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Splasher

Splasher

  • PlataformaPCPS4XBONSW8
  • GéneroAcción, Plataformas
  • DesarrolladorSplashteam
  • Lanzamiento07/02/2017 (PC)27/09/2017 (PS4, XBO)26/10/2017 (NSW)
  • TextoEspañol
  • EditorPlaydius

Splasher: análisis para Nintendo Switch

Lo abarrotado de la escena independiente hace que propuestas muy interesantes no reciban la atención que merecen. Splasher es uno de los ejemplos más claros de este 2017. Analizamos un plataformas con el pedigrí de contar con diseñadores de Rayman Origins y Legends entre sus mentes pensantes.

Cuando, hace no tanto, Rayman Origins dejaba boquiabiertos a quienes esperaban otro gran plataformas bidimensional, se olfateaba la presencia de un perfume que convertía todo aquello en lo mejor que habíamos visto hacer al personaje hasta la fecha. Es cierto que el juego entraba por los ojos por sus gráficos, punto y aparte entonces en unas 2D que no estaban tan bien tratadas entonces como lo han estado estos últimos dos años. También lo es que su música era exquisita y en ella sonaban algunos temas por los que el tiempo no va a pasar jamás. Todo ello, sin embargo, estaba supeditado al aroma de unos niveles fantásticamente diseñados, muy variados y siempre interesantes, que se erigían en verdadero motivo de la gran acogida que obtuvo la vuelta de Rayman a las 2D. Ni Origins ni su secuela, el inconmensurable Rayman Legends, eran juegos fáciles, pero el sector más veterano no podía dejar de pensar que sus diseñadores habían preferido pecar de conservadores en cuanto a la dificultad a base de no penalizar en exceso las cómicas muertes. Si tal cosa fue así realmente, Romain Claude, que diseñó niveles en aquellos proyectos, ha decidido purgar ahora sus demonios en este Splasher, un plataformas que seguramente se cuenta entre las propuestas indie más ignoradas de este año pese a ser uno de esos juegos que lo clavan en lo que plantean. Un videojuego de puro plataformeo de los que se explayan en su dificultad, que hará las delicias de quienes busquen un reto complicado pero justo y, sobre todo y ante todo, un diseño de niveles del todo estelar.

Una estética muy francesa

Splasher recuerda visualmente a no pocos videojuegos franceses salidos de la escena independiente los últimos tiempos. Gráficos coloristas, chillones, con un punto bien llevado entre lo esquemático y lo infantil y un componente de videojuego para sistemas móviles, en la tradición de lo que hemos contemplado en propuestas tan golosas como las de The Bug Butcher o los juegos propios de DotEmu (Pang Adventures, Wonder Boy). Gustarán más o menos según la predisposición de cada cual, pero artísticamente tienen su gracia, gozan de un buen nivel de detalle y consiguen meternos en situación con solvencia, que es lo que pretenden. Fondos y personajes no ocultan que estamos ante un proyecto que se ha realizado con tanto esmero como pocos  recursos, pero Splasher es uno de los videojuegos que mejor se las apañan para que nos llegue a dar exactamente igual si el proyecto de tres desarrolladores del país vecino tiene muchos medios detrás o no. Va al grano, se explica con sencillez y se nos lanza a la yugular con muy pocos preámbulos. Después, una vez lo vamos dominando, consigue el gran logro de no hacerse repetitivo y seguir sorprendiendo casi hasta el final de sus niveles. Y si no recordamos mal esto es, ni más ni menos, lo que pedimos a un buen título de plataformas desde los tiempos añejos del género.

Tres ingredientes, máximo sabor.

No es que lleve a cabo nada muy original en este aspecto, pero Splasher es magistral cuando nos explica sus mecánicas sin mediar palabra alguna. Nos enteraremos en segundos de todas ellas sin que sean voces o textos, sino chorros de pintura, quienes nos las enseñen. Pronto aprenderemos también que Romain Claude debió quedarse fascinado con Super Meat Boy, un videojuego del que toma innumerables inspiraciones en forma de sierras mecánicas, plataformas al límite o el comportamiento del protagonista en el aire. También debió gustarle bastante Splatoon por lo que, ansioso por crear un plataformas con personalidad, ha terminado logrando una vuelta de tuerca novedosa dentro de un género al que no siempre sientan bien esas cosas, todo ello a base de simples chorros de pintura por las paredes. Esto último se revela como un importante mérito añadido, y es que en este Splasher todo se ha llevado a cabo a base de dotar al protagonista y su mundo de unas posibilidades casi inagotables usando solamente dos tipos distintos de pintura y un chorro de agua que puede limpiarlas. Muy pocos ingredientes, es cierto, pero logran el máximo sabor e intensidad. La pintura roja, como la sangre que Super Meat Boy iba dejando por todos lados, nos permite agarrarnos a las paredes y techos, mientras que la amarilla nos propulsa en varias direcciones como si de un trampolín se tratase, y hablamos de un rebote como el que ya hemos visto cientos de veces en los clásicos Mario, Sonic y Donkey Kong Country. Nada es esencialmente nuevo, pero lo pasaremos tan bien que nos dará igual.

Lo que de verdad importa

Resuenan muchos ecos de Rayman Origins y Legends en Splasher, pero una vez superada la campaña nos parece que comparten precisamente su logro más importante. Como en los juegos de Ubisoft, aquí hay salas ocultas que plantean desafíos de todo tipo, personajillos por rescatar y unas gotas doradas pegadas aquí y allí que pueden aumentar nuestra puntuación global de cada nivel para abrirnos la contrarreloj del mismo. En cualquier caso, lo mejor de ambos Rayman era lo bien que mantenían la coherencia y el interés a lo largo de su campaña (que dicho sea de paso no era precisamente corta), y esto es lo que más gratamente nos ha sorprendido en Splasher. Sus más de veinte niveles (más desafíos contra el cronómetro que son en cierta medida nuevos niveles) no están nada mal para un plataformas independiente, pero lo que consigue que un proyecto tan humilde como es este pueda competir, a nivel jugable, con los monstruos plataformeros de este año es precisamente esa característica interna tan bien aprendida en Ubisoft. Con muy pocos mimbres en cuanto a la variedad de sus mecánicas, Splasher se las apaña para explotarlas con tal maestría que ningún nivel llega a caer en lo reiterativo. Siempre hay algún uso novedoso de un chorro de agua para propulsarnos, un viento que nos lleva aquí o allá, unos rayos láser diabólicos o unos saltos con doble y triple rebote causados por la pintura amarilla, que nos obligan a estudiar cada situación con detalle (muriendo, claro está, muchas veces en el intento). Y eso que para ser totalmente justos, hay que decir que Splasher no termina de llegar nunca al nivel de brutalidad de Super Meat Boy o su secuela espiritual The End is Nigh, pero sin duda apuesta por un reto mayúsculo al estilo de las obras maestras de McMillen, a las que se aproxima bastante en sus últimos niveles. Incluso navegar por su overworld buscando el siguiente nivel tiene su elemento de complicación, y rescatar a todos los personajillos indefensos que pueblan el mapeado se convierte en un desafío tremendo al que dedicar muchas horas. Splasher no es, ni lo pretende, el más avanzado técnicamente entre los plataformas de este año, pero compite con todos ellos en jugabilidad al tiempo que, como buen videojuego neoclásico que es, sorprende con su economía de medios. Quien decida darle un tiento a esta versión para la consola híbrida de Nintendo encontrará en él un videojuego de jugabilidad directa pero desarrollada, que además encuentra en Switch su medio ideal gracias a un control muy bien planteado con los Joy-Con.

 

8

Muy Bueno

Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.