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Outlast

Outlast

  • PlataformaNSW7PC8PS4XBO
  • GéneroAcción, Aventura
  • DesarrolladorRed Barrels Games
  • Lanzamiento04/09/2013 (PC)05/02/2014 (PS4)19/06/2014 (XBO)27/02/2018 (NSW)
  • TextoEspañol
  • VocesInglés
  • EditorRed Barrels Games

Outlast: Bundle of Terror, análisis Nintendo Switch

Nintendo Switch recibe uno de los juegos estandarte del género del terror, influenciado e influyente al mismo tiempo, y que a pesar del tiempo transcurrido desde su lanzamiento original, mantiene toda su aterradora esencia.

Outlast: Bundle of Terror, análisis Nintendo Switch

Hace ya casi 8 años que el por entonces semidesconocido estudio Frictional Games no solo sorprendiera con una propuesta como Amnesia: The Dark Descent, sino que marcaría un antes y un después para el género del terror en los años venideros. Unos de sus discípulos más aventajados fueron los canadienses de Red Barrels, que tomaron buena nota de aquel título y añadieron algunas características propias que hicieron de Outlast uno de los juegos más aterradores de la última década. Estrenado originalmente en PC y aparecido ya en casi todas las plataformas, cuenta ya con una secuela que amplía lo visto en el original, pero aún faltaba por llegar a una consola que es absoluto terreno arado para este tipo de producciones como es Nintendo Switch. Con las lógicas limitaciones técnicas de la consola pero sin perder un ápice del terror que alberga el manicomio Mount Massive, llega ahora Outlast: Bundle of Terror a Switch, por ahora escasa de este tipo de propuestas.

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El tiempo transcurrido desde su lanzamiento original hace que probablemente sean ya muchos los jugadores que han disfrutado de Outlast, pero como es habitual, hay que celebrar la llegada de un representante de tal calibre a una plataforma de Nintendo, tan poco prolífica en el género. Su llegada se produce tal cual, sin características que saquen provecho a alguna de las peculiaridades de Nintendo Switch, pero sí con el DLC Whistleblower, que probablemente pasara más desapercibido para gran parte del público, con lo que se presenta como una oportunidad bastante a tener en cuenta, a pesar de un precio un tanto elevado.

Todavía una de las mejores experiencias de terror

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Outlast nos pone en la piel de Miles Upshur, un pobre periodista en busca de una gran historia que llega al mencionado manicomio Mount Massive sin saber muy bien qué se va a encontrar, y que tras descubrirlo, probablemente habría querido habérselo pensado dos veces. Lamentablemente para él, una vez dentro ya no hay vuelta atrás, y ahora su principal objetivo ya no es investigar, sino salir de allí con vida, algo que como comprobamos una vez tras otra, no es tarea sencilla. Y no lo es básicamente porque los internados han sufrido algún tipo de tortura debido a un proyecto de una misteriosa organización de nombre Murkoff, y están aún más desequilibrados si cabe, suponiendo un peligro para la existencia del protagonista. Durante el transcurso de la “aventura”, Miles descubre multitud de documentos y notas para poder arrojar un poco de luz a todas las incógnitas que se van abriendo conforme avanzamos, pero para ello es imprescindible su principal herramienta: su cámara de vídeo.



Desarrollándose entera y exclusivamente en una perspectiva en primera persona, esta cámara juega un papel fundamental en la jugabilidad, ya que no solo permite hacer zoom y ver peligros que pueden acechar más adelante o pistas para poder avanzar, sino poder ver en la oscuridad gracias a su visión infrarroja, una manera también útil de sacar algún tipo de ventaja ante los enemigos. Dicho esto, hay que destacar que Miles no tiene absolutamente ninguna opción de defenderse ante ellos, es totalmente vulnerable, con lo que sus únicas opciones son correr o esconderse. Como íbamos diciendo, para usar esta imprescindible característica de la cámara es preciso el uso de baterías que, obviamente, se van gastando, con lo que encontrarlas se convierte en una de las tareas más arduas de todo el juego e implementa así una mecánica de supervivencia agobiante.

Probablemente, uno de los mejores piropos que se pueden decir de un videojuego de terror es que consigue hacer que el jugador no quiera avanzar, tema lo que puede encontrar más adelante, o directamente, prefiera dejar de jugar. Outlast lo consigue, pero al mismo tiempo es capaz de ponerlo en un aprieto, obligándolo a explorar en busca de las preciadas baterías, una labor que no es nada agradable ya que en no pocas ocasiones simplemente queremos avanzar para salir de allí y no entretenernos para absolutamente nada.

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Sin embargo, y sin entrar en más detalles jugables que se han tratado en su análisis original, sí cabe destacar que, a pesar de ser un juego que sin duda transmite una sensación de agobio permanente, una vez transcurridas unas pocas horas se le aprecian las costuras en lo que a los sustos se refiere. No todos los internos son hostiles, y he ahí uno de los atractivos de Outlast, el saber -o intuir- cuáles son susceptibles de atacarnos y cuáles no, pero en determinadas situaciones es demasiado evidente, como algunas en las que se interponen en nuestro camino, siendo este único y no existiendo ruta alternativa. En estos casos, obviamente, sabemos que no vamos a ser atacados, lo que resta gran parte  de la tensión que resuelta de otra manera, esa situación podría causarnos.

Así es el port para Nintendo Switch

Si en su momento Outlast era un juego solvente técnicamente, sobre todo siendo una producción no excesivamente cara, años después se le nota desfasado, máxime teniendo en cuenta que la que estamos disfrutando es la versión con el apartado técnico más flojo. En modo portátil encontramos una resolución de 720p que aumenta a 1080 en el dock, con un frame rate de 30 cuando en sus anteriores versiones podíamos jugarlo a 60, lo que supone la verdadera diferencia respecto a aquellas. No obstante, esta tasa es constante en ambos modos, sin bajones, y no deja de ser un pequeño logro para este estudio no tan grande el poder trasladar su experiencia a la consola híbrida de Nintendo. También algunas texturas, sobre todo las de las deformes caras de los internos, empeoran notablemente en modo portátil, pero es un aspecto que ya no era un dechado de técnica en PC, PS4 y Xbox One, con lo que tampoco debemos achacarle mayor gravedad en esta versión.



Sin embargo, algo que llama la atención poderosamente es cómo vibran los Joy-Con de manera exageradísima en situaciones como ataques enemigos, lo que en ocasiones nos saca de una inmersión que, por lo demás, sí está bien conseguida. Lo que no falla es todo lo relacionado a la ambientación, que se mantiene con la calidad de siempre gracias a entornos de tonos oscuros y oxidados sea en el modo que sea, y cuyos efectos de sonido se transmiten perfectamente tanto en los altavoces de la propia consola como cuando tenemos nuestra Nintendo Switch en modo sobremesa.

7

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.