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Vampyr

Vampyr

Vampyr, Análisis

La epidemia avanza imparable. Tras el fin de la Primera Guerra Mundial, la población ha quedado diezmada por la violencia y la enfermedad. A su vuelta del frente, el doctor Jonathan Reid se enfrenta a su mayor miedo: se ha convertido en un chupasangre y libra un conflicto entre sus instintos más básicos y su racionalidad.

Todos tenemos en la cabeza una imagen cristalina de lo que significa ser un vampiro. Un ser de la noche, que se alimenta de la sangre de los vivos y que es capaz de desplazarse a velocidades vertiginosas. Su piel se quema cuando entra en contacto con la luz solar; también arde al tocar un objeto sagrado. El ajo funciona como repelente natural, o al menos eso es lo que piensa la mayoría de la gente. No ocurre así en Vampyr, la nueva obra de Dontnod Entertainment, creadores de títulos como Life is Strange y Remember Me. Si bien sus vampiros comparten algunas características, uno de los personajes del juego comenta irónicamente que esa concepción del vampirismo procede del Drácula de Bram Stoker, un autor que murió pocos años antes de los acontecimientos narrados en la obra. Lo que está claro es que en Vampyr nadie sobrevive colgando una ristra de ajos en su puerta. 

El origen del mito se pierde en las corrientes del tiempo. Matthew Beresford, autor de From Demons to Dracula: The Creation of the Vampire Myth, asegura que hay “fundamentos claros” que atestiguan la existencia de leyendas vampíricas en época clásica, aunque “ es imposible” probar cuándo surgieron. Los indicios apuntan a que “los vampiros nacieron en el antiguo Egipto” por medio de hechizos y magia negra. Más tarde, en época medieval, “los historiadores explican que la sucesión de plagas que asolaron Europa entre los años 1300 y 1700 fomentó la creencia en los vampiros debido, principalmente, a que la descomposición de los cadáveres no se comprendía bien”, recogen en el HuffPost. “Cuando los sepultureros reabrían las fosas comunes veían cuerpos hinchados por el gas, con el pelo largo y con sangre manando de la boca, lo que les hacía creer que estaban vivos”.

La ciudad sin luces

Londres, año 1918. La Primera Guerra Mundial ha concluido y miles de soldados han regresado a sus hogares. La vuelta, sin embargo, ha sido amarga para muchas personas. La capital británica sufre por la mal llamada gripe española. En sus calles yacen los cadáveres inertes y putrefactos de los muertos, que se cuentan por centenares. Son víctimas, pero también verdugos indirectos, pues se han convertido en la fuente principal de contagio. Según XL Semanal, la enfermedad “fue más letal que las guerras mundiales. La gripe española de 1918 acabó con entre 50 y cien millones de personas en todo el mundo”. El primer caso se registró en el Campamento Funston, en Kansas. Era una base de entrenamiento militar que enviaba soldados a los frentes de la Gran Guerra. De este modo, la pestilencia viajó a Europa a través de las trincheras. Como se puede entrever, de española tuvo poco, pero como el país era neutral y la prensa podía escribir libremente sobre ella, los países extranjeros—no sin intención—utilizaron esa denominación a partir de entonces.

En esa atmósfera de inclemencias y putrefacción, el doctor Jonathan Reid despierta en una cuneta, rodeado de cascarones vacíos. Recuerda haber muerto y no se explica cómo ha podido regresar a la vida. Se siente extraño en su propio cuerpo, con todos los instintos magnificados. Hace tan solo unas pocas semanas salvaba vidas en los frentes como médico militar y se encargaba de sus compañeros heridos, sean cuales fueran las condiciones. 

De vuelta al presente, camina unos pasos renqueante y se encuentra con un rostro familiar, el de su hermana. Incapaz de en la tentación del olor a sangre, le muerde en el cuello hasta drenarla. El doctor, hombre de ciencias, se ha transformado en un ekon, en una criatura sobrenatural, lo que se conoce tradicionalmente como un vampiro. No es el único tipo de chupasangre. Los skals son seres primitivos que apenas tienen conciencia, matan a todo el que se cruza en su camino y son rechazados por los ekon. Por último, los Vulkods son los vampiros más poderosos. 

Desde su conversión, el médico trata de comprender su nuevo estado. En esencia, es una lucha entre la razón y los instintos más básicos. Que la balanza se incline hacia un lado o hacia el otro depende del jugador, ya que con sus decisiones elegirá quién vive y quién muere. Esta lucha interna que vive el personaje se refleja igualmente en la persona que está a los mandos. Los desarrolladores han querido que el usuario reflexione sobre las consecuencias de sus actos. Al mismo tiempo, han descartado el maniqueísmo y han diseñado personajes tridimensionales. Puede que una persona esté actuando de forma pendenciera y se dedique a estafar dinero. ¿Pero y si emplea esos chelines para alimentar a su hijo? ¿Qué ocurre si un médico ha sido negligente una vez, pero ha salvado muchas vidas desde entonces? ¿Merecen morir por sus errores?

