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Into the Breach

Into the Breach

  • PlataformaPC9.5
  • GéneroEstrategia
  • DesarrolladorSubset Games
  • Lanzamiento27/02/2018
  • TextoInglés
  • VocesInglés
  • EditorSubset Games

Into the Breach, Análisis

Los creadores de FTL presentan Into the Breach, un ambicioso título con el que confirman su estatus como uno de los mejores desarrolladores del momento.

De comandantes a generales

Corría el año 2012 y los desarrolladores indies comenzaban a obsesionarse con el “roguelike”. Este concepto de juego se basaba en aumentar la sensación de riesgo experimentada por el jugador haciendo que cada situación peliaguda pudiese llevar a la muerte del jugador y el consecuente final de la partida. Spelunky demostró que el concepto de la “permamuerte” podía funcionar para un plataformas pero no fue hasta la llegada de Faster Than Light que quedo clara la flexibilidad que podía tener. Lejos quedaban las mazmorras omnipresentes en el género, FTL nos situaba en una galaxía lejana a cargo de nuestra propia nave, una espectacular aventura de ciencia ficción con la que muchos pudimos satisfacer nuestras fantasías infantiles.

Han pasado seis años desde entonces y la cantidad de copias de su previo juego con distintos entornos no ha dejado de crecer. Pero Subset Games, desarrolladores de Into the Breach, han demostrado con este título que son de todo menos conformistas. Las únicas similitudes entre este y su previo título son la presencia de “permamuerte”, ambientación futurista y estilo artístico. Fuera de estas coincidencias este se trata de un título completamente distinto al anterior, una distancia entre títulos similar a la que presentan los juegos de SuperGiant Games. Es refrescante ver a una desarrolladora que prefiere trabajar en una idea fresca, original y arriesgada antes que una simple continuación o mejora de su previo título (que ya actualizaron en su día de forma substancial y gratuita).



La trama de Into the Breach no es nada nuevo. La Tierra ha sido invadida por los Vek, una raza de poderosos y probablemente gigantescos alienígenas que amenaza con destruir nuestra civilización. Ante semejante situación apocalíptica la humanidad se ve obligada a recurrir a su arma definitiva: un escuadrón de gigantescos soldados mecánicos. Así la trama de Into the Breach avanza a través de las cuatro islas disponibles, cada una de las cuales cuenta con un CEO encargado de presentarnos nuestros objetivos e imbuir a cada isla con una cara y un toque de personalidad. Se reduce, por lo general, a escasas líneas de texto y pequeños diálogos durante el combate y sirve más como una forma de añadir algo de sabor a la jugabilidad que como parte fundamental del juego. Y es que la jugabilidad es donde Into the Breach realmente destaca.

Comenzaremos nuestra primera partida de Into the Breach con una sola isla disponible ya que las demás iremos desbloqueándolas a medida que juguemos. Una vez desbloqueada una isla siempre podremos empezar nuestra siguiente partida en ella. Cada isla se divide en regiones, cada una de las cuales representa una misión. Dichas misiones ocurren siempre en mapas cuadrados de sesenta y cuatro casillas generados automáticamente. Deberemos usar nuestras unidades para tratar de salvar a la humanidad mientras cumplimos nuestros objetivos. Tras completar un número de misiones en cada isla se activará una misión final con su correspondiente criatura alienígena especialmente poderosa. Si superamos este desafío final habremos completado la isla y podremos pasar a la siguiente. Al completar la segunda isla podremos seguir completando las dos restantes o simplemente enfrentarnos al malo final y terminar la partida.


Esta es la estructura básica de Into the Breach, aunque sufre algunas modificaciones a medida que progresamos en la campaña que preferiríamos mantener secretas para jugadores potenciales. Este esqueleto sigue guardando similitudes con FTL, pero es en cada una de sus misiones donde brilla Into the Breach. Como ya hemos mencionado, cada combate transcurre en un pequeño tablero de juego donde nuestra primera decisión será posicionar a nuestras unidades, que deberán sobrevivir un número de turnos para alzarse victoriosos. Durante este primer turno deberemos observar el terreno de juego, la posición de nuestros enemigos y tratar de predecir cual será su primer movimiento. Tras posicionarnos dentro de la zona determinada para ello, nuestros enemigos ejecutarán sus primeros movimientos. Es precisamente durante estos turnos enemigos que Into the Breach introduce la mecánica que lo distingue de cualquier otro juego por turnos del mercado.

Los enemigos en Into the Breach jamás ejecutan su ataque de forma directa. En lugar de eso, en su primer movimiento se posicionan para atacar, de forma que el jugador tiene toda la información necesaria para ejecutar su propio turno. Al contrario que en otros juegos de estrategia por turnos, en Into the Breach siempre sabremos cuando una de nuestras unidades va a recibir daño, cuando vamos a perder un importante objetivo. Nuestra labor se limitará a utilizar los recursos a nuestra disposición para obtener el mejor resultado de cada situación. Puede parecer un cambio sutil pero el hecho de saber en todo momento que van a hacer nuestros enemigos transforma el juego completamente. Predecir lo que va a hacer nuestro enemigo no entra en la ecuación lo cual a su vez limita el componente frustrante del juego. Hace que en lugar de culpar al juego o a la inteligencia artificial de los enemigos seamos nosotros los únicos culpables en la derrota.

