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Aegis Defenders

Aegis Defenders

Aegis Defenders, Análisis

Bart y Clu, dos buscatesoros, hallan el Aegis en una de sus expediciones. Se trata de un arma vetusta capaz de cambiar un mundo en el que la humanidad está en peligro de extinción. Bajo esta premisa, GUTS Department arrasó en Kickstarter con la promesa de cambiar el género de las plataformas. Su obra, Aegis Defenders, combina rasgos del metroidvania con elementos del tower defense. La mezcla es soberbia y refrescante, como su excelso uso del pixel-art.

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Aegis Defenders, análisis

Los géneros artísticos no son inmutables. Evolucionan y se adaptan en función de factores tan diversos como el presupuesto o la audiencia a la que apelan. Para saber si un género fílmico sigue siendo vigente, Leo Brandy, en su obra The World in a Frame, lo reduce todo a una pregunta que interpela al público: “¿Todavía queréis creer en esto?”. La respuesta tiende a ser afirmativa, por lo que proliferan filmes clónicos. A los superhéroes me remito. No obstante, llegado el momento, la audiencia madura y exige algo más complicado. El crecimiento de un medio es inherente al de su público.

En el caso de los videojuegos, más concretamente en los plataformas, suele plantearse esa mayor complejidad como un aumento de la dificultad. Es decir, se vincula la madurez del género y sus jugadores con un incremento del reto. Super Meat Boy y sus imitadores son el ejemplo idóneo, e incluso los juegos de Mario incluyen fases cada vez más desafiantes. Sin embargo, la complejidad es multidimensional y limitarse a confeccionar obras más difíciles no satisface las necesidades de todos los públicos. Un medio ha madurado cuando es lo suficientemente versátil como para brindar alternativas a todos los perfiles de audiencia. La prueba es Aegis Defenders, que huye de la dificultad despiadada como única vía de evolución.

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Plataformas y tower defense, combinación sorprendente

Hasta llegar a nuestras manos, el proyecto de GUTS Department ha sido muchas cosas. Este indie se concibió inicialmente como una novela visual, idea que se desechó al lanzar su campaña en Kickstarter. En 2014, el estudio californiano solicitó financiación prometiendo una aproximación distinta al plataformeo bidimensional. GUTS optó por enriquecer la fórmula añadiendo elementos de tower defense y ahora, cuatro años después, concluimos que la decisión fue óptima. El hecho de que los ingresos doblaran a la meta planteada en Kickstarter —145.000 $ de 65.000 $— no es casualidad.

La obra de GUTS versa sobre Bart y su nieta Clu, dos ruinhunters que se ganan la vida recolectando y vendiendo reliquias. En la diégesis de Aegis Defenders, sobrevivir es un privilegio; la humanidad está en peligro de extinción. Como ocurre con los avances de los Sheikah en The Legend of Zelda, en el mundo de Aegis Defenders hay restos de una tecnología claramente avanzada a su tiempo. Precisamente, Bart y Clu hallan uno de estos objetos arcaicos en una de sus expediciones. Se trata del Aegis, un arma que forjó su leyenda durante la Gran Guerra. Los protagonistas se percatan de su descubrimiento y ahí comienza su aventura en pos de salvar a la humanidad y combatir a un imperio tiránico.

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El relato que se nos narra bebe del mito artúrico de la espada, tema clásico en el que Excálibur —el Aegis en este caso— cambia el destino de todos. En efecto, es un planteamiento trillado y pilar de infinidad de obras. Sin embargo, tanto el argumento como los personajes están excelentemente construidos y desarrollados; desbordan calor humano. Gracias a eso, amén de a un sense of wonder constante al explorar los escenarios, esta es una aventura que atrapa con suma facilidad. Y eso es esencial, porque Aegis Defenders emplea las primeras horas en formar al jugador. GUTS sabe que su fórmula mezcla conceptos con los que el usuario debe familiarizarse, sobre todo con el componente estratégico de todo tower defense. Así, la curva de dificultad tarda un tiempo en empezar a pronunciarse. Contar con unos personajes tan carismáticos, por ende, ayuda a que el inicio lento de Aegis Defenders sea mucho más llevadero.

Cuatro personajes, múltiples estrategias

Su comienzo pausado, no obstante, está plenamente justificado por la cantidad y diversidad de mecánicas y elementos que confluyen en el título. Por ejemplo, las habilidades de cada personaje, entre los que podemos alternar pulsando L1 y R1. El ingeniero Bart es tosco al atacar con su martillo y su pala, pero endiabladamente eficiente construyendo y arreglando torretas. Su nieta Clu es una cazadora con mucha pericia, lo que se concreta en un buen manejo de la escopeta y el arco, así como en trampas capaces de ralentizar y debilitar a los rivales. Las características de ambos ya posibilitarían la definición de estrategias complejas, pero GUTS no se conforma.

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El devenir de la historia resulta en la aparición de otros dos personajes controlables: Kaiim y Zula. El primero es un monje bastante poderoso que cuenta con el don de disparar bolas de fuego devastadoras y atraer los recursos como si su cuerpo fuera un imán. La segunda es una ágil ladrona que puede correr sobre superficies con pinchos y lanzar shurikens contra varios contrincantes. Combinar las habilidades de todos e ir intercalando entre cada personaje pinta una capa de estrategia en el lienzo pixelado de Aegis Defenders. La metáfora pictórica no es gratuita, puesto que lo cromático juega un rol fundamental en este indie. Cada héroe está vinculado a un color, que a su vez guía al jugador para que sepa qué armas son más útiles y qué enemigos son más vulnerables ante cada avatar. Bart está asociado al amarillo, Clu al azul, Kaiim al rojo y Zula al morado. Evidentemente, esto no es diferencial en las fases de plataformas, pero es crucial en los momentos de tower defense que culminan cada fase. 

