Juicy Realm, Análisis
Las frutas se hacen con el control del mundo desafiando la dominancia de la raza humana. Nos adentramos en la atractiva propuesta de SpaceCan, que tras esa apariencia tan llamativa visualmente esconde unas cuantas virtudes y defectos que lo sitúan a mitad de tabla en los roguelike.
Cuando vimos porprimera vez Juicy Realm no tuvimosduda que iba a ser uno de los más destacados de esta primavera en la escenaindependiente. Al menos a nivel artístico. A pesar de su humilde presupuesto, elequipo chino de SpaceCan logróconvencernos también con su sinopsis, un mundo donde las frutas se hacen con elcontrol del planeta y no solo amenazan la supremacía de la raza humana, sinoque directamente la echan por tierra. Sus dosmillones de unidades vendidas en el mercado asiático nos obligaban aprestar especial atención al título, que hemos podido analizar en su versión dePC combinando tanto el control con ratón y teclado como también con mando. Pordesgracia, este roguelike se queda amedio camino entre un referente en el género y uno de los que pasandesapercibidos.La jugabilidad notiene mucha enjundia: un shooter dedoble stick con elementos propios del rol, acción en ocasiones desmedida ymucho frenetismo. No es un juego al que enfrentarse con sueño. Hemos de decirque nos ha sorprendido gratamente lo bien calibrado que está el control congamepad, haciendo que sea totalmente cómodo movernos y dirigir la posición deldisparo simultáneamente. Después de una presentación breve, con un tutorial desolo un par de minutos, tenemos por fin a nuestra disposición esta breveaventura que esconde una rejugabilidad total.Un total de 4personajes con arma en mano, para cual más extravagante –nos quedamos con eltipo de las gafas voluminosas–. Una declaración de intenciones en la que sedejan de lado explicaciones o intentos de trascendencia argumental. La premisaes clara: una amenaza que solo puede saldarse a cambio de tiros. Poco pacifistay mucho menos naturalista, este viaje arranca con sabor a plomo. Sin muchasexplicaciones: a dispararAunque también sepuede jugar en modo Duo, nuestroprimer run lo completamos en Solitariopara comprobar si tanto la curva de dificultad como la inteligencia artificial podíanponernos de verdad en un aprieto en su nivel de dificultad medio de los tresdisponibles. Estaremos de acuerdo en que un buen roguelike debe ser un desafío, sobre todo viendo el nivel tan altoque han presentado otros referentes de la escena independiente con The Binding of Isaac como granabanderado por su éxito internacional. JuicyRealm ni siquiera se acerca a la calidad del juego de Nicalis, tampoco almilimetrismo de Enter the Dungeon o losaires bizarros de Nuclear Throne,pero su estilo artístico nos mantuvo pegados a la pantalla hasta ver loscréditos finales. Lo más reciente que nos viene a la cabeza es TheSwords of Ditto, sobre el cual se sitúa un par de peldaños por debajo.Uno de losproblemas que hemos encontrado es que de entre los cuatro personajesseleccionables, las diferencias entre ellos no se traducen en cambios mecánicos;tampoco en movilidad. Una oportunidadperdida al limitar esas disimilitudes casi meramente a lo estético, peroparece que el interés de SpaceCan era diseñar buenos niveles por encima detodo. No es óbice, no obstante, diseñar escenarios memorables para desatenderun elemento fundamental como es la personalidad de tus avatares, que restanrejugabilidad al ser tan parejos.Por suerte sí seha empleado más empeño en los enemigos, con patrones bien diferenciados entresí, ataques únicos y animaciones de desaparición dignas de ser vistas. Tenemosmuchas ganas de ver cómo se comporta el juego cuando se ponga a la venta en la yaconfirmada versión de Nintendo Switch. En la medida en que iban pasando lasfases nos íbamos encontrando con rivales ostensiblemente más inteligentes, conenvites más difíciles de evitar sumado al diseño de los escenarios, que nos danmenor cobertura de movimiento. Con todo, el progreso existe; el diseño del juego es coherente y no esúnicamente más agresivo. A diferencia que con Enter the Dungeon, dondeteníamos mazmorras más cerradas, aquí los espacios son más abiertos, claramentepensando en el multijugador o en que no paremos de movernos. En ese sentido elritmo de juego es acertado.Una macedonia de colorEn el camino nosencontraremos diferentes puntos en los que mejorar las armas –que es lo únicoque puede servir de aliciente para jugar una segunda partida y sentirverdaderos cambios mecánicos–, jefes de final de zona y pequeñas bromas paraamenizar las pausas. Es en esas pausas donde se va narrando el argumento, quetiene referencias a otros videojuegos como la sartén de PlayerUnknown’sBattlegrounds, por ejemplo. El problemaes que Juicy Realm no aporta nada al género; ni en su diseño de niveles nitampoco el de las armas. Hereda elementos de los títulos mencionados, pero sivienes de alguno de ellos esta experiencia te va a saber bastante a poco. Cabe decir quelos puntos de vida no son ilimitados sino que la muerte final es permanente, obligándonos a comenzar desde elprincipio del juego sin mejoras ni recordando alguno de los check-points quehayamos tomado anteriormente. Podemos tardar aproximadamente 4 horas enterminarlo; no en vano hay que andarse con ojo para no tener un desagradablesusto que pagaremos muy caro. A este respecto parece más un título derecreativa, lo cual favorece a la sensación de inmersión y tener el radarconstantemente puesto a lo que se muestra a nuestro alrededor.Hay también pocospuntos para restablecer la salud, lo cual evidencia el cariz defensivo de laspartidas. No está pensado tanto para abrir fuego a diestro y siniestro comopara pensar bien adónde disparamos y cómo nos desplazamos. Podríamos dividir suestructura en cuatro grandes enfrentamientos contra jefes, cuatro niveles de máso menos una hora de duración; y a colación diremos que también nos ha dejadocon ganas de más el diseño de los mismos. Losbosses utilizan patrones de ataque excesivamente fáciles de identificar,ataques pedefinidos que una vez conocidos será cuestión de minutos hasta queacabemos con ellos.La gracia está,por tanto, en la alocada variedad de armas y utensilios a nuestra disposición,un juego que da para todo tipo de memes si finalmente hace ruido en las redessociales. Es quizá lo poco que se toma en serio a sí mismo lo mejor de JuicyRealm, que desde el primer momento rompela cuarta pared y demuestra respeto a la industria del videojuego. Se nota queSpaceCan es un estudio con margen de mejora, pero sus referentes son loscorrectos. Su camino es el correcto. Tenemos ganas de ver de lo que son capacesde hacer próximamente o si le darán una vuelta a este proyecto en el futuro. Dehaber salido a la venta solo un par de años antes otro gallo hubiese cantado.Por pedir, nos hubiese gustado un modo multijugador online.