Furi, Análisis

Furi, Análisis Switch

Durante el pasado 2017 se dijo que Nintendo Switch sería la consola de los videojuegos independientes de la próxima década. No sabemos si esto será así, no hemos llegado al punto de ser la Bruja Lola o Michael Pachter, pero desde luego los mimbres primerizos conducen a este camino.

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En esta ocasión, la portátil (o sobremesa, según se vea) de Nintendo recibe Furi, una de esas producciones que seguramente no pase a la posteridad, pero sí que merece una oportunidad a poco que se quiera disfrutar de un título diferente, tanto con sus cosas buenas (que son muchas) como las malas (que son algunas).

Aprieta el gatillo

Desarrollado por los franceses de The Game Bakers, Furi es una amalgama de conceptos muy peculiar. Por un lado es un shoot’em up donde las balas y las katanas tienen protagonismo, pero por otro es un walking simulator. Son términos dispares y casi antagónicos se podría decir, pero Furi es eso: dicotomía en todo.

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Como este análisis aborda la versión de Nintendo Switch, no es necesario entrar a criticar las mecánicas jugables, dado que para eso ya está el análisis correspondiente para PlayStation 4. En esta review se va a comentar cómo funciona el port para la portátil nipona, aunque el resumen rápido es fácil y sencillo: notable.

Furi basa toda su fuerza en los combates. Mientras que la parte de walking simulator es bastante tediosa (hasta tal punto que se puede pulsar un botón para que el personaje realice el trayecto automáticamente), es con la acción cuando se puede dilucidar si la conversión ha sido buena o no. Y hay que asentir, ya que los combates son fluidos y sin tirones, algo clave y vital.

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Al igual que en las otras versiones, la tasa de frames está desbloqueada, es decir, no se ha querido fijar en ningún guarismo para que la máquina use la que más le convenga. Esto tiene dos polos opuestos, pero en esta ocasión la moneda salió cara y no hay que preocuparse por ello. De hecho, y aquí llega lo paradigmático de la situación, las únicas caídas en el framerate se observaron en los pasajes que hay entre combate y combate, donde toca andar, en otras palabras.

No deja de ser curioso que en un juego que recoge el término “bullet hell” (infierno de balas) por la cantidad de casquillos que pone en pantalla, así como los espadazos tan vertiginosos, no sufra ralentizaciones en este campo en concreto, sino en el que se presupone que la consola utiliza menos recursos. Qué cosas.

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Gracias a este buen hacer, el trabajo de Takashi Okazaki luce a las mil maravillas. El artífice del carismático Afro Samurai fue el encargado del diseño de todos los personajes que aparecen durante la aventura, de unas seis horas de duración. La paleta de colores tan variopinta que tiene el juego no desmerece en Nintendo Switch, y tanto los tonos más oscuros como claros destacan en la consola.

Pasa igual con la banda sonora. El ritmo electrónico es la nota predominante durante todas las batallas, mientras que para las partes de “andar” se apuesta por una melodía más calmada. No ha habido cambios respecto a sus versiones homónimas, así que quien quiera seguir disfrutando de las mismas lo tendrá fácil.

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Lo último que cabe destacar de este port tiene que ver con los controles. Al hacer uso del doble stick (con el izquierdo se mueve y con el derecho se dispara), los joycon de Switch responden bien, sobre todo si se le acopla el pad. ¿Quiere decir esto que acoplados a la pantalla desmerece? Para nada, pero teniendo en cuenta que Furi no es un juego para nada asequible –de esos que te dan ganas de tirar el mando-, es aconsejable la comodidad por encima de todo.