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Wartile

Wartile

  • PlataformaPC7
  • GéneroEstrategia
  • DesarrolladorPlaywood Games
  • Lanzamiento08/02/2018
  • TextoEspañol
  • VocesInglés
  • EditorDeck13

Wartile, análisis

Estrategia y mitología se vuelven a dar la mano en un juego donde la personalidad de su planteamiento artístico sobresale por encima dle resto de apartados.

Es casi un año exacto el que Wartile se ha mantenido en estado Early Access, un formato que el usuario mira cada vez con más recelo debido a proyectos bastante más grandes que este, como es el caso de DayZ, por ejemplo. Sin embargo, la propuesta de Playwood Project ha sido totalmente honesta en este sentido, hasta llegar a moldear un juego de mesa de estrategia que se controla con teclado y ratón, porque eso es precísamente lo que ha conseguido este modesto estudio: recoger la esencia de los tableros y trasladarla con un acierto notable a nuestros monitores. Los vikingos y la mitología nórdica protagonizan este videojuego cuyas mecánicas jugable no son su única peculiaridad.

Pequeñas batallas sobre el tablero

El intentar recrear un juego de tablero implica hacerlo también visualmente, y Wartile presume de una gran personalidad en ese aspecto visual, sobre todo artístico. Tanto nuestras unidades como las enemigas están representadas con pequeñas figuras de acción, mientras que los escenarios, sorprendentemente variados y basados en paisajes del norte de Europa, con dioramas genialmente diseñados y divididos a su vez en casillas. Esto le otorga cierta sensación no ya solo de juego de mesa, sino de verdadera maqueta virtual que le diferencia de otras propuestas jugables similares, aunque a su vez esto deriva en algunos pequeños problemas de los que hablaremos más adelante en este mismo texto.

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Sí es cierto que Wartile es ante todo un juego de estrategia, pero lejos de estar basado en turnos, lo que propone es una acción real en la que cada figura debe permanecer un tiempo de espera para poder moverse y llevar a cabo cualquier acción de las disponibles sobre el tablero. Esto hace que por muy buenos estrategas que seamos y muy bien que planifiquemos nuestros movimientos, se nos exija una buena velocidad de reacción ante situaciones peliagudas, como una cantidad considerable de enemigos o una emboscada inesperada. Afortunadamente, esto se puede solucionar ralentizando la acción, pero lo que ocurre sobre la mesa no espera a nadie, y esto puede llevar irremediablemente a la muerte de alguna de nuestras unidades.

Dicho esto, el máximo de figuras que podemos situar sobre el tablero llega a cinco, que aunque es un número más que suficiente y bien equilibrado en relación a la dificultad de la mesa, a su vez también es más exigente a la hora de gestionarlas. Obviamente, cada personaje tiene sus habilidades derivadas de su clase -bárbaro, lancero, arquero...-, y su situación y movimiento es vital para el éxito de la misión, ya que poner en primera línea a un especialista en ataques a distancia acabará a buen seguro con su vida. En cuanto al movimiento, las figuras aliadas atacan automáticamente a las enemigas que se encuentren a una distancia posible y si a esto unimos el hecho que anticipábamos antes de que la acción no se detiene en ningún momento, hace obligatorio el pensar y calcular no ya el movimiento, sino la posición, ya que es muy necesario estudiar a fondo el terreno -la altura otorga ventaja- para poder tender emboscadas y compensar alguna posible inferioridad numérica.



De aquí que, por fortuna y a pesar de los ataques automáticos, nuestra labor como jugador no se limite a mover las figuras con coherencia, sino también a usar las habilidades desbloqueadas de cada figura, que toman la forma de cartas, pero que resulta una mecánica ligeramente confusa. Según suban niveles, cada uno de los personajes irán consiguiendo estas acciones, pero el uso de las cartas no resulta todo lo intuitivo que debería, y aunque parezca una tontería, la simple acción de elegir una y arrastrarla al objetivo puede costarnos cara si no la hacemos con la rapidez y precisión suficiente. Colocar trampas para osos, efectuar un golpe de escudo que aturda al enemigo o, por supuesto, curar a una unidad son algunas de las acciones que pueden llevarse a cabo, estando limitadas por una cantidad de puntos de magia, y siendo imprescindible a medida que avanzamos y la dificultad -bien medida eso sí- aumenta considerablemente. En este sentido, no deja de dar la sensación de ser una mecánica ciertamente desaprovechada, ya que la combinación de estrategia y cartas, contando estas con una mayor profundidad, podría haber hecho aún mejor a Wartile.



Y ya que mencionamos la dificultad, hay que hacerlo de lo bien equilibrada que está, sobre todo en cuanto a su curva de aprendizaje. Wartile sabe introducirnos sabiamente cada una de sus mecánicas de manera paulatina, sin abrumarnos con interminables tutoriales o extensos textos de ayuda, y sí aplicar unas pautas para nuestros primeros pasos que nos hacen aprender a jugar sin que se sienta como un anodino y tedioso tutorial. Dicho esto, los primeros escenarios y misiones dan la sensación de no presentar no ya un reto importante, sino de resultar una propuesta simple, algo que algunos entornos después nos damos cuenta de que, afortunadamente, no es así. Wartile sabe resultar un desafío incluso para los más duchos en el género. Pero esa aparente poca profundidad que le podría faltar a nivel jugable la compensa con un sistema de progresión muy bien aplicado.

Como ya es habitual en el género, y que multiplica su variedad, es esta progresión para cada una de nuestras figuras. Durante nuestras incursiones en cada diorama podremos encontrar objetos ocultos como armas, armadura u objetos útiles, lo que a su vez añade un gran componente de exploración y hace que no nos queramos limitar a cumplir la misión principal sin más. Estos objetos luego podrán ser vendidos a un mercader entre cada objetivo principal, y por supuesto, comprar con el dinero obtenido en cofres no solo equipamiento sino también bonificaciones a la defensa, el daño o la salud, por ejemplo.

De esta manera, a medida que una de las figuras aumenta su nivel no solo lo hacen sus atributos, sino también la cantidad máxima de estas bonificaciones que se pueden aplicar, no teniendo porqué estar atadas permanentemente a un personaje, sino que pueden personalizarse constantemente según necesidades de la misión que vayamos a afrontar. Dicho esto, incluso las nuevas figuras están a la venta en la Taberna, aumentando nuestro ejército de vikingos, pero esto tiene una contraprestación importante, y es que afecta de manera negativa a la narrativa, al no tener ninguno de los personajes una importancia vital en la historia, que al mismo tiempo, no tiene un gran peso específico. Sí es cierto que antes de cada misión se nos pone en contexto de porqué debemos hacer lo que vamos a hacer, pero no se sigue una trama conectada, con lo que pierde irremediablemente cierto atractivo.

7

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.