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Pawarumi

Pawarumi

Pawarumi: Analisis

La escena independiente mezcla a los dioses aztecas con la polaridad de Ikaruga en un nuevo delirio en forma de Shoot em Up sólo apto para los que busquen dificultades elevadas.

Una vertiente casi olvidada del shoot em up

Pocos géneros de siempre cuentan con un metalenguaje y tradición tan ricoscomo el del shoot em up. El amplio folklore que ha ido dejando el paso de losaños se reinterpreta últimamente de formas muy variopintas, y lo vemos decuando en cuando en títulos tan diferentes como Super Hydorah, Luftrausers oSine Mora Ex, muy variados dentro de su similitud y respeto a los cánones. Noes un mal momento para este género que nunca se irá del todo, pero hay unavertiente muy rutilante del mismo que no ha recibido aún la atención que merecepor sus logros pasados, y esta nueva propuesta que es Pawarumi viene claramentea cubrir ese hueco.

Parece mentira pero Ikaruga, un nombre que entró con estrépito a la listade favoritos de muchos aficionados, es ya un clásico moderno del género y sedirige hacia su vigésimo cumpleaños sin que nadie nos colapse el cerebro a sumismo nivel. Aunque es cierto que ha habido otras aproximaciones a aquella ideagenial que fue su polaridad azul y roja, todo el que sigue el mundillo sabe desobra que las maneras de Treasure aún merecen una o varias vueltas de tuercamás, como demuestra el seguimiento de culto del que gozan este título y suantecesor. Así lo piensan también los franceses de Manufacture 43, quienes sehan afanado en dar a luz al auténtico heredero espiritual de Ikaruga. Unapropuesta que, recordemos, también tenía hechuras de videojuego indie en sumomento, puesto que fue desarrollado por un equipo minúsculo en 2001.

 

En Pawarumi, un juego indie con todas las letras de hoy - campaña enKickstarter incluida -, se dan cita muchos elementos que pronto reconocerán losmás asiduos: la perspectiva vertical en pantalla horizontal que la RadiantSilvergun y otros grandes como Giga Wing llevaron a la excelencia, la velocidadde desplazamiento de la nave protagonista de Soukyugurentai, los patronesbalísticos de no pocos bullet hell, y un cierto toque como de los juegos deVideo System/Psikyo que impregna todo el conjunto. Son pinceladas que están ahípara quien las quiera advertir, pero ninguna llega a adueñarse por completo delconjunto, ya que hay otra característica del juego que se encarga de loimportante para un shoot em up actual: la definición de su personalidad propia,de la identidad con la que marca distancias con los demás.

 

Ikaruga a tresbandas

 

Es tan complicadoexplicarlo como dominarlo a los mandos, pero por fortuna es extremadamente divertidojugarlo. Pawarumi profundiza en las polaridades de Ikaruga llevándolas a unaimplicación incluso mayor en su jugabilidad, desde el mismo momento en que son treslas variables. En este juego de piedra, papel o tijeras contamos de entrada contres armas diferentes (una más tradicional, un rayo que atraviesa enemigoshasta el fondo de la pantalla y unos misiles guiados) otorgada cada una de ellaspor un dios azteca devoto de un color determinado. Ni que decir tiene que losenemigos también exhiben estos tres colores y que, por supuesto, el efecto quecada arma tiene sobre ellos variará según se relacionan entre sí estas trestonalidades rojas, verdes y azules.

Es aquí donde el título exhibe su verdadero pelaje, ya que no existen en éllos clásicos power ups, vidas o súper bombas, sino que todo lo vamos a tenerque ir consiguiendo mientras esquivamos los cientos de proyectiles, atendiendo en todo momento alcolor de nuestras armas y a los enemigos a los que disparamos. Regeneramosnuestra vida si acertamos a una nave enemiga del mismo color que nuestra arma,aunque enfadamos con ello a unos enemigos que se vuelven más agresivos. Porotro lado, cada color tiene su opuesto al que hacemos mucho más daño, por loque eliminamos hostiles casi de un plumazo si les acertamos con esta variable en mente.Para terminar de volvernos locos, también recargamos un arma especial disparandocon un color determinado a enemigos de otro color en concreto. La curva deaprendizaje manda en Pawarumi, y el tutorial es absolutamente crucial hastaniveles pocas veces vistos en un shoot em up, pero por fortuna la recompensa anivel jugable es grande, cuando entendemos  e interiorizamos el elemento de puzzle que eljuego propone.

 

Un arcade radical

 

Pawarumi brilla anivel jugable cuando se entiende esta triple polaridad. Es entonces, cuandovamos sintiéndonos cómodos en un juego en el que se puede morir en cualquiermomento, cuando iremos utilizando las propias características de las armas paraeliminar a los enemigos sin reparar todo el tiempo en los aspectos de lo quelos autores llaman sistema Trinity. Por muy importante que éste sea, estarconstantemente pensando en ello también nos puede llevar a caer por puraconfusión –a pesar de que el Hud, crucial, ayuda a tener siempre presentes lasdiferentes reacciones-, por lo que el juego requiere que limpiemos la pantallade enemigos aunque no siempre consigamos esa recarga que deseamos en cadamomento.  Quien se aproxime al título debetener claro que Pawarumi se regodea en lo que ha distinguido el género desde siempre,y que por tanto la dificultad es elevada una vez superada la aproximación quees el modo fácil. No contamos con modalidades de juego alternativas aparte dela posibilidad de rejugar los niveles por separado para acumular experiencia ymemorizar patrones, pero no es que hagan mucha falta en un juego que estáclaramente planteado como una máquina recreativa radical, escueto en recursoshasta el extremo de prescindir de las vidas y continuaciones. La muerte vuelve a ser aquí unaoportunidad para el aprendizaje. Si caes una vez, pantalla de Game Over y adejar caer otra monedita en la recreativa. Una recreativa que hay que completarcon un crédito, por lo que la mecánica de la regeneración de vida es crucial entodas las partidas y en su uso estratégico está la clave del éxito.

 

Es posiblementeen esa radicalidad donde Pawarumi se alejará del paladar de muchos jugadores.Son solamente cinco niveles diferentes los que se nos proponen, lo que pareceráescaso (con razón) a no pocos fanáticos del género. Conviene recordar llegadosa este punto que el propio Ikaruga contaba esos mismos episodios, y que laduración de Pawarumi es superior a la del juego de Treasure, si es queconseguimos completarlo. A pesar de todo, hay que admitir que este aspecto dela duración podría haber estado mejor tratado, y seguramente le habría sentadomuy bien al conjunto la inclusión de algún nivel más. Admitido esto, tambiénhay que recordar que más vale calidad que cantidad en estos casos, y losniveles de Pawarumi consiguen mantener el interés, con un último episodio quees una auténtica montaña rusa y exhibe un diseño realmente sobresaliente. Por todo lo anterior, este punto tan controvertido de la duración no resta interés jugable a una propuesta así de sólida, ni tampoco puede servir para quitar mérito a un aspecto gráfico y sonoro realmente atractivo al que se le pueden poner muy pocos peros.

Pawarumi es uno de los mejores shoot em up recientes, y acierta de lleno al recuperar las sensacionesmareantes de Ikaruga aumentando por el trayecto sus variables y la complejidadjugable . Además, su argumento y esa idea de la ambientación, ahí es nada,“pre-colombina retro futurista” tienen su gracia y consiguen, en nuestraopinión, que el juego aúne armoniosamente la idea de una auténtica recreativaactual con las propuestas alocadas y la experimentación a ultranza de la escenaindependiente de hoy en día.

8

Muy Bueno

Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.