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Cars 3: Hacia la Victoria

Cars 3: Hacia la Victoria

  • PlataformaPS47.53607.5WiiU7.5NSW7.5PS37.5XBO7.5
  • GéneroConducción
  • DesarrolladorAvalanche
  • Lanzamiento07/07/2017
  • TextoEspañol
  • VocesEspañol

Cars 3: Hacia la victoria, Análisis

Avalanche Software cumple con creces con el que es posiblemente uno de los juegos más sólidos jamás hechos basados en una película de Disney. Sólido en todos sus apartados y con una presentación digna del producto en el que se basa. Sus buenas ideas y trabajada jugabilidad lo hacen uno de los más recomendables de este verano para los más pequeños; aunque es apto para todo tipo de públicos.

Actualizado a

Cars 3: Hacia la victoria, Análisis de lo último de Rayo McQueen

A pesar de ser una de las franquicias menos valoradas por parte de la crítica especializada en el mundo del cine, Cars se ha convertido en uno de los productos más provechosos en la industria de la juguetería dentro del universo de Pixar y Disney. Rayo McQueen es un icono reconocible en cualquier parte, pero por desgracia tendemos a cometer el error de asemejar la vinculación de este tipo de videojuegos derivados como productos menores, lanzados con la única pretensión de captar unas cuantas ventas motivadas por las ganas de miles de niños y niñas al salir de las salas de cine. Tendemos el error de no tomarnos en serio este tipo de juegos; quizá por los antecedentes, es cierto, pero casos como Cars 3: Hacia la victoria confirman que la regla no siempre se cumple.

Avalanche Software, encargados de títulos como Disney Infinity, Dragon Ball Z: Sagas y otros juegos basados en producciones cinematográficas de la factoría de Disney, son los responsables de este proyecto que –con total sinceridad- nos ha sorprendido gratamente y se convierte desde ahora mismo en una alternativa con nombres y apellidos para aquellos usuarios de consolas ajenas a Nintendo que busquen una alternativa a Mario Kart en la actual generación. Buenas ideas, mecánicas sólidas y contenido a raudales; pero lo mejor de todo es el respeto que se respira en todo momento a la licencia de Cars.

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Pues si hay algo que han hecho medianamente bien los títulos de Cars en la industria del videojuego es haber sabido respetar el legado canónico de su cronología, del universo expandido. Mientras que en la primera película se narraban los hechos de la temporada 2005 de la Copa Pistón, aquella en la que Strip Weathers (‘El Rey’) se despedía de la competición en una exitosa carrera con 7 títulos mundiales luchando codo a codo con el debutante Rayo McQueen y el indescriptible Chick Hicks, en el videojuego derivado de aquella película se contó lo que sucedió después y la temporada 2006 de la Copa Pistón. Es decir, o jugabas al videojuego o no ibas a saber qué sucedió con Rayo tras su primer paso por una de las máximas categorías automovilísticas de este universo de ficción.

Ha habido más títulos basados en la franquicia durante esta década, pero ninguno tan notable como Cars 3: Hacia la victoria, que si bien no intenta sorprender en lo audiovisual, cumple en todos sus apartados y da motivos para confiar en que el género de los títulos de conducción arcade puede brillar más allá del Reino Champiñón. Recomendamos ver la película antes de jugar al título, porque aunque no destripa prácticamente nada de la trama que nos encontraremos en el final de la trilogía, subrayamos que se trata de “prácticamente nada”. Y hasta ahí vamos a leer.

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Hay que premiar las buenas ideas

Es una gran noticia que Avalanche Software esté de vuelta tras el desafortunado devenir de Dinsey Infinity y la negativa de la compañía a seguir con la serie. Es ahora Warner quien ha decidido producir esta adaptación –disponible en Wii U, PlayStation 3, Xbox 360, PS4, Xbox One y Nintendo Switch- y dejar que fuese este equipo quien tomase las riendas del nuevo título de Rayo McQueen. Se lo ganaron; en Disney Infinity dieron visos de que se podía hacer algo interesante si les dejaban hacer un título independiente, y no podemos concluir de otra manera: es un juego de carreras con todas las de la ley. Aquí no vale solo con acelerar, girar y derrapar, sino que hay que dominar unas técnicas que iremos aprendiendo durante las primeras horas de partida para que el manejo del volante vaya de la mano del manejo de las habilidades de los vehículos.

