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Burnout Paradise Remastered

Burnout Paradise Remastered

  • PlataformaNSW7.5XBO7.5PS4PC
  • GéneroConducción
  • DesarrolladorCriterion Games
  • Lanzamiento16/03/2018 (XBO, PS4, PC)19/06/2020 (NSW)
  • TextoEspañol
  • EditorElectronic Arts

Burnout Paradise Remastered

Tras una temporada donde muchos le han echado de menos, el Burnout de Criterion Games regresa a nuestras pantallas devolviéndonos una Paradise City remasterizada y con una puesta al día visual hasta a 4K. Carreras a todo trapo online y offline en una de las mejores experiencias arcade de conducción de todos los tiempos.

Actualizado a

Burnout Paradise Remastered, análisis

10 años han pasado desde la última vez que Criterion puso sobre la mesa su último Burnout; diez años desde que los amantes de la franquicia pudieron disfrutar de su particular forma de entender los juegos de conducción, una década entera en la que ha habido una prácticamente total ausencia de algo parecido a Burnout o a su espíritu. Dos lustros en los que los desarrolladores han tenido tiempo de sobra para revitalizar el género, para concebir nuevas ideas, para tratar de hacernos llegar ese subidón de adrenalina que nos dejó Burnout Paradise. Pero nada de eso ha ocurrido en todo este tiempo y, para volver a revivir la experiencia de Paradise, hemos tenido que recurrir a Burnout Paradise... Remastered. Y algo muy bueno debía tener este juego cuando, a día de hoy, sigue siendo posiblemente la mejor experiencia arcade de coches que se puede disfrutar en una consola.

Para todos aquellos que ya jugaron a la versión de 2008 van a encontrar aquí una experiencia muy parecida a la original. De hecho, en algunas cosas, incluso demasiado parecida a la original. Pero si por un casual alguien llega de nuevo a esta saga, este Remastered llega con todo el contenido que tenía en el momento de salida y con todos los descargables que fueron llegando después, ya sean coches extra o el DLC de Big Surf Island. Paradise City sigue siendo ese hub repleto de carreras en las que participar en cada intersección, de luchas en las que competir, de tramos cuya mejor marca hay que superar y, por supuesto, de multitud de vehículos que derribar. Todo esto con una sensación de velocidad única en el género, con la posibilidad de verlo a 4K y a unos gloriosos 60 frames por segundo estables como una roca, por lo menos en nuestra versión (Xbox One X).

La fórmula de Paradise de encadenar las pruebas es muy dinámica y sigue bastante vigente hoy día; básicamente nosotros estamos de free roaming por el mapa y nos iremos encontrando pruebas a las que podemos escoger si participar o no pulsando ambos gatillos. Estas pruebas tienen un recorrido fijo que nos lleva casi siempre de lado a lado en el mapa, donde casi con total seguridad encontraremos muy cerca otra prueba en la que participar. A medida que ganamos competiciones (ya sean stunts, capturas, carreras al uso, etc.) iremos consiguiendo puntos en nuestro carné y se irán desbloqueando nuevos vehículos con particularidades distintas: algunos serán más rápidos, otros más fuertes para aguantar las embestidas de los rivales, otros derrapan mejor... pero todos se controlan de forma maravillosa. Paradise tiene un equilibrio casi perfecto entre la conducción arcade y la sensación de que el coche está bajo nuestro control.

Y esto es muy meritorio porque la velocidad a la que se mueve el juego obliga muchas veces a actuar por instinto antes que por reflejos, o bien habiendo hecho ese tramo en el modo libre otras veces para conocernos los atajos. Y es que el diseño del mapa está realizado de forma soberbia: aparte de las propias carreteras hay literalmente docenas y docenas de lugares por los que acortar, saltos, super saltos, cambios de nivel de una autopista a otra, carteles que atravesar... es una tarea titánica conocerse los infinitos recovecos que esconde el juego, más aún cuando todo sucede de forma tan vertiginosa. A veces el juego es “consciente” de esta circunstancia y quiere “tirar del mando” (tras eliminar un rival mediante un takedown, siempre lo hace) para llevarte por el camino correcto, pero siempre a bajas velocidades o al pisar fuera de una pista. Por regla general es frecuente acabar con nuestro vehículo estrellado contra un puente, contra otro coche o estampado contra un muro.

