Hey! Pikmin
Análisis de Hey! Pikmin
El primer spin-off portátil de la franquicia Pikmin se apunta a la acción de avance lateral. Dejando a un lado la estrategia y dando especial protagonismo a la exploración, la simpática propuesta de Arzest nos invita a recorrer los parajes más inhóspitos a golpe de stylus. Eso sí, acompañados por la mágica presencia de nuestros queridos Pikmin. ¿Estáis preparados?
Existen momentos en la vida de todo creativo donde —ya sea por su situación personal, familiar o incluso anímica—, surge cual vendaval la necesidad de crear algo diferente y único. Todos conocemos la pasión de Shigeru Miyamoto por la naturaleza, la exploración y el descubrimiento; ya desde niño planteó el desarrollo del primer The Legend of Zelda basándose en las aventuras que vivía en el jardín de sus abuelos.
Pero no fue hasta que dio rienda suelta a su imaginación para crear los esbozos iniciales de Pikmin (cuyo primer prototipo no contaba ni con la participación del Capitán Olimar) cuando Shigeru volvería a sentir de nuevo mariposas en el estómago. Y es que, según sus propias palabras, este particular videojuego de estrategia de GameCube se convertiría en uno de los proyectos más personales e importantes de su vida.
A partir de ese momento, un rejuvenecido Shigeru Miyamoto (junto a las valiosísimas batutas de Shigefumi Hino, Masamichi Abe o Yuji Kando) mimaría hasta la extenuación esta cuidada franquicia, mejorando su fórmula RTS de exploración añadiendo mejoras y aumentando los personajes controlables en cada nuevo capítulo. Los usuarios respondieron con cariño: una legión de fans esperaba pacientemente cada entrega de la saga pese a sus espaciados desarrollos. Miyamoto, en plena vorágine creativa, incluso se encargaría de dirigir una serie de cortometrajes de animación 3D bajo el título de Pikmin Short Movies, poniéndose por primera vez al frente de una producción cinematográfica (se estrenaron en el Tokyo International film festival 2014) y demostrando que Pikmin siempre formará parte del ADN del gigante nipón.
Desde entonces la saga ha pasado por GameCube, Wii y Wii-U; era cuestión de tiempo que se anunciara una entrega para la exitosa Nintendo Switch. No obstante, la sorpresa llego a través del anuncio de la primera entrega portátil de la franquicia —en forma de spin-off para Nintendo 3DS— bajo el sugestivo título de Hey! Pikmin. Los responsables: Arzest, que contaron con la confianza de Nintendo para el desarrollo de títulos como Yoshi’s New Island para 3DS y la versión portátil de Mario y Sonic en los JJOO de Río.
Un ¿inesperado? aterrizaje forzoso
Recuperando la extrema sencillez dramática del primer capítulo de la saga, el argumento de Hey! Pikmin es meramente anecdótico: el capitán Olimar, durante un trayecto espacial que le llevaría de nuevo a Hocotate para disfrutar de unas merecidas vacaciones, se ve abocado al desastre después de tropezarse con un peligroso campo de asteroides.
Tras un accidentado aterrizaje en un misterioso (aunque tremendamente familiar) planeta, el ordenador de a bordo de la nave nos comunica que el casco necesita una buena puesta a punto para poder llevarnos de nuevo a nuestro hogar. La forma de proceder no es complicada: debemos explorar las diferentes zonas del planeta ayudado de una simpática especie autóctona (nuestros queridos Pikmin) para poder localizar el lustronio necesario para alimentar nuestro cohete.
El título que nos ocupa, a diferencia de sus hermanos mayores, deja en segundo plano la estrategia para centrarse en la exploración, la resolución de pequeños puzzles contextuales y la acción. La perspectiva pasa a ser lateral, los escenarios ganan en verticalidad (aprovechando las dos pantallas de nuestra consola) y el resultado escénico nos recuerda a un jardín acristalado de hormigas plagado de enormes enemigos, vegetación gigantesca, peligrosos estanques, tormentas que nos azotarán sin compasión, y un sinfín de objetos de los que podremos sustraer el valiosísimo lustronio. Por suerte para nosotros, el planeta es rico en brotes de este importante mineral, muchas veces salvaguardados por simpáticos (aunque casi siempre hostiles) enemigos.
Un planeta por explorar
En esta ocasión el título está dividido por variados sectores: desde una bella pero letal espesura sombría hasta unas desoladas ruinas industriales, pasando por zonas nevadas y pantanos plagados de lugares acuáticos. Cada zona cuenta con 4 niveles regulares y un enfrentamiento con el jefe final, por lo que las expediciones nos plantearán retos diferentes y la utilización de distintas especies de Pikmins: los azules nos acompañarán mientras buceamos, los pétreos serán capaces de romper minerales que bloquean el camino, los rojos podrán enfrentarse sin miedo a los peligrosos Bulbos Fogosos, por medio de los rosas podremos planear y la ligereza de los amarillos nos permitirán lanzarlos mucho más lejos.
Para dar más miga al asunto, algunas fases tendrán varias salidas (que desbloquearán los niveles X), contaremos con la posibilidad de descubrir escondites (que se abrirán si conseguimos todos los tesoros en determinadas fases) y la aparición de pequeños minijuegos de recolección de lustronio (en las fuentes mágicas de cada lugar) aportarán variedad a los mapas. Además, diferentes amiibos desbloquearán minijuegos donde tendremos que alcanzar objetos basados en los personajes de Nintendo para conseguir unas unidades extra del valioso lustronio.
Pese a que la variedad de fases y sectores queda fuera de toda duda, el hecho de que su diseño no sea demasiado complejo (apenas tendremos que hacer backtracking en cada nivel salvo en contadas ocasiones), que a partir de cierto punto la ayuda del mapa haga más fáciles las cosas, y que la sencillez para encontrar caminos secretos y resolver pequeñas situaciones en aras de llegar a los tesoros más difíciles sea la tónica general, podremos superar la aventura en unas 7 horas (alguna más si somos completistas). Dada la ausencia de modos alternativos, se nos antoja un juego algo escueto.
No sin mi silbato
Una vez puestos en situación nos dispondremos a manejar al Capitán Olimar a través de las diferentes fases. Mediante el stick analógico o la cruceta de control (si eres zurdo, también podrás utilizar la botonera derecha) moveremos al nuestro personaje. Olimar no cuenta con la habilidad de saltar, aunque afortunadamente podremos servirnos de nuestro Jetpack para suspendernos unos segundos en el aire y acceder a lugares secretos. Una vez nos encontremos con los primeros Pikmins (suelen estar escondidos detrás de piedras, matorrales u objetos abandonados) atraeremos su atención con el silbato: la utilización del mismo es importante para reunirlos a nuestro alrededor si están en peligro, o atraer su atención dentro de un radio específico cuando se nos despiste alguno.
El principal sistema de acción del juego es el siguiente: podremos lanzar a nuestros Pikmin a golpe de lápiz táctil (gracias a una mirilla bastante eficaz) para que alcancen el lustronio que queda fuera de nuestro alcance, sustraigan el mismo de los brotes y plantas que encontraremos a nuestro paso, se lancen sin compasión a la espalda de fuertes enemigos, se agrupen para resolver algún puzzle, golpeen elementos del escenario para formar un puente, o lo construyan ellos mismos con pequeños escombros.
Además, si no somos capaces de alcanza algún tesoro (en forma de teléfono móvil, cartucho de NES, trofeo dorado de pesca, etc) es posible que un pequeño grupo de Pikmins pueda arrastrarlo hasta nuestras inmediaciones. Para llevar a buen puerto la misión será indispensable no apartar la mirada de ambas pantallas, pues algunos secretos y determinados comportamientos de los enemigos los anticiparemos desde la superior. Llegar hasta los tesoros es importante (a veces tendremos que aventurarnos nosotros solos hacia lugares secretos mientras nuestro pequeño ejército espera fuera), pues hay entre 2 y 4 en cada nivel; también hemos de decir que la estrategia pasa a un segundo plano a la hora de la recolección.
En esta ocasión llegaremos a cada nivel sin Pikmins, los iremos encontrando escondidos en cada fase, los objetos que alcancemos se teletransportarán a nuestra nave ipso facto (ya no habrá reconocimiento del terreno para asegurar el “camino de hormigas”) y después del resumen de final de fase los que hayan sobrevivido pasarán a formar parte del Parque.
Un punto de vista más parecido a la perspectiva de los anteriores títulos de la saga nos muestra una zona ajardinada, donde iremos acumulando centenares de Pikmins de diferentes colores. Con un escueto sistema de gestión iremos seleccionando las zonas que queremos que sean explotadas por los Pikmins; por ejemplo, sólo los azules podrán inspeccionar charcos, los de piedra podrán extraer lustronio de minerales, mientras que los voladores alcanzarán lugares elevados.
Una de cal y otra de arena
A nivel general, el juego se mantiene en una zona de confort jugable basada en variadas aunque poco sorprendentes ideas —tanto en las situaciones que propone como en la forma de derrotar a los numerosos enemigos finales que se interpondrán en nuestro camino—, el sistema de control responde de manera eficaz a nuestras acciones —sin ser tan fluido como un plataformas ni tan profundo como una aventura de estrategia— y a nivel general resulta un juego divertido, pese a que acarrea también serios problemas de ambición. Muchos de sus apartados no pasan de ser correctos, el reto está adaptado a los más pequeños de la casa (solo hemos muerto 2 o 3 veces en toda la partida), y las fases que combinan exploración con buceo, vuelo y acción podrían estar aún más explotadas.
A pesar de ello, huelga reconocer que la combinación de géneros funciona. Hemos disparado Pikmins hacia conjuntos de enemigos como si estuviéramos ante un shot’em’up como Platypus, planeado gracias a las corrientes del viento otoñal entre peligrosas plantas punzantes al más puro estilo Rayman Legends, buceado en compañía de nuestros Pikmins azules como en las fases acuáticas de New Super Mario Bros, visto aumentado el factor plataformero en el último sector del juego, o enfrentado a enemigos finales de considerables proporciones y variados comportamientos. Eso sí, ninguno de ellos ha conseguido que la barra de vida de Olimar baje hasta límites peligrosos, y nuestros Pikmins han sucumbido (que penita da siempre oír sus últimos lamentos) tan sólo en escasas ocasiones. Mención especial para el último sector del juego, donde hemos podido disfrutar de las dinámicas de enemigos más variadas y los momentos más épicos de la aventura.
Todo ello acompañados de un apartado audiovisual bastante agradable, cuyas animaciones brillan sobre todo en los gags humorísticos interpretados por los Pikmins cuando los descubrimos haciendo trastadas, y unos efectos de sonido que nos son cada vez más y más familiares. A nivel técnico el título (que combina gráficos tridimensionales con elementos bidimensionales para los fondos) no supone un desafío para nuestras 3DS. La ambición también escasea a la hora de representar los escenarios más complejos, y la ausencia de 3D estereoscópico (justificada por el uso simultáneo de las 2 pantallas) podría haberse aprovechado para acumular más elementos simultáneos, y superar así la veintena de Pikmins que nos acompañarán en las diferentes fases.
Bueno
Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.