Vampyr es un juego de rol y acción en el que prima la narrativa, pero que no se olvida de la jugabilidad. La ciudad está dividida en diferentes distritos, en cuyas casas o calles viven los sesenta personajes con los que podemos interactuar. Y es que el doctor Reid tiene la posibilidad de curar o asesinar. Si se bebe la sangre, evolucionará más rápido y conseguirá puntos de experiencia que podrá canjear por nuevas habilidades de combate y algunas mejoras. Basta con cautivar a la víctima, siempre y cuanto su nivel sea igual o inferior al nuestro. Claro que si asesinas a muchos ciudadanos, el estado del distrito empeorará hasta el punto de que puede llegar a cerrar por completo. 

Con unas condiciones de higiene tan precarias y en medio de una epidemia, la salud es lo primero que se resiente. Jonathan Reid es, ante todo, un doctor de prestigio reconocido, por lo que es capaz de fabricar medicamentos y curar a los ciudadanos. El jugador decide si obra como buen samaritano o lo hace única y exclusivamente para que la calidad de la sangre mejore y los puntos de experiencia se incrementen. A medida que la calidad de vida va descendiendo, los ciudadanos desaparecen y los monstruos empiezan a campar a sus anchas. Por fortuna, asesinar no es la única solución. Completar misiones secundarias también da experiencia.  

En un título de estas características, las conversaciones son cruciales. Todos los personajes de Vampyr tienen sus secretos, que revelamos hablando con ellos y con otros personajes de su círculo social. Algunas misiones secundarias y ciertos objetos  nos dan pistas que empleamos en los diálogos para abrir nuevas líneas de investigación. Por tanto, si asesinamos a un personaje antes de tiempo, tal vez nunca descubramos el misterio que esconden otros individuos. Las historias de los personajes están interconectadas. De alguna manera, da la impresión de que el juego prefiere que no mates, al menos hasta que las pistas salgan a la luz. 

Unos paseos por Londres

La estructura de juego es de mundo abierto, aunque el mapa no es demasiado grande. Eso sí, no hay viaje rápido y las distancias se hacen largas a veces, sobre todo porque no todos los caminos están abiertos, de manera que es necesario consultar el mapa para no desorientarse. Además, moverse por las avenidas no es sencillo, pues ha entrado en vigor un toque de queda nocturno, precisamente cuando el doctor sale al exterior. Los guardias cazavampiros se encuentran diseminados por los escenarios y no dudarán en atacar sin preguntar, al igual que las criaturas sobrenaturales que pululan por Londres.

Aquí entra en juego el sistema de combate, que cuenta con dos tipos de ataques físicos, la opción de esquivar y la posibilidad de usar armas de corto y de largo alcance. Por otra parte, también existen las habilidades vampíricas, una serie de poderes especiales que consumen sangre, así que haremos bien en morder al adversario si queremos recuperar poder. Cada tipo de enemigo tiene debilidades que el jugador tendrá que explotar en su beneficio. En definitiva, luchar es divertido,pero en algunos aspectos se siente un poco tosco y la cámara juega malas pasadas. 

Dontnot debe mejorar el rendimiento, que sin ser catastrófico, de vez en cuando sufre ralentizaciones severas. En PS4 Pro, de vez en cuando, la imagen se queda congelada durante unos segundos, hecho ciertamente molesto. De todos modos, todavía no se ha publicado el parche del día uno, así que el problema tiene visos de arreglarse. 

Más allá de las luchas y de las conversaciones, Vampyr fomenta la exploración de escenarios. A través de cartas y de documentos se cuenta lo que le ha ocurrido a la ciudad y a sus gentes. Asimismo, también el doctor Reid hallará materiales que empleará para craftear armas y elaborar medicinas. Las recetas se obtienen en los refugios, lugares seguros donde el vampiro puede ocultarse y dedicar su tiempo a la ciencia.

La riqueza de la historia y de los personajes de Vampyr merece que la estética acompañe. Es obvio que no se trata de un título puntero a nivel técnico o gráfico. No obstante, Dontnod ha sabido capturar a la perfección el espíritu decadente de la ciudad. Su director de arte, Gregory Szucs, viajó a Londres para investigar y documentarse. El resultado es bastante bueno, sobre combinado con la banda sonora compuesta por Olivier Derivière. Los instrumentos de cuerda contribuyen a realzar el conflicto interno que vive el personaje, su lucha entre su yo científico y su nueva naturaleza. Tristeza, melancolía, terror. Este es Jonathan Reid, al menos el nuevo Reid. 

Análisis de la versión PS4 Pro. 

8.5

Muy Bueno

Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.