All Walls Must Fall
- PlataformaPC7.5
- GéneroEstrategia, Acción
- DesarrolladorInBetweenGames
- TextoInglés
- EditorInBetweenGames
All Walls Must Fall, Análisis
Un mundo alternativo en el que el Muro de Berlín nunca cayó, tecno-futurismo y estrategía ambientada en discotecas homosexuales. All Walls Must Fall es una oferta novedosa, te contamos si alcanza sus grandes ambiciones.
Desde el momento en que abrimos All Walls Must Fall su banda sonora bombardea nuestros tímpanos, sus potentes bajos dejando bien claro que la temática de este juego es el baile y la música. Su atronador volumen solo ayuda a que ya en el menú principal hayamos sido cautivados por la explosiva energía que demuestra este juego. Se trata de una constante a lo largo de todo el título y aunque no llega a penetrar el componente jugable de la misma forma que algo como Crypt of the Necrodancer, si empezamos hablando de ella es porque causa una impresión indeleble en el jugador y encapsula perfectamente la esencia de la experiencia. Este es un título que parece buscar excusas para hacer su música relevante y, al contrario que un universitario que llega tarde a clase, las encuentra.
Una vez nos sobreponemos al shock inicial de la música (proceso que durará entre cinco y diez segundos) podemos sumergirnos de lleno en la campaña principal. Aunque la posibilidad de hacer nuestra muerte permanente e imborrable esta ahí, recomendamos evitarlo en nuestro primer recorrido por el juego ya que tardaremos bastante en amaestrar todos los sistemas incluidos de todas formas. Cada misión comienza con una breve introducción narrada mediante subtítulos y retratos de los personajes (no está doblado) que nos pone al corriente de los motivos por los que debemos infiltrarnos en otro club gay y que debemos conseguir en el proceso. La visión de una realidad alternativa que nos presenta All Walls Must Fall parece implicar que de no haber caído el Muro de Berlín la sociedad alemana habría terminado por ser enteramente homosexual. De haber mujeres, desde luego no aparecen en ningún momento a lo largo del juego. No es algo necesariamente malo, simplemente nos llamó la atención cuando nos percatamos de este detalle tras varias horas de partida.
All Walls Must Fall se juega como si Xcom tuviese un solo personaje por escuadrón, pudiese mover el tiempo a su antojo y fuese capaz de manipular el entorno a su antojo. Es decir, es bastante poco parecido a Xcom pero la comparación es obligada al tratarse de un juego “por turnos” con cobertura. Este no es realmente un juego por turnos, sino que por cada pulsación rítmica de la música debemos realizar una acción. De no hacerlo perderemos parte de un recurso sin el cual no podemos realizar acciones. Prácticamente cualquier acción que utilicemos tirará de este recurso y por tanto es imprescindible mantenerlo a niveles aceptables. Para recargarlo simplemente debemos explorar habitaciones nuevas dentro de las discotecas o ejecutar combates estilosos.
Este componente rítmico aporta al título un giro sobre la jugabilidad habitual en este tipo de juegos. Más adelante se introducen aun más modificaciones e innovaciones, como la posibilidad de rebobinar el tiempo para el mundo a nuestro alrededor, retroceder en el tiempo en general o solo movernos temporalmente a nosotros mismos. Por desgracia, una vez desbloqueemos todas estas habilidades y aprendamos a manejar bien el recurso temporal el juego se vuelve ligeramente fácil, a no ser que tratemos de completarlo de manera pacifista en cuyo caso deberemos aplicar todas las mecánicas temporales de manera que el juego pasa a ser más puzle que estrategia. Aquellos que no gusten del componente rítmico podrán desactivarlo sin problema.
Fuera de combate podemos hackear terminales, ya sea para pasar a zonas restringidas sin alertar a los guardias o para hacernos con compañeros drones capaces de dar su vida por nosotros sin pensárselo dos veces. Pero lo más importante si queremos evitar confrontaciones innecesarias será aprender a dialogar con los miembros del personal de cada discoteca. Cada conversación se desarrolla de la forma habitual en un RPG, con varias opciones entre las que podemos escoger, cada una de las cuales provocará una reacción en nuestro interlocutor. A medida que jugamos este sistema pierde su frescura cuando descubrimos que el número de conversaciones y opciones para las mismas es limitado y aprendemos a solucionar la gran mayoría sin dificultad. De nuevo es un caso en el que el juego se vuelve demasiado fácil a medida que jugamos.
Afortunadamente para el título, la variedad de misiones así como el estilo gráfico ayudan a hacer que la estancia en el mismo sea agradable. Con respecto a lo primero, determinadas misiones requerirán que nos hagamos con mercancía robada, otros nos harán convencer de hacer algo o eliminar a un objetivo, etc. Se trata de misiones variadas que nos hacen pensar de otra forma que simplemente tratar de eliminar a cualquier enemigo con el que nos crucemos y el hecho de que ocasionalmente tengan varias soluciones es brillante. Que sepamos este es de los pocos títulos en que la mayoría de misiones se pueden completar ligando bien, un punto a favor.
El estilo gráfico del juego es también muy llamativo, tratándose de una mezcla entre escenarios tridimensionales y personajes bidimensionales. Fuera de una ocasión en la que un bug provocó que el juego entero no fuese sino líneas de colores, este es un título que luce a la perfección y cuyo estilo gráfico complementa perfectamente su temática. Las discotecas están repletas de cientos de hombres de todo tipo, la mayoría de los cuales bailan incesantemente y unos cuantos de los cuales están completamente desnudos. En un toque completamente innecesario por parte de los desarrolladores, todos los NPCs (y hay cientos por mapa) cuentan con un nombre generado aleatoriamente. Otro toque puramente estilístico que termina siendo de lo más memorable del juego es su el sistema por el que tras cada combate podemos observar la acción repetida. Al igual que en Superhot, cada combate se convierte en una frenética danza cuando substraes el componente temporal.
Al igual que estos nombres, fuera de su estructura principal cada misión en el juego se genera al azar. Esto dificulta e incluso imposibilita el aprendernos los niveles, forzándonos a improvisar en vez de memorizar. Para aquellos que hayan dominado los sistemas que componen el juego, el modo de desafío diario puede satisfacer el deseo de una dificultad mayor. Quienes no sean capaz de disfrutar tanto el combate y la jugabilidad del título tendrán aquí suficiente juego como para una tarde y a un precio bastante asequible. Eso sí, no está traducido al castellano en absoluto.
Bueno
Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.