido. Mover al personaje por el escenario es rápido, preciso y satisfactorio. Podemos saltar, dar acelerones y tenemos una mínima adherencia a las superficies que facilita la navegación vertical.

Para los puzles, el título es 100% físicas, basadas en cómo podemos deformar el terreno a nuestro antojo cada vez que lo golpeamos. También podemos deformar a nuestro personaje cuando hacemos que golpee ciertos elementos, y así alterar nuestro cuerpo, permitiendo acceso a nuevas zonas y unas renovadas habilidades (como correr o saltar más rápido).

Con estos dos pilares presentes se nos introducen los desafíos del juego, que consisten en alcanzar una esfera que se encuentra en algún lugar inaccesible en primera instancia. Para ello tendremos que poder llegar físicamente hasta allí, y hacerlo con una combinación de la propia movilidad del personaje y manipular el terreno a nuestro alrededor.

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Aunque las mecánicas son siempre las mismas, los obstáculos que introducen el juego van variando: hay láseres que nos matan si nos alcanzan, bloques de terreno que no pueden moverse, zonas encantadas en las que no podemos usar las habilidades de deformación, etc… No hay una solución única para cada puzle, aunque sí ciertas estrategias que debemos tomar según los elementos con los que contemos a nuestro alrededor.

Si nos atascamos con un puzle, siempre podemos dejarlo reposar y resolver los demás. La dificultad del juego no es elevada ni siquiera para principiantes del género, pero es cierto que gran parte de las complicaciones pueden venir de las mecánicas en sí. La deformación del terreno no siempre responde como nos gustaría exactamente y en un juego donde la precisión es tan importante, hay veces en las que aunque tengamos la solución a la vista tenemos que echarle algo de tiempo y paciencia.

No es una preocupación que pueda considerarse mayor en un juego en el que apenas hay tiempo para la repetición y el tedio. Semblance puede completarse en alrededor de unas 4 horas sin más contenido extra que nuestras ganas de rejugar la experiencia. Una trama, por cierto, anecdótica más allá de su concepto de partida.

El juego se centra en su gameplay y la carencia narrativa la suple con una presentación artística muy resultona. Especial mención a un apartado sonoro embriagador, con unos temas en su banda sonora que transmite una atmósfera onírica. El empaque final es más que satisfactorio, y su brevedad garantiza dos cosas: es un juego que nos mantiene atrapados hasta el final, y que aprovecha sus mecánicas hasta donde puede sin necesidad de malgastar horas del jugador en un concepto que tampoco da para estirar el chicle mucho más.

Análisis realizado en la versión de Nintendo Switch.

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