Octopath Traveler es un título excepcional en si mismo. Y lo es por muchos motivos, comenzando por su gestación en el seno de la compañía Acquire, conocida por franquicias como Tenchu o Way of the Samurai pero no especialmente versada en el campo del JRPG; también por su enfoque, el de recuperar (que no replicar) los códigos del género que definieron as obras más aclamadas de la historia del medio durante los 16bits.
Octopath Traveler es un juego excepcional en todos y cada uno de sus apartados, una obra (casi) maestra que nos recuerda por qué los que crecimos entre píxeles y música midi sentimos tanto arraigo por los videojuegos capaces de contar historias a pesar de la tecnología, y no estrictamente por ella.
¿Es un juego perfecto? En absoluto. Y no le hace falta. Porque de las imperfecciones nace el triunfo del que es, desde ya, el mejor JRPG puro que ha producido Square Enix desde que hizo efectiva su fusión hace ya más de década y media.