Reminiscencias con Sonic & SEGA All-Stars Racing y su excelente secuela Transformed, la conducción permite que controlemos los vehículos con combos a la hora de realizar saltos, todos ellos compensados con turbos si los finalizamos correctamente. Además, podemos conducir a dos ruedas o marcha atrás –guiño a las técnicas de Mate explicadas en la primera película-. A los pocos minutos de tener el título entre manos nos dimos cuenta del interés del juego por invitarnos a experimentar. Los escenarios son normalmente grandes, muy anchos. Con trazados siempre con muchos atajos y zonas por las que ganamos unos cuantos segundos. La CPU es realmente exigente en el nivel más complejo (fácil, normal y difícil), así que tendremos que hacer uso de las embestidas físicas laterales, los saltos y el uso de los objetos al milímetros si queremos ganar tiempo. A diferencia de otros títulos de conducción arcade donde entre el primer clasificado controlado por la IA y el último hay una gran suma de segundos de diferencia, podríamos decir que aquí hay un constante pelotón donde literalmente no sabemos qué va a pasar hasta el último momento. Y eso es muy satisfactorio, especialmente en las carreras que forman parte del final del modo individual, con trazados más estrechos, con más curvas, donde se penaliza más el error al volante.

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El turbo, el punto esencial que marca la diferencia

Pero al final todos los caminos llevan a Roma, y aquí el leitmotiv de todas esas acrobacias, técnicas y situaciones que desafían a la física no es otro que la acumulación de turbo en la barra de propulsión. Permitidnos que hagamos un alto en el camino en este apartado, porque es casi uno de los motivos que nos han hecho seguir jugando más horas de las estimadas a Cars 3: Hacia la victoria. En este título los turbos se acumulan, no se gastan en el acto. Si bien en Mario Kart y Sonic & All-Stars gastábamos la potencia acumulada al soltar el gatillo con más o menos propulsión dependiendo de cuánto hubiésemos quemado la rueda sobre la superficie, aquí entra en juego la gestión, la estrategia. Tenemos cuatro barras de turbo… acumulables. Tú eliges cuándo gastarlas y de qué manera.

Supongamos que tienes suficiente turbo acumulado como para salir disparado en esa curva; quizá te merezca la pena forzar hasta tener tres de ellos y salir disparado como un cohete en la recta final de la pista. Quizá prefieras aprovechar el turbo en un salto complicado que es al mismo tiempo un atajo. Tenemos total libertad para desplazarnos por el escenario, dando en ocasiones la sensación de ser un título de aventura dentro de un arcade de conducción. Además, es un juego que invita a la creatividad por todas esas mecánicas introducidas en el mando de, en el caso que nos concierne, el DualShock 4. Que si objetos, que si golpes laterales, conducción marcha atrás o lateral, derrapes imposibles… La jugabilidad es de notable alto, y no esperábamos tanto.

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Para más inri, antes de las salidas podemos ganar un turbo, pero no bastará con pulsar el acelerador justo antes de que el semáforo se ponga en verde o cuando la cuenta atrás pase del número 3 al número 2, sino que habrá que pulsar a toda velocidad el gatillo en repetidas ocasiones para acumular tanto como podamos.

Los pequeños detalles

La interfaz es muy cómoda desde el propio menú principal. Aunque no tenemos modo online, lo cual es una auténtica lástima porque el título lo pide a gritos, sí tenemos un condensado cúmulo de horas de juego por delante para un solo usuario además de multijugador local. Tenemos varios modos de juego: Eventos para carreras rápidas; copas para participar en competiciones de hasta 3 carreras; Partidas Patrocinadas en Equipo; y el Parque de Thomasville, una suerte de entrenamiento con miniretos que no hemos profundizado demasiado. El Salón de la Fama es un panel donde se muestran nuestros progresos, el elemento principal del juego.

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Como si de un árbol de habilidad o un registro de logros se tratase, tenemos un panel donde aparecen más de un centenar de objetivos a cumplir: desde ganar tal competición hasta derrapar durante X segundos en pista o derribar a un rival utilizando un objeto específico. El juego nos invita a conseguir completar todos esos desafíos para progresar en el Salón de la Fama y desbloquear enfrentamientos contra los jefes, desbloquear nuevos modos de juego y más corredores. De ahí que digamos que el Salón de la Fama es el principal foco de atención del título.

En total, tenemos 21 circuitos diferentes (offroad, en pistas de competición…). La abientación es muy variada en este sentido. De todos ellos, 16 son completamente nuevos y 5 pertenecen a Cars 2 (también desarrollado por Avalanche Software). En lo referente a los personajes tenemos sensaciones encontradas, ya que aun habiendo 23 corredores por elegir, echamos de menos algunas caras conocidas y no hay apenas diferencias entre ellos; es como si eligiésemos skins distintos. Al menos el grado de personalización es elevado, permitiéndonos elegir la pintura, el claxon, las luces o la tonalidad del turbo. Los menos experimentados tienen la opción de activar ayudas, así que podríamos concluir diciendo que este título se adapta a las mil maravillas a todo tipo de públicos. No hemos completado el panel de desafíos al cien por cien, pero desde luego lo vamos a intentar porque el nivel de adicción y desafío se compensan con la constante sensación de progreso, un valor a tener en cuenta en cualquier videojuego que se precie. 6 tipos de carreras diferentes para un juego que solo podemos calificar de sólido, convencido de sí mismo.

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Hemos analizado el juego con un código en su versión para PS4.

7.5

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.