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Trailblazers

Trailblazers

Trailblazers, análisis

Reafirmando el buen trato que el escenario independiente está dando al género de carreras arcade llega esta obra de Supergonk con aspecto desenfadado, acción rápida y un novedoso sistema de juego que exprimirá nuestro trabajo en equipo.

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Trailblazers, análisis

El estilo cel shading, llamativo y agradable desde el primer vistazo, da la imagen de un juego simpático, aspecto en el que no quedaremos defraudados. Trailblazers combina sencillez, buen humor y una nota de originalidad que lo distingue dentro de su género y, sin duda, es el principal foco de interés. Y es que esos chorretones de pintura que son seña de identidad del título desde su presentación han dado pie a diversas especulaciones sobre la propuesta jugable: mezcla entre F-Zero y Splatoon, se leyó en más de una ocasión. Lo cierto es que el resultado no es muy similar a ninguno de los dos exitosos títulos, pero sin duda está más cerca del primero que del segundo.

Una tradición que redibujar

Desde sus inicios, los juegos arcade de velocidad han mezclado todo tipo de ambientaciones, diseños y elementos jugables, buscando experiencias de acción que podían ir mucho más allá de ser los mejores en la pista. El perfeccionamiento de los reflejos, el aprendizaje de técnicas de conducción avanzadas y el uso y gestión de ítems son características muy comunes que esperamos encontrar (y encontramos) habitualmente, pero la mayoría de grandes nombres tienen sellos de identidad propia que les dan el plus de calidad necesario para convertirse en referentes. Ahí es precisamente donde entra la citada pintura, que actúa como sustituta de los típicos objetos de ayuda, simplificando el sistema en apariencia pero abriendo un abanico estratégico con bastante recorrido de aprendizaje.

Ponerse a los mandos de un vehículo en Trailblazers es algo muy sencillo: control directo, botones para acelerar y frenar, giro a ambos lados y casi paramos de contar. No hay movimientos de experto especialmente útiles que aprender, ni herramientas cuyo uso básico se antoja fácil pero marcan la diferencia entre hacer el apaño y ser un gran piloto: prácticamente todo lo que hay que saber sobre el control ya lo sabemos. Por otro lado, la pintura sí es fácil de usar pero difícil de dominar. Sus dos funciones se aprenden rápido: podemos dejarla a nuestro paso repartiéndola como queramos para aprovecharla como turbo cuando volvamos a pasar por ella o podemos dispararla hacia delante, permitiéndonos obtener el impulso al instante y golpear a los rivales que estén en su trayectoria, aunque gastando toda la reserva de golpe y dejando una mancha mucho más corta que del otro modo.

Cada jugador solo puede aprovechar las manchas de su mismo color para hacer turbo, del mismo modo que son inmunes a los disparos de tinta de sus compañeros de equipo. Dado el uso no inmediato de la pintura en muchas ocasiones y los cambios radicales de la disposición de la pista a medida que avanza la carrera, es común que las partidas tengan un buen número de vueltas en las que cada equipo intentará mejorar su situación y dejará la pista hecha un cuadro, literalmente. Dado que la pintura puede ser tapada con otro color, es importante distribuirla estratégicamente y no poner fácil a los rivales estropearnos la trazada, así como evitar que los demás lo invadan todo antes de que nos demos cuenta.

Modos de juego

Con tales ingredientes, está claro que la competición por equipos es gran protagonista, pero hay algunas opciones de personalización de la partida que permiten poner de relieve las habilidades de cada cual. El modo más representativo es la carrera por equipos, en la que dos bandos luchan por obtener la mayor puntuación sumando los logros de todos sus participantes. Y es que en Trailblazers siempre es recomendable ir lo más rápido posible, pero un vaquero solitario no conseguirá la gloria por sí solo en todos los eventos. La habilidad de conducción, la posición final, el uso que hagamos de la pintura y el tiempo que usemos turbo sumarán puntos a nuestro contador personal, de modo que el recuento final de todos los miembros de cada equipo será lo que determine el vencedor de la partida. Además, mientras acumulamos un combo debemos evitar las paredes y obstáculos de la pista, puesto que un choque nos privará de añadirlo al botín.

