Tower 57
- PlataformaXBOPC7PS4
- GéneroAcción
- DesarrolladorPixwerk
- Lanzamiento16/11/2017
- TextoEspañol
- Editor11 Bit Studios
Tower 57, análisis
El espíritu de Commodore Amiga 500 revive de la mano de 11 Bit Studios/Pixwerk y de Tower 57, un shooter bidimensional de la vieja escuela que imita con acierto a los clásicos de los 16 bits. Ya sea solo o acompañado, blande tus armas y prepárate para combatir en luchas encarnizadas contra hordas de enemigos. Es hora de vivir o morir. El futuro distópico de la torre-ciudad está en tus manos.
Ciudad de corrupción y decadencia
Un mundo artificial, deshumanizado. Las luces de neón colorean los edificios y tiñen sus fachadas de tonos variopintos. Los anuncios proyectados en pantallas gigantes bombardean a la población con mensajes propagandísticos, mientras las voces del poder reverberan a través de los altavoces y dictan las reglas, la moral y los constructos sociales. La vida transcurre entre peinados estrambóticos y música psicodélica, en barras de bar y calles remendadas e impregnadas de fluidos y desechos que exudan los efluvios del desenfreno. Es una existencia sumida en las vicisitudes de una civilización enferma, de una sociedad ciega que esconde los excesos avariciosos tras una cortina quebradiza que, a punto de rasgarse, ha de destapar las miserias ominosas de la ciudad.
Los últimos reductos de humanidad se concentran alrededor de las monumentales torres que emulan a las urbes de antaño. En la número 57, los desmanes se suceden sin pausa. Por ese motivo, un grupo de agentes especiales ha sido enviado para infiltrarse, indagar y acabar con los tejemanejes de la clase gobernante. A medida que los investigadores se adentran en los oscuros secretos de la torre, los peligros se incrementan y las conspiraciones se expanden como enredaderas al abrazo de ruinas olvidadas: las de la propia especie humana.
Tower 57 es un juego de acción trepidante que se puede disfrutar solo o acompañado. Su estilo jugable es un claro homenaje a los títulos de la época de Commodore Amiga 500, una experiencia bidimensional en 16 bits que cuenta con preciosos sprites bien animados y escenarios variados de bellísima factura. En lo visual, la obra de Pixwerk es maravillosa, pero en lo musical no se queda atrás ni mucho menos. Las melodías retro envuelven al jugador y se fusionan con la estética ciberpunk para crear un conjunto sólido. Es una mezcla entre sordidez y color, todo ello trufado con ironía y humor. La humanidad ha sucumbido al desastre, sí, pero que nadie nos quite el alcohol ni las competiciones de dardos (aunque tal vez no sea la combinación más adecuada para la seguridad de los que nos rodean, ¡allá ellos!).
Al iniciar una nueva partida, el jugador debe seleccionar el nivel de dificultad (fácil, normal, difícil) y a los tres personajes que compondrán su grupo durante el desarrollo de la aventura. En total hay seis agentes diferentes: el don, la científica, la policía, el mendigo, el diplomático y la espía. No podemos jugar con todos a la vez, pero en los escenarios hallaremos armarios en los que podremos intercambiar entre uno y otro. Cada uno de ellos tiene una habilidad especial y armas distintas. La riqueza y variedad de las armas es uno de los puntos fuertes del juego, ya que tenemos a nuestra disposición pistolas básicas, trabucos que escupen fuego, escopetas de rayos, sierras mecánicas y toda una amalgama de objetos para sembrar la destrucción.
Mientras tanto, en los bajos fondos, la muerte se agazapa por doquier. La élite de poder no quiere que nadie cuestione su palabra, que adquiere rango de ley. Juntos, los agentes husmean y recaban pesquisas con el arma en mano y el gatillo presto. La esencia de este videojuego son las mecánicas de disparo y de defensa. No solo hay que preocuparse por desencadenar la tormenta de balas, sino que también hay que evitar que el enemigo nos dañe. Para conseguirlo, la mejor opción es moverse continuamente y utilizar la habilidad de dash para desplazarse más rápido. De todas formas, en ocasiones, el caos desatado es de tal magnitud que es casi imposible determinar lo que está ocurriendo en pantalla.
Brazos, piernas y pistolas
La anatomía de los homínidos ha evolucionado a lo largo de millones de años. Liberadas las manos de las cadenas cuadrúpedas, el ser humano fue capaz de activar su ingenio y construir todo tipo de maravillas. Por desgracia, muchas de esas herramientas se han empleado con propósitos bélicos. Y es que no hay época histórica ajena a la guerra. Muchos soldados han perdido la vida o han quedado tullidos para el resto de sus días. En cambio, en el futuro distópico de Tower 57, acabar sin brazos o piernas no es un problema tan grave.
Caminando por calles andrajosas, uno se topa con un comercio que anuncia la venta de extremidades. Además de poder donar las propias, el despiernado tiene a su disposición un nuevo par de lustrosas piernas, bajo un módico precio, claro está. Por eso, cuando un enemigo rebana los bajos del agente (o sus brazos), lo veremos arrastrarse con las vísceras fuera, pero todavía con potencial para matar. Nada que no se pueda solucionar: existen unos terminales en los que es posible regenerar o reconstruir partes del cuerpo dañadas. ¡Y vuelta al combate!
Este tipo de títulos suelen incorporar sistemas de progresión y Tower 57 no es una excepción en ese aspecto. Sin embargo, tal y como se han planteado las mejoras, el juego se rompe casi desde los primeros compases de la partida. Las armas y el equipamiento incrementan su poder pasando por caja—dinero del juego, nada de micropagos—. El problema es que conseguir monedas no es difícil. Las apuestas en los minijuegos permiten amasar una suntuosa fortuna rápidamente. Por ejemplo, un hombre que está en el bar organiza una curiosa competición que consiste en martillear un clavo hasta el fondo antes que el rival. Una vez que el jugador se hace con la dinámica, resulta muy sencillo replicar la fórmula del éxito y ganar la apuesta. La otra vía de obtener ingresos es vender ciertos objetos o matar a los monstruos.
Con las armas y el equipo al máximo, esta obra pierde parte de su magia, de su reto. Aun así, dependiendo del nivel de dificultad, hay partes complicadas. El sistema de autoguardado no ayuda a contener la frustración, ya que en ocasiones los tramos entre guardado y guardado son muy largos, y si mueres, debes repetir toda la sección. Por otra parte, al grabar se registra el nivel de vida del personaje y la munición que le queda. En caso de muerte, el héroe empezará siempre en el estado en el que se encontraba cuando se guardó la partida. Esto plantea dificultades cuando el estado del agente no es óptimo, pues es imposible regresar a una zona anterior.
Tower 57 no prescinde de las batallas contra jefes. Los investigadores armados no lo tendrán fácil y deberán buscar los puntos débiles y seguir un patrón concreto. Los ataques especiales, que se pueden realizar cuando el medidor está lleno, facilitan bastante la tarea, sobre todo cuando el nivel de dificultad es bajo. Además, el juego invita a la exploración y a la búsqueda de objetos que tal vez nos sean útiles después. El modo cooperativo funciona perfectamente en local, pero da problemas de crasheos en el online que seguramente sean solucionados mediante algún parche posterior.
Algo huele a podrido y no es pescado. Los agentes caminan por las alcantarillas y llegan al corazón de la ciudad, pero sus investigaciones no se detienen. Recorren los baños termales y ascienden a los pisos superiores de la Torre 57. ¿Quién vive en lo más alto del coloso? ¿Qué terribles secretos ocultan las gruesas paredes metalizadas? ¿Por qué la élite actúa de esa manera? La respuesta a estas preguntas queda en manos del jugador.
Este análisis se ha realizado sobre la versión PC
Bueno
Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.