LocoRoco 2 Remastered, Análisis

LocoRoco 2 Remastered: Análisis

El auge de los títulos remasterizados trae diversas opciones atractivas para el usuario: reencontrarse con viejos conocidos que nos dieron grandes momentos, invitarnos a disfrutar de glorias pasadas que no tuvimos en cuenta en su tiempo con mejores prestaciones, o adaptar obras a diversas formas de juego, como es el caso que nos ocupa al ser la primera vez que podemos disfrutar de LocoRoco 2 en una consola de sobremesa. 

La paz no perdura si uno no quiere.

La acción nos traslada al acogedor mundo de los LocoRoco, seres diminutos de formas y colores variables, pacíficos por naturaleza y muy dados al baile y la canción. El malvado Bonmucho, jefe de unas criaturas llamadas Moja, está empeñado en perturbar este idílico ritmo de vida conquistando tan atractivo lugar, y para ello pretende valerse de una potente canción que puede absorber la energía vital de todos los seres. Además, cuenta con la ayuda de Majolinè, otra poderosa Moja capaz de transformar a los simpáticos Muimui, paisanos de los LocoRoco absolutamente encantadores, en malvados Buibui dispuestos a combatir a sus ex compañeros.

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La misión de los LocoRoco es simple, pero no fácil: ir allá donde la influencia de los Moja está causando estragos y restablecer un orden que nunca debió perderse. La paz y convivencia de su mundo depende por entero de ello. Por el camino descubriremos diversos escenarios, minijuegos, distintos tipos de LocoRoco que manejar, muchos coleccionables que buscar y recoger y, por supuesto, toda una mansión Muimui que construir con las piezas que vayamos encontrando por ahí desperdigadas.

Juegos de inercia.

La mecánica jugable básica es exactamente igual que en la versión clásica: L1 y R1 giran la pantalla a izquierda y derecha respectivamente, y de esa manera haremos que nuestros LocoRoco se desplacen rodando en la dirección deseada, aunque podemos optar por habilitar el sensor de movimiento de Dual Shock 4 si preferimos probar algo más novedoso. Pulsar ambos botones a la vez hace que los personajes salten, completando así nuestro sencillo set de movimientos. La otra función esencial es la agrupación y separación de LocoRoco, ya que tienen la capacidad de pegarse para formar un solo ser o dividirse en tantos como hayamos encontrado a lo largo del nivel. Por lo general los mantendremos bien juntitos en una sola masa mucho más fácil de tener vigilada, aunque será más difícil de controlar cuantos más individuos recojamos y, por consiguiente, más grande sea el LocoRoco resultante.

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Aunque la propuesta sea así de sencilla, no siempre es fácil tener la precisión deseada, especialmente en los saltos y, más concretamente aún, cuando nos queramos abalanzar contra un enemigo y corramos el riesgo de fallar y que algún LocoRoco sea devorado. Siendo completamente sinceros, hay que reconocer que la dificultad del título brilla por su ausencia: es realmente complicado que lleguemos a ver muchas veces la pantalla de Game Over en nuestro televisor. No obstante, el jugo está en nuestro afán completista y lo bien que LocoRoco 2 lo alimenta a base de coleccionables secretos y mejoras para cada escenario que van facilitándonos información al respecto. Según vayamos avanzando en esta tarea, podremos disponer de más accesorios para la mansión Muimui, historietas sobre algunos personajes que encontraremos a lo largo de la aventura, pegatinas para nuestro álbum de sellos, etc. Esta tarea requiere una exploración a fondo de cada escenario y, también, toda la pericia posible para no fallar a la hora de mantener a todos los LocoRoco a salvo.

La variedad de entornos consigue que no nos cansemos de repetir una y otra vez algunas mecánicas que, simplemente por lo colorido y diverso de las situaciones en que nos encontramos, logran hacerse con nuestra constante atención. Desde verdes y frondosas junglas hasta parajes helados, pasando por casas de cementerio ruinosas en contacto con el más allá; rodando por el suelo, saltando de plataforma en plataforma, buceando bajo el agua o incrustados en rocas con las que romper los obstáculos que se nos pongan por delante; el juego siempre se desarrolla inclinándonos a izquierda y derecha, dando saltos, comiendo lo que encontremos y cantando canciones maravillosas en idiomas inventados, pero entre los secretos y los distintos ambientes nos enganchará durante toda su aceptable duración, decenas de horas si nos empeñamos en coleccionar absolutamente todo.

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Aún más bonito y agradable.

LocoRoco entra por los ojos al primer impacto gracias a sus colores vivos y su estilo artístico, algo sencillo pero muy atractivo. Ahora podemos disfrutarlo más aún en la pantalla que utilicemos en nuestra PS4 a 1080p (4k si tenemos PS4 Pro) y con un rendimiento fino y constante (en PSP era muy irregular, quedando como el aspecto menos notable del apartado visual). El único punto donde el trabajo de remasterización puede no ser del todo redondo es en las escenas de vídeo, donde la imagen queda un poco más difuminada que en el resto del juego. También puede resultar un poco molesto el recuadro negro que enmarca la imagen constantemente. Por último, es preciso avisar de una leve sensación de mareo que podemos experimentar al inicio de algunas partidas al girar la imagen y que, si bien desapareció siempre de manera casi inmediata, puede servir de prevención para aquellas personas más sensibles a estos efectos.

Igual de bueno es el apartado de audio, con una banda sonora tan simpática como memorable y unos efectos de sonido que acompañan perfectamente a lo que vemos en pantalla. Las voces de cada tipo de LocoRoco son diferentes, marcando su estilo musical durante la partida y versionando a su manera el tema principal del menú (completamente genial). Además, este remaster hace uso del altavoz incorporado en Dual Shock 4 para las pequeñas pruebas de ritmo que encontraremos a lo largo de cada nivel, siendo una mera curiosidad pero, en todo caso, dotando de una nota distintiva a estos momentos. Lo cierto es que bien podríamos considerar la música como la verdadera protagonista del juego, con todo merecimiento.

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