Symmetry, Análisis

A finales de 2015 tuvimos la oportunidad de disfrutar en las salas de cine de Marte (The Martian), la película protagonizada por Matt Damon y dirigida por Ridley Scott. La trama de la cinta, que a su vez está basada en el libro homónimo escrito por Andy Weir, narra el día a día de un astronauta al que se le da por muerto en el Planeta Rojo. Gracias a sus inventos, este consegue sobrevivir a todos los obstáculos que aparecen por el camino (y el resto ya es spoiler y no vamos a contarlo).

La base contextual de Marte se encasilla perfectamente con el arquetipo moderno de videojuego de supervivencia, es decir, ese donde hay que hacer encaje de bolillos para que los personajes sobrevivan. Parece que los chicos de Sleepless vieron en The Martian la oportunidad perfecta para parir una producción de este calado, así que se pusieron manos a la obra hasta tener Symmetry.

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El espacio, la meta

El objetivo de Symmetry es bastante simple: escapar del planeta en el que nos encontramos. Tras sufrir un accidente, tres miembros de la tripulación tienen que ingeniárselas para huir de allí. ¿Cómo? Ese es el gran interrogante que se va resolviendo a través de la gestión de recursos, gracias a los cuales no sólo tendremos que seguir con vida, sino también conseguir esa vía de escape.

La principal particularidad de Symmetry es que mientras vamos haciendo acopio de materiales y malviviendo, el juego desvela su propia historia. Había que llegar al planeta para explorarlo, hasta aquí sin problemas, pero quizás en ese terreno exista un peligro mayor que el del propio accidente.

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Es de agradecer que la narrativa que la producción presenta sea fluida y sin altibajos. No hay grandes cargas textuales; de hecho, todo se cuenta en tiempo real mientras se realizan las labores de supervivencia necesarias. Este modo de contar la historia es arriesgado, más en un género de estas características, pero es digno de elogio el cómo lo han introducido los chicos de Sleepless.

En Symmetry cada día con vida es un premio. Para realizar este análisis, por ejemplo, os podemos decir que durante la primera hora de juego no conseguimos pasar del quinto día, siempre moríamos una y otra vez. Symmetry es difícil. Muy difícil, para ser correctos. La curva de dificultad que presenta es altísima desde un primer momento, pero en cuanto la tripulación haya muerto decenas de veces, entonces se empezarán a entender las claves jugables. Es como subir una cuesta con una dura inclinación inicial para luego allanarse.

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Todo título de supervivencia es complejo, no lo vamos a negar, pero si por algo destaca esta obra es por la nula ayuda que se ofrece al jugador. Quitando los primeros compases, donde sí se dan algunas pinceladas, el juego es una concatenación de causa-consecuencia. Así es como vamoss aprendiendo que si hace frío extremo en el exterior, quizás no sea buena idea salir; o que si dentro del refugio se va la calefacción, la vida de cada miembro descenderá el doble de rápido de lo habitual.

Por un lado dan ganas de reventar el teclado contra la mesa, pero por otro se aplaude esta decisión. No obstante, el fallo de Symmetry no es que su hándicap pueda ser también su virtud, sino que mientras se realizan todas estas acciones de supervivencia, el aburrimiento puede llegar a hacer mella.

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El planteamiento jugable tiene tres puntos: recopilar leña, comida y materiales tecnológicos. A través de estos apartados se orquesta toda la jugabilidad, lo que puede parecer una buena decisión de primeras, pero cuando vas por el día 30 empieza a ser algo tedioso. A diferencia de otras producciones como This War of Mine, donde sí se ofrece un amplio abanico de opciones, en Symmetry la rama de labores de supervivencia se antoja corta. Hemos echado en falta que el refugio se pudiera mejorar en demasía, que los personajes tuvieran grados de actualización, que el frío no fuera siempre el fenómeno climatológico que afectaba a los astronautas, y un largo etcétera.

Es una sensación agridulce, ya que Symmetry cumple con su cometido, que es el de ofrecer una obra sci-fi de supervivencia, pero se quedan atrás otros puntos claves de este tipo de producciones (sobre todo el de la evolución de los personajes y el refugio donde se resguardan, que salvo el hecho de poder acoger más materiales, el resto no aparece).