Assassin’s Creed Rogue Remastered, Análisis

En las familias siempre hay un hermano que se lleva más protagonismo que otro, más si ambos nacen muy cerca (o simultáneamente si son mellizos y/o gemelos). Es irremediable, y esto no quiere decir que los padres quieran más a uno que a otro; simplemente, uno se lleva más atención que el otro. Algo así pasó allá por 2014 cuando Ubisoft lanzó Assassin’s Creed Unity y Assassin’s Creed Rogue.

El título ambientado en la Revolución francesa puso el foco mediático, ya que supuso el esperado salto de los asesinos a la nueva generación. Sin embargo, el desenlace no fue el esperado por la compañía gala, desde luego: el que mejor parado salió fue Assassin’s Creed Rogue. Esta entrega puso el broche final a la generación de PlayStation 3 y Xbox 360. Y fue una pena que pasara sin pena ni gloria, ya que la producción no inventaba nada, pero tampoco fallaba. Era divertido, apostaba por aquello que funcionó en entregas previas y lo potenció con una historia que nos metía en el papel de Shay Patrick Cormac, un asesino que daba el salto a los templarios. Ahí es nada.

Cuando las remasterizaciones empezaron a aflorar en esta generación, los rumores sobre un salto de Rogue a PS4 y One no cesaron en ningún momento. Por suerte, ya está aquí: se merecía esta remasterización y la tenemos a precio reducido. Hora de surcar los mares.

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Mejorar lo pasado

Al igual que en todos los análisis que realizamos de remasterizaciones, aquí no vamos a tratar nada del plano jugable, narrativo, etc., sino que nos vamos a centrar en cómo luce el trabajo realizado por Ubisoft.

Lo primero a destacar es que el juego a nivel visual gana muchos enteros. La resolución nativa es 1080p en PlayStation 4 y Xbox One, mientras que existe la posibilidad de subir a 4K si se posee una PlayStation 4 Pro y una Xbox One X. La pregunta, por tanto, es fácil de realizar… y también de contestar: “¿Se nota de verdad?”. Sí, se ven los cambios a simple vista.

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Todas las texturas del juego han sido modificadas para la ocasión. Como es lógico, se nota que estamos ante un título de la anterior generación, más si tenemos en cuenta que se aprovecharon muchos assets de Black Flag, pero el trabajo que se ha llevado a cabo cumple notablemente. Barcos, personajes, vegetación y un largo etcétera han sufrido las garras del remodelado, al igual que algunos fallos técnicos. Por ejemplo, la niebla (popping) ha desaparecido por completo, y eso se agradece sobre todo cuando estamos navegando.

De igual manera, hay que aplaudir a la par que pegar un tirón de orejas a la tasa de imágenes por segundo. Se mantiene constante en 30 frames por segundo, lo que se agradece en las batallas navales. Sin embargo, nos deja un sabor amargo, ya que una subida a 60 frames por segundo habría sido algo que le habría sentado muy bien. Suponemos que el estudio consiguió estabilizar los 30 FPS y quiso no tocar nada más, en lugar de mantenerlos con saltos entre 30 y 60.

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Cabe destacar también que una parcela donde sí se vislumbra que el juego ya tiene cuatro añitos tras de sí es en las animaciones. Assassin’s Creed Rogue cogió lo mejor de Black Flag, por lo que estamos hablando de movimientos, gestos, animaciones, etc., que tiene, mínimo, cinco años (o más, ya que sus mecánicas a la vez son importadas de Assassin’s Creed 3). En este punto sí se ve que adolece un poco, más si tenemos en cuenta todo lo bien que lo hizo Assassin’s Creed Origins hace sólo unos meses (y encima si se compara con su control, que es el más pulido de la saga).

Por tanto, la remasterización en líneas generales cumple en el plano técnico… y también en el de contenido. La edición que recibe PlayStation 4 y Xbox One tiene todos los contenidos descargables lanzados al mercado. Gracias a ello, hay más horas de navegación, de abordaje de barcos y de cañonazos a toda vela. Al fin y al cabo, no hay que olvidar que este Rogue aporta más en su vertiente secundaria que primaria, donde se nos otorgan casi cincuenta horas para completar todo.