Maravilla del diseño

A partir de esta premisa Into the Breach pone sistema sobre sistema para crear uno de los juegos de estrategia mas compactos y perfectamente elaborados que hemos jugado nunca. Ninguna de las habilidades de nuestras unidades cuenta con un solo uso, cada acto suele llevar a más de una consecuencia. Así, nuestros disparos empujarán unidades una casilla, nuestras granadas moverán a todos los enemigos cerca del impacto con su onda expansiva y los potentes puñetazos de nuestras unidades cuerpo a cuerpo propulsarán a nuestros enemigos hacia delante. Esta dualidad de propósito en la mayoría de nuestras habilidades y acciones disponibles hace que las posibilidades tácticas realmente florezcan. En ocasiones, por ejemplo, será beneficioso para nosotros disparar a nuestras propias unidades si en el proceso movemos o dañamos a enemigos que vayan a causar aun más daño. La creatividad que permiten los sistemas incluidos en el juego es impresionante y contribuye a hacer de cada combate un ejercicio similar al de resolver un puzle.



También los entornos en que transcurren los combates tendrán su importancia durante los mismos. Las montañas pueden ser destruidas si reciben suficientes impactos, el agua es letal para la mayoría de los Vek y algunos mapas incluyen bombardeos periódicos en algunas casillas, mares que amenazan con devorar el terreno de juego o simplemente un masivo Cataclismo que poco a poco destruye el mapa y a cualquiera que camine sobre él. Edificios en cada mapa representan la población humana superviviente y perderlos supone la disminución de nuestra barra de poder. Si esta barra llega a cero perderemos la partida definitivamente, debiendo abandonar la linea temporal en que habitamos con un solo piloto, que podremos usar durante nuestro siguiente intento. Esto hace que muchas veces nos merezca la pena sacrificar parte de la vida de una de nuestras unidades para salvar un edificio del ataque alienígena.

A medida que avancemos en la campaña desbloquearemos nuevas habilidades que podrán usar nuestras tropas, todas ellas ampliamente útiles en el campo de batalla y la principal forma en que podremos personalizar nuestro estilo de juego durante la partida. En otro toque de genialidad, cada uno de los objetivos secundarios que completemos en batalla nos otorgará distintos recursos, forzándonos a completarlos si queremos llegar bien equipados al combate final. Dichos objetivos son diversos y complicados de completar: proteger cohetes durante su lanzamiento, un determinado edificio, un tren que se mueve por el mapa cada turno... Uno de nuestros objetivos favoritos nos hace responsables de la seguridad de un “Vek volátil” que debemos proteger hasta el final de la partida. Por supuesto, este enemigo no deja de ser peligroso luego debemos hacer malabares para tratar de mantenerle vivo mientras limitamos su devastación.



Hay una enorme cantidad de detalles que hacen que todos estos sistemas propuestos por Into the Breach se complementen a la perfección, que añaden sabor y variedad al sistema de combate y a la estrategia de nuestra partida en general. Determinadas casillas boscosas comienzan a arder si sufren daño, quemando a cualquier unidad que decida pararse en ellas; nuestras unidades son anfibias pero no pueden disparar desde el agua, lo que también pasa cuando hay humo en una casilla;al empujar unidades harán daño a las unidades contiguas en la dirección del empuje, lo cual nos pondrá muchas veces en situaciones en las que no podemos dañar a un enemigo sin destruir también una estructura importante o perder un objetivo. Se trata de una infinidad de sistemas, pequeños detalles y genialidades de diseño que hacen que cada turno en Into the Breach nos haga rompernos la cabeza pensando cual podría ser la solución óptima. Es este cariño al detalle jugable el que hace que cada partida de Into the Breach descubramos una nueva interacción o ejecutemos ese movimiento perfecto que andábamos buscando.

 
Todo esto haría de Into the Breach un juego excepcional si nuestras unidades se limitasen a los tres robots desbloqueados inicialmente: un robot cuerpo a cuerpo, uno que dispara en línea recta y un robot de artillería a distancias largas. Pero el caso es que a medida que completemos determinados logros durante el juego conseguiremos monedas con las que desbloquear escuadrones completamente distintos. Cada uno de estos escuadrones cuenta con una jugabilidad completamente distinta lo que da lugar a su vez a estrategias originales. Así, el escuadrón original representa la tecnología contemporánea con misiles, granadas y combate cuerpo a cuerpo pero otros escuadrones tienen temáticas completamente distintas. Los hay que basan su armamento en los láseres o el desplazamiento de enemigos, otros cuentan con unidades con tendencia suicida pero mucho más poderosas, otros priorizan las unidades voladoras... Este elemento hace que la rejugabilidad del título sea prácticamente infinita, pero es que el juego además incluye un modo de dificultad difícil que promete quebrar el cráneo de los estrategas más experimentados.



El estilo artístico y su banda sonora se adaptan perfectamente a la jugabilidad de Into the Breach. Gráficos pixelados con tonalidades purpuras y menús muy claros, junto a un terreno de juego que recuerda más a un tablero de juego que un campo de batalla ayudan a crear una experiencia clara y concisa donde no hay detalle que no sea indispensable. Asimismo la banda sonora complementa perfectamente el juego hasta el punto de que dejas de darte cuenta de que está ahí y simplemente ayuda a sumergirte en la estrategia. Ambos aspectos han recibido el cariño necesario y contribuyen a hacer que Into the Breach tenga algo más de carácter que su predecesor mientras conserva su esencia.

9.5

Excelente

Un título referente en su género, que destaca por encima de sus competidores y que disfrutarás de principio a fin, seguramente varias veces. Un juego destinado a convertirse en clásico con el paso de los años. Cómpralo sin pestañear.