Con este sistema de competición tiene aún más sentido compenetrarse en las partidas: es más útil facilitar la vuelta rápida a todo el equipo trazando líneas largas de pintura para que todos alcancen la mejor posición posible que escaparse uno mismo. Esta misma mecánica reina en el modo de batalla por parejas, donde hay tres equipos y cada uno solo lo forman dos corredores. También cuentan los puntos en el modo puertas de velocidad, en el que el conocimiento del circuito en bruto importa menos porque los trazos de pintura no los dibujamos nosotros, sino que surgen de unos portales predefinidos a medida que pasamos por ellos. En este caso, la clave está en ser los primeros en pasar por las puertas mejor situadas y, sobre todo, encadenar varias para que nuestra trazada turbo sea larga y continuada, pudiendo sacar ventaja y sumar más puntos en combo. Aquí no tenemos reserva de pintura, por lo que no hay posibilidad de tapar lo que otros hagan y hay menos margen para corregir los errores de cada vuelta.

Por último, tenemos los modos contrarreloj y todos contra todos, donde los equipos pasan a un segundo plano y lo que cuenta es ser el mejor de manera particular. Por supuesto, la posibilidad de marcar zonas y que duren un tiempo razonable en la carrera se ve muy reducida al tener cada corredor su propio color, y la lucha por cada rincón es más dura que en cualquier otra modalidad de juego. A pesar de que la cantidad de tipos de carrera no está mal, la sensación de que podrían ofrecerse ideas aún más variadas con ese sistema de juego tan original de vehículos y pinturas está siempre presente.

Cifras y otras historias

La cantidad de contenido del juego no es abrumadora en ningún caso, pero tampoco se queda demasiado corta. El modo historia tiene un montón de capítulos, cada uno con un número variable de pruebas, ofreciendo muchas horas hasta completarlo totalmente. La campaña se divide en dos partes principales: una historieta en la que los ocho personajes controlables viven algunas aventuras un tanto insustanciales (y muy desenfadadas) para que vayamos pidiéndonoslos a todos, y una serie de torneos en los que podemos elegir libremente el piloto que queramos. En cada una de las pruebas se nos encomiendan tres objetivos de dificultad e interés variado, que en ocasiones tienen que ver con exprimir mucho nuestra mejor versión y otras veces con centrarnos en una faceta concreta del juego. La sensación durante buena parte de este modo es que estamos realizando un tutorial excesivamente largo, ya que el reto de la IA es bastante limitado.

A lo largo de esta modalidad principal no demasiado bien ejecutada, iremos repetidamente a los diez circuitos disponibles en ambos sentidos, y la ausencia de nuevos alicientes (elementos desbloqueables, algún tipo de señal de progresión como el aumento de clase o mejoras, etc.) puede hacer que perdamos el interés en cuanto nos familiaricemos con los escenarios. El verdadero rostro de Trailblazers está en el multijugador online, donde podemos encontrar retos mayores y mejorar junto a nuestros compañeros. Además, el juego cruzado entre plataformas (aunque de forma separada, ya que conecta PC y PS4 por un lado, y PC, Xbox One y Switch por otro, no pudiendo coincidir los usuarios de PS4 con los de otras consolas) aumenta la posibilidad de crecimiento y actividad de la comunidad. También tenemos opción de multijugador local para hasta cuatro jugadores, aunque siempre es recomendable añadir un par de jugadores en línea para aprovechar las virtudes que ofrecen estas partidas con el máximo posible de participantes.

Es bonito… y suena bien

Por último, pero no menos importante, es preciso destacar el buen resultado audiovisual del título, que sin alardes técnicos consigue un efecto llamativo y bien amoldado a la temática del juego. Los dibujos de los personajes, muy variados al combinar diversas razas alienígenas, robots y humanos, también son resultones y casan con los gruñidos y exclamaciones que tienen por voz, ya que no hay doblaje y sencillamente muestran satisfacción o enfado con expresiones, en su mayoría, inarticuladas. En todo caso, el apartado sonoro es notable gracias a una selección musical muy movida que ambienta a la perfección la velocidad y los entornos en los que transcurren las carreras. 


Análisis realizado en su versión Steam.
7

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.