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[Opinión] GameLab: Sin Vávra perdemos todos

No hay periodismo sin preguntas.

Gamelab es un lugar maravilloso. Mucho más de lo que puede parecer en un primer momento. Cualquier lector de medios españoles sabe que la gran mayoría de declaraciones y citas son extraídas de medios anglosajones. El acceso que tenemos a desarrolladores y jefes de estudio es muy limitado. Y cuando tenemos ocasión, siempre está relacionado con alguna promoción de un próximo título por salir. Es difícil encontrar la charla reposada, las preguntas libres y que de la proactividad del periodista español (quiero preguntar esto a tal persona) salga una entrevista para publicar. Por eso GameLab vale tanto la pena: por las conferencias de figuras relevantes de la industria, y por poder entrevistarlas a posteriori. Lejos de promociones o grandes ferias.

Hace escasos días la organización del evento que se celebra en L’Hospitalet del Llobregat anunció la presencia de Daniel Vávra en la 14a edición del evento. El director creativo de Kingdom Come: Deliverance, uno de los juegos destacados de este primer semestre de 2018 y una figura interesante para conocer muchos de los detalles que alberga su obra. Pero Vávra fue una bomba de relojería.

En Twitter se desencadenó la ira de una parte de la comunidad. A Vávra se le ha atacado por muchas cosas, entre ellas ser un desarrollador Pro-GamerGate. Y se le llamó uno de los insultos de moda: nazi. La polémica estaba servida. El creador entró al trapo y recordó en un tuit su ascendencia judía, que su abuelo había escapado de un campo de concentración y que muchos de sus familiares murieron en esos campos nazis. No parecía el insulto más apropiado (los neonazis no parecen aceptarlo como tal). Vávra no dejó de recibir ataques en un sentido similar y finalmente este lunes GameLab anunció que el desarrollador declinaba acudir a la feria.

Sin Vávra, GameLab pierde. Pero no solo el evento. También pierden esos desarrolladores jóvenes que pagan un pastizal para ver conferencias de gente que puede inspirarles en su trabajo: crear videojuegos. Y pierde el periodismo. Una ocasión de oro. Nuestro trabajo no es solo ser un altavoz. El periodismo es intencional. Siempre. Tomar partido. No se puede entender de otra manera. Y el periodismo de videojuegos tiene poco de periodismo por las barreras que se encuentra a menudo. Pero cuando toca entrevistar, está en la misma posición que cualquier otra rama del gremio. 

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Poder tener a Vávra habría sido una gran oportunidad. Para conocer más a fondo el proceso de desarrollo de un juego con tantos elementos únicos como Kingdom Come: Deliverance. Para poder entender el movimiento que hicieron de crowdfunding y de qué sirvió para el total del desarrollo. Pero también para entrar en temas mucho más peliagudos. Dentro del propio juego, poder contraponer y debatir sobre la “fidelidad” histórica y documental del juego representando la Bohemia de 1400. ¿Realmente es pro-gamergate? ¿En qué se basa su posición? Ponerlo, frente a frente, de sus posibles contradicciones sobre todos estos temas. Esto es periodismo. Preguntar, repreguntar, fiscalizar y extraer más allá del discurso oficial.

Pero no habrá periodismo con Vávra. Porque parece ser que tenerlo en el evento no podía permitirse. En este mundo, cuando te cuelgan una etiqueta te queda para siempre. Cada vez más. Un mundo donde se llora cuando un acoso deleznable en redes acaba cancelando un evento afín pero en el que luego puedes jactarte por haber conseguido cancelar una ponencia con las mismas armas. 

Por no hablar que resulta que ahora los periodistas no deben entrevistar según qué figuras. No conozco ningún compañero de facultad -cuando hierve la pasión por este trabajo- que se hubiera negado a entrevistar a Hitler (ya que el tema va por estos derroteros) si hubiera tenido ocasión. Pero claro, hablamos de periodismo de verdad, no del de 280 caracteres.

No es necesario comulgar con Vávra para entrevistarlo. Personalmente no me gusta nada de lo que he leído en boca suya. Precisamente por eso, no poder tenerlo es una gran ocasión perdida. De retratar -o profundizar, porque no todo es tan blanco o negro- a la figura. Aunque es entendible. La presencia de Vávra significa que toca preparar preguntas, documentarse más allá de las citas atribuidas, repasar posteriores declaraciones, matices, conocer el trabajo hecho y el no hecho, prepararse para repreguntar y para afrontar argumentos que deberán ser rebatidos. Y todo esto es mucho más laborioso que lanzar un par de tuits incendiarios.