Los 18 niveles que componen Aegis Defenders empiezan con secciones plataformeras. No es arriesgado vincularlas al metroidvania, pues a los saltos se unen enemigos a derrotar y territorios por explorar. Escrutinar cada rincón es tan fundamental como en el género acuñado por Samus Aran y Simon Belmont, ya que es una forma de encontrar objetos que desbloquean nuevas armas y habilidades. Si Aegis Defenders se limitara a su vertiente metroidvania, sería un juego notable per se. Pero la propuesta del estudio de Los Ángeles es ambiciosa y enriquece la experiencia entremezclando géneros videolúdicos. Aegis Defenders, por ejemplo, incluye pequeños e ingeniosos desafíos en formato puzle. Incluso añade matices RPG. En cada nivel se cede un espacio a la interacción entre personajes para fomentar la relación con unos u otros. Aunque esto no influye en el plano argumental, la decisión tomada concede una suerte de puntos de amistad que podemos invertir en mejorar las torretas, trampas y demás cachivaches de cada uno.

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Defender la torre es mejor en compañía

Pero si por algo brilla Aegis Defenders es por su componente tower defense. En él radica la diferencia entre un plataformas bidimensional competente y un juego notable. Es la parte más desafiante, pero también la más rica y divertida. Como en todas las obras basadas en “defender la torre”, el objetivo principal es resistir ante las acometidas de las oleadas de enemigos. Para sobrevivir a su ataque, gestionar los recursos y asignar roles es fundamental. Pongamos por caso que Clu dispone trampas en el terreno mientras Bart nutre la retaguardia con sus torretas. A ese escenario hay que sumar la participación de Kaiim y Zula, así como las sinergias entre todos. El resultado: estrategia apasionante.

Por si trabajar con las virtudes y los defectos del cuarteto protagonista no fuera suficiente, también es posible combinar sus habilidades para que, por ejemplo, inflijan el máximo daño a enemigos de dos colores. Al dar información sobre los contrincantes mediante códigos cromáticos sencillos, Aegis Defenders no necesita tutoriales infinitos ni pantallas sobrecargadas de información. Todo el protagonismo recae en la definición de estrategias en tiempo real.

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En vez de pulir el género de las plataformas aumentando el número y/o la dificultad de los niveles, Aegis Defenders apuesta por un componente estratégico. Crece a lo ancho, sumando opciones constantemente. Aunque lo hace a buen ritmo y sin saturar al jugador, es posible que no todo el mundo sepa gestionar tantos matices. Esa sensación se hiperboliza en el fragor de la batalla en tanto que el modo individual obliga a pulsar muchos botones. A veces, quizá innecesariamente. Sin arruinar la experiencia ni mucho menos, sí que se hace tedioso escoger personaje, encomendarle una acción, confirmarla y repetir el mismo proceso con los cuatro integrantes del grupo. Pasadas unas horas, la memoria muscular solventa tan monótona rutina, pero es un proceso que puede desencantar a algunos.

Consciente de dicha limitación, GUTS concede mucho protagonismo al modo cooperativo. Sin duda, jugar con un amigo compartiendo pantalla es la mejor forma de disfrutar de Aegis Defenders. Esta vertiente agiliza bastante la toma de decisiones y facilita la preparación ante futuras acometidas. Entre oleadas, el juego solo otorga 60 segundos para recolectar recursos, construir y mejorar las torres y distribuir al equipo en las posiciones correctas. GUTS obliga a pensar rápido, pero abruma en los niveles finales. Gracias al modo cooperativo y a la división de tareas, estas fases se disfrutan mucho más. Y de todas las plataformas en las que está disponible el juego, la que más se beneficia de su apuesta por el multijugador local es, sin duda, Nintendo Switch.

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Un nuevo referente del pixel-art

Las imágenes adjuntas lo evidencian, pero vale la pena reiterarlo: Aegis Defenders es un juego precioso. No es el primer indie en deslumbrar por su uso del pixel-art, pero es difícil recordar ejemplos que perfeccionen tanto esta técnica. Cada escenario está repleto de color y pequeños detalles, como la actividad de los animales. Eso, junto al uso de los fondos, dota de vida y personalidad al título de GUTS. Las animaciones en batalla, suaves y fluidas, constituyen un auténtico deleite. Asimismo, será complicado que olvidemos las escenas en el campamento, con el cielo impregnado de estrellas refulgentes y un fuego capaz de traspasar la pantalla y transmitir su calor. Los diálogos, en los que los personajes cuentan con retratos dibujados a mano, son la guinda en un título marcadamente artesanal. Aegis Defenders regala escenas preciosas, de esas que fuerzan a pulsar el botón de captura de pantalla inconscientemente.

Toda una oda a la era de los 16 bits que también tiene su reflejo en la banda sonora. El equipo de Power Up Audio, encabezado por Riley Koneig (Celeste, Towerfall Ascension) brinda piezas sublimes valiéndose de pianos juguetones e instrumentos de cuerda harto emotivos. La música se adapta perfectamente a cada momento, enterneciendo las escenas pausadas y añadiendo épica a las batallas. Desde luego, cada pieza contribuye sobremanera a generar una ambientación inolvidable.

8

Muy Bueno

Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.