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Island Flight Simulator

Island Flight Simulator

  • PlataformaNSW3PCPS4
  • GéneroSimulación
  • DesarrolladorCaipirinha Games
  • Lanzamiento20/06/2017 (PS4)16/01/2018 (NSW)17/04/2018 (PC)
  • TextoEspañol
  • EditorLibredia

Island Flight Simulator, Análisis

Un intento de simulador de vuelo llega a Nintendo Switch dispuesto a pasar a la historia, pero quizás no como pensáis... Os contamos qué tal es la versión para la híbrida de la gran N en este análisis.

Actualizado a

Island Flight Simulator, Análisis

Ayer mismo nuestro compañero Sergio nos contaba cómo PlayStation Vita cedía el terreno indie a Nintendo Switch, la consola híbrida de Nintendo que está cosechando éxitos en cada mercado donde se ha lanzado. Si bien el título del que hoy os hablamos entraría con calzador en este género, es un buen ejemplo de cómo en el catálogo de Switch hay cabida para todo tipo de juegos.

Island Flight Simulator es un intento de acercar la simulación de vuelo a consolas, un género que si por alguna razón no se ha propiciado en demasía en este tipo de aparatos de ocio es por varias razones. Primero por el uso indiscriminado de botones que se necesitan para justamente lo que pretende, simular el control de un avión, y que un simple gamepad no nos ofrece. En segundo lugar porque este tipo de productos requiere de un gran hardware para calcular la máxima cantidad posible de datos que se barajan en cada acción que realizamos con el avión. Entonces, ¿qué podemos encontrar en Island Flight Simulator?

Del dicho al hecho…

Hay un trecho. Y además demasiado grande. Porque este videojuego creado por Caipirinha Games Joindot Games es de todo menos lo que pretende ser. La esperada simulación que deja entrever su título ni está ni se le espera y lo único que consigue -y además estupendamente- es que nos aburramos desde la primera misión de entre las más de cien que incluye el cartucho.

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No existe un modo historia como tal puesto que lo único que tenemos que hacer es recoger paquetes en diferentes islas y entregarlas en su destino para, después, volver a nuestro hangar. Tres sencillos pasos que se repiten una y otra vez hasta llegar al final de nuestra “aventura”. No hay conversaciones, tampoco vemos a otros pilotos y ni tan siquiera a más aviones surcando el cielo. Es como un juego de móviles adaptado a la circuitería de Nintendo Switch -que para nada aprovecha- donde echar partidas esporádicamente sin más pretensión que la de intentar que nos ayude a conciliar el sueño.

Acelerar, frenar, virar el avión o encender el motor son los únicos botones que intentan dar realismo a Island Flight Simulator. También está la posibilidad de utilizar el tren de aterrizaje, una opción casi anecdótica que solo aprovecha un par de aviones de los tres disponibles en el juego. Lo peor es el terrible control que posee cada uno de estos aeroplanos y que hace difícil divertirse con el cartucho; tosco, lento y para nada real que desquicia tras cinco minutos de juego. La cosa mejora “algo” cuando vamos actualizando el avión con nuevos componentes (no muchos, la verdad) o accediendo a otro de superiores características, pero lo más probable es que antes de llegar a ese punto ya estemos pensando a cual de nuestros cuñados prestarle el videojuego. 

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Antes de aceptar un encargo la acción transcurre en una cámara en primera persona donde manejamos al piloto, es decir, nosotros. Apenas tenemos un par de metros cuadrados para movernos y las únicas acciones posibles son la de repostar nuestra avioneta, escoger la siguiente misión y acercarnos al hangar. Además de encargos dentro de la legalidad, existen otros donde aceptamos llevar mercancía de dudosa procedencia que nos expone a ser sancionados económicamente si nos pescan con ella. Nada más. Una vez aceptada la misión debemos subirnos a nuestro avión y poner rumbo a la isla donde se haya el paquete, aterrizar, coger el susodicho y llevarlo a su destino.

Lo que debería ser una maravillosa experiencia como es la de sobrevolar el mar, visitar paradisíacas islas, pilotar diferentes aviones y sentir la brisa en el cogote, se convierte en una tortura jugable cuando comprobamos que el trayecto de una isla a otra puede llevarnos -sin exagerar- aproximadamente cinco minutos con unas vistas durante el trayecto que poco incitan a jugar. A ello hay que sumarle que con su control, si erramos en algún momento -algo bastante fácil-, nos obliga a repetir desde el inicio el encargo. Si esto ocurre antes de llegar a la primera isla aún tiene un pase, pero si sucede en la última, tras más de diez minutos viendo cómo tu avión vuela solo, mirando las mismas nubes una y otra vez, una niebla que apenas deja ver el escenario y menos acción en pantalla que ver luchar a dos botijos, el reintentar el encargo es algo así como un pase VIP al Infierno.

Técnicamente desastroso

Lo único que podía haber salvado en cierta medida este cartucho era un cuidado apartado técnico. Unas buenas vistas, coloridos paisajes, unas físicas complejas para el mar, algo de ambient occlusion que otorgue más realismo, efectos climáticos que den vidilla etc… Ya que viajamos de un lugar a otro, al menos que disfrutemos del trayecto, pero ni aquí consigue que Island Flight Simulator levante el vuelo, si se nos permite la broma.

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Gráficamente es un juego de hace dos generaciones mal pulido. Sombras pixeladas, dientes de sierra a toneladas, errores gráficos en la generación de escenarios, poca distancia de visión, agua sin cuidadas texturas ni movimiento, incoherencias mostrando las islas, nula vegetación, edificios que se repiten hasta la extenuación… y así, un suma y sigue. Todo este descuidado apartado ya pudimos verlo en su edición para Wii U y esperábamos al menos que se corrigiera para su lanzamiento en Nintendo Switch, pero no ha sido así.

Rizando más el rizo encontramos que no tiene opción alguna para cosas tan básicas como invertir las cámaras o la ausencia total de música que nos acompañe en los trayectos. Es curioso ver que sí existe una opción que nos permite bajar el volumen de la melodía… del menú de inicio. También se puede modular el volumen de los efectos sonoros y quizás quieras hacerlo pues su calidad dista mucho de ser de primera categoría y más allá del girar de las aspas, poco más escucharemos.

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3

Malo

La idea era buena pero se ha llevado a cabo de forma desastrosa. No te lo compres, está mal terminado.