Hay un sinfín de coches (y alguna que otra moto, gracias al DLC) incluidos en el juego, todos ellos modelados de forma brillante y con físicas arcade pero consistentes. Burnout Paradise Remastered no tiene campaña al uso, pero las pruebas escalan de dificultad conforme vamos mejorando nuestro carné. Normalmente los vehículos disponibles para completar esas pruebas van acorde a su nivel pero, debido a la inclusión de los contenidos extra, todos los coches que se podían comprar están disponibles desde el primer minuto. Esto significa que podemos equipar un Carson GT Nighthawk muy muy pronto en el juego y dejar atrás a toda la competencia sin problemas y creemos que mantener el factor desbloqueable de progresión hubiese sido la decisión correcta en este caso. Históricamente Burnout siempre había exigido lo mejor del jugador en todo momento y ahora, durante la mayor parte del juego, hay que hacer un esfuerzo para ignorar el hecho y la posibilidad de simplemente coger un coche mejor del que debería utilizarse en ese momento de forma “oficial”, en un título de por sí relativamente fácil.


Pero ya sea con el mejor o peor de los vehículos, es increíble la facilidad con la que transcurren las horas en Paradise City, y muchas veces sin hacer nada. Esto es especialmente cierto en el online, en el que podemos entrar en todo momento pulsando un botón en la cruceta; los primeros días los servidores estaban cerrados pero en el momento en el que la opción se abrió, nos lanzamos a recorrer la ciudad con otros usuarios haciendo en ocasiones algunas pruebas en formato cooperativo, otras veces compitiendo por sacar el mejor tiempo en un tramo o jugando a ladrones y policías en equipo. Pero la mayor parte del tiempo, de largo, la pasamos simplemente chocando los unos contra los otros, persiguiéndonos por los innumerables escondrijos de la ciudad, esquivando las embestidas de un archienemigo que nos hicimos en apenas 5 minutos o dando vueltas en el campo de béisbol a ver quién aguantaba más haciendo un drift. O activando el Showdown para calcular cuantos millones podría costar tirarnos contra esa esquina, que ya que no hay modo Crash como había antaño nos tenemos que conformar con esto. 

También online podemos participar en carreras al uso y con su propio ránking, si nos apetece un ambiente desenfadado pero competitivo. Ahí sí recomendamos un mínimo conocimiento de las mecánicas del juego y de los coches en particular, que no todos funcionan igual ni se manejan de la misma forma. Y como algunos de ellos solamente se pueden obtener “cazándolos” mientras deambulan por la ciudad, resulta productivo echarse unas vueltas tanto por la isla principal como por Big Surf, descubriendo los secretos que se esconden también allí. Eso sí, como era de esperar, con la banda sonora que incluye temas de Avril Lavigne, Alice in Chains o el clásico de Guns n' Roses con el que abre siempre el juego y del que nunca uno se llega a cansar. 

Remasters y remasters

La principal gracia del juego es, sin embargo, que sigue siendo tan divertido hoy como diez años atrás. Eso es, mayormente y como dicen los puristas, por el respeto al código original. Hay varias formas de enfocar un remaster o un remake, algunas más ambiciosas y otras que lo son menos; Burnout Paradise Remastered es de las que, por 29,90€ que cuesta el juego y por mucho que venga con los DLC, demuestra cierta pereza a la hora de actualizarse. Porque el “respeto al código original” no debería ser una excusa para corregir, mejorar o incluso añadir cosas al título para convertirlo en un juego objetivamente mejor. El lavado de cara es notorio, por ejemplo, y mucho nos parece para un juego de 7,7 GB de espacio en disco (frente a los 97,6 GB de Forza, por ponernos en situación), pero hay algunas texturas – como la del asfalto o la tierra – que no están al nivel. Tampoco la mayor parte del paisaje o los modelados de los coches que no son alguno de los 150 que podemos llevar.

Tampoco hubiese costado mucho añadir un viaje rápido para ir de una punta del mapa a la otra, cosa que ya se echaba de menos en la versión de 2008; cuando acabamos una prueba y aparecemos en la otra punta de la isla, tenemos que volver a la intersección inicial para repetir la prueba, cosa que a día de hoy nos parece absurdo. Y hay 5 puntos contados en la isla, 6 si contamos la expansión, en donde podemos cambiar de coche; dado que podemos estar circulando y encontrarnos una prueba que requiera un modelo específico, no tiene sentido que tengamos ir a la chatarrería a cambiar el coche y luego volver al lugar donde estaba esa carrera. También se echa de menos el modo Crash – lanzarse contra una intersección para provocar los mayores daños posibles -  y que tanto lo pidió el jugador de Burnout original, o la vuelta de antiguos takedowns que no se incluyeron en el juego. Poder poner un waypoint en el mapa manualmente para que nos guíe el GPS del juego, o incluso que las pruebas que se realicen en la expansión cuenten de forma global para subir el carné, son solamente algunos ejemplos de esa “pereza” que antes citábamos a la hora de rehacer el juego. Mejoras de calidad de vida para los fans que hubiesen justificado su adjudicación de nuevo más allá del factor nostalgia o del factor 4K.


7.5

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.