LocoRoco Remastered, Análisis para PS4

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Análisis de LocoRoco Remastered para PS4

Los planteamientos de videojuegos donde todo amanece en un entorno barnizado por la paz, la tranquilidad y la simpatía son constantes en aquellas obras donde la narrativa tiene un papel más bien anecdótico. Este tipo de premisas suelen ir seguidas de una catástrofe o amenaza que desequilibra esa palpable tranquilidad, por lo que LocoRoco no intenta ni intentó en su momento descubrirnos nada cuando apareció en 2006 para PSP.

La primera portátil de Sony dignificó su existencia con proyectos como éste, un título de SCE Japan Studio que sacaba provecho de las características físicas de PSP al ser una portátil de pantalla considerable y unos gatillos de dimensiones pronunciadas. No fuimos pocos los que consideramos este juego como una propuesta únicamente imaginable en PlayStation Portable, o al menos solo disfrutable al cien por cien en una consola como esta.

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La idea de Tsutomu Kouno era muy sencilla, tanto en su propuesta como en la materialización audiovisual de todo lo que llevó consigo: inclinar el mundo para desplazarnos a base de pequeños saltos junto a la división de estos pequeños seres vivos gelatinosos para interactuar con un mundo repleto de color y vida.

Al igual que Patapon, esta saga es muy consciente de lo que quiere y lo que busca, siendo totalmente honesta y transparente con el usuario hasta el punto de no diferir en prácticamente nada desde la primera hora de juego hasta la última de todas. Los prejuicios nos llevan a considerar de base a LocoRoco en un título infantil, con un sentido del humor que no conectará con aquellos jugadores del núcleo duro actual. Craso error. Estamos perdiendo así una constante sensación de descubrimiento que tan bien saben implementar los desarrolladores japoneses en obras por el estilo. Ahora podemos utilizar el sensor por movimiento del DualShock 4 para movernos, un añadido interesante y preciso que demuestra lo satisfactorio del juego en casi cualquier tipo de situaciones.

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Los años pasan en balde para LocoRoco

La aventura comienza con los Mui Mui siendo invadidos por unos seres aparentemente malvados, pero a diferencia de otros títulos de plataformas donde es el diseño de niveles lo que destaca por encima de todo, en este caso era el propio escenario junto a los Mui Mui los que aportaban ese halo de brillantez característica de LocoRoco. No hicieron falta ítems o Power-Ups para dar valor a la jugabilidad, para potenciar las mecánicas y hacer olvidar la repetitividad en la propuesta; aquí solo fue necesario modificar la naturaleza física de los Mui Mui con una habilidad basada en la división en pequeñas partes (o la fusión de las mismas) hasta hacer un todo o un cúmulo de muchos.

Para superar según qué zonas de los escenarios nos pedirán grupos con un número determinado de criaturas, así que el tránsito desde lo que podríamos llamar un punto A hasta un punto B se basa en la búsqueda de más plantas de las que aparecen más Mui Mui. Los saltos no son difíciles, ni mucho menos; de hecho, la dificultad del juego es casi inexistente. Lo mejor es jugar LocoRoco con auriculares para disfrutar de esta puesta en escena audiovisual, una verdadera maravilla en su momento por lo bien que se veía en el panel LCD de la familia de PSP.

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Y es aquí donde se plantea el principal problema de LocoRoco Remastered: de Remasterización tiene más bien poco. Lo correcto hubiese sido llamarlo ‘port’ o adaptación, migración del juego a PlayStation 4. En nuestro caso hemos completado el juego en una pantalla de más de 40 pulgadas, por lo que los vídeos de las cinemáticas han mostrado todas sus costuras sin poder ocultarlo. Al haber más tamaño, la falta de resolución se ha hecho muy, muy apreciable. ¿Por qué no se ha aumentado la resolución de las cinemáticas, de aquellos elementos de los escenarios de mayores dimensiones? Porque el port ha pecado de perezoso.

Lo mismo con el color de los escenarios y los personajes; la paleta brilló con luz propia en PSP, era sorprendente ver algo así en una consola portátil hace once años. Pero el tiempo no pasa en