Análisis de Rayman Legends: Definitive Edition

Corría el año 2013. Cuando los omnipresentes Rabbids —después de su primera aparición como villanos en Rayman Raving Rabbids— captaron todo el protagonismo de un Rayman en horas bajas, Michel Ancel nos ofrecía uno de sus videojuegos más memorables e imaginativos del género, con el claro objetivo de resucitar a una vieja y querida gloria.

Rayman Origins significó el regreso por todo lo alto de este querido e irreverente héroe, desprovisto de articulaciones pero lleno de energía plataformera, a un terreno dominado por la sagas como New Super Mario Bros. o Kirby, y juegos a la altura de Donkey Kong Country Returns de Retro Studios. Consiguió lo que parecía imposible: marcar nuevos cánones de calidad en determinados aspectos del género y, además, verse superado dos años más tarde por Rayman Legends (cuyo análisis original podéis consultar aquí), toda una muestra de diversidad jugable, excelencia artística y buen hacer a nivel de diseño.

Con múltiples versiones a sus espaldas (fue portado a PS3, PS4, Xbox 360, Xbox One, Wii U, Vita y PC), la omnipresente obra de Ancel con carisma Tennapel llega a Switch bajo el subtítulo Definitive Edition. Regresar al claro de los sueños siempre es una buena noticia, aunque la sobre-explotación de este título en detrimento de un nuevo capítulo de la saga resulte poco menos que preocupante; las versiones para móviles vía Run, Fiesta & Adventures se nos antojan insuficientes.

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Plataformas con estilo

El contexto dramático es sencillo: el claro de los sueños está en peligro, los simpáticos y narigudos Teensies han sido secuestrados, y Rayman junto a su étrange troupe son los encargados de poner los puntos sobre las íes ante este imperdonable suceso.

A partir de ahí nos embarcaremos en una aventura sin parangón visitando mundos de ensueño —de clara inspiración celta, griega y mexicana por nombrar algunas— mientras saltamos, planeamos, derrotamos a nuestros enemigos aplastándolos o dándoles una buena ración de puñetazos, nadamos, esquivamos y resolvemos esta gran encrucijada no exenta de emoción.

Y es que en el ritmo está la clave del juego. Es cierto, tenemos varios personajes a elegir y un montón de desloqueables (Globox, Barbara, los diminutos y un gran cúmulo de versiones diferentes de todos ellos), además de skins disponibles desde el principio por ser la Definitive Edition. Pero lo realmente intachable lo encontramos cuando nos ponemos a los mandos de nuestro personaje favorito —el nuestro es Bárbara, pobre Rayman que siempre le pisan el protagonismo— mientras saltamos, corremos presionando el botón L, damos hachazos a diestro y siniestro y completamos los niveles al 100%, después de disfrutar de esta vorágine plataformera a la altura de los más grandes. La diversión se multiplica en cooperativo, pudiéndonos pasar todo el juego en compañía de tres amigos o, si lo preferimos, retarlos en el nuevo torneo (esclusivo de Switch) de Kung-shoot, mini-juego bastante famoso desde el lanzamiento de Legends en Wii U que ahora cuenta con esta nueva modalidad.

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Por otra parte, es digno de mención el elaborado diseño de las famosísimas fases musicales (que mezclan el carisma de un juego rítmico con la excelencia de los mejores plataformas), cuya espectacularidad nos hará quedarnos anonadados ante la pantalla en más de una ocasión.

Otro elemento importante del conjunto lo encontramos en los niveles donde necesitaremos de la ayuda de Murphy para avanzar. Originalmente pensados para aprovechar las opciones táctiles de Wii U, donde manejaríamos a este simpático personaje para allanar el camino del protagonista moviendo plataformas, cortando lianas y pulsando sobre determinados elementos y enemigos, fueron re-imaginadas para adaptarlos a otras versiones. En el caso de Switch recuperamos las opciones táctiles sólo si jugamos en modo portátil, los elementos que utilizaban el giroscopio responden mejor que nunca y, en definitiva, la nueva consola de Nintendo muestra la mejor y más completa cara interactiva de Legends: si jugamos en la TV las fases de Murphy pasan a ser más tradicionales (como sucedía en PS3 o Xbox 360, donde pulsando un solo botón este simpático personaje realiza automáticamente dichas acciones).

Como último ingrediente de este explosivo cóctel, los numerosos e imaginativos enemigos finales supondrán un broche dorado a la altura de las circunstancias al final de cada mundo, ofreciéndonos un despliegue gráfico, sonoro y jugable de gran eficacia. Y una mención especial se merecen las fases acuáticas, donde el manejo totalmente analógico de Rayman ha sido adoptado en videojuegos a la altura de Donkey Kong Country: Tropical Freeze dada su perfecta representación.

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Una completa a la par que conservadora versión

A pesar que la Definitive Edition no ofrece nuevas fases, mundos alternativos ni personajes totalmente inéditos, cuenta con mucho contenido si no has disfrutado de esta aventura con anterioridad. Los añadidos de Switch son el torneo para cuatro jugadores de Kung-foot, un buen cúmulo de personajes desbloqueados desde el principio o la posibilidad de jugar en cooperativo local en cualquier parte a través de los Joy-con. A parte de ello, los contenidos principales de esta aventura dan para superar la quincena de horas de diversión.

Tendremos hasta seis mundos que visitar, el verdadero desafío lo encontraremos si queremos completarlos al 100% (salvando a todos los Teensies, coleccionando todos los cromos y acumulando una buena cantidad de Looms por nivel), y si nos quedamos con ganas de más, una buena selección de niveles pertenecientes a Origins aguardan impacientes.

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Los retos diarios y los desafíos con Rankings On-line pueden alargar la vida del juego hasta cotas inimaginables, más aún teniendo en cuenta lo imaginativo del diseño de los niveles y lo ajustados que están los tiempos para conseguir entrar entre los mejores.

Huelga decir que el título se ve fenomenal, tanto jugando en la TV —a una tasa estable de 60fps con caídas muy puntuales con una resolución 1080p— como en el modo portátil, donde los 720p brillan más allá de lo ofrecido por Vita gracias, en parte, a la gran reproducción de los colores de la pantalla de Nintendo Switch y a su mayor resolución. Con todo, el sensacional acabado artístico de Rayman Legends, de carácter preciosista muy en la línea de artistas como Doug Tennapel (Earthworm Jim y The Neverhood), se combina a la perfección con el apartado sonoro. Mención especial para la mezcla de estilos utilizada, que nos lleva desde la música folclórica celta hasta el rock&roll más cañero, con matices de ranchera mexicana y aportes a la música clásica tradicional muy destacables. El conjunto que forman con los simpáticos efectos de sonido es coherente y enfatizan el carácter simpático, épico y emocionante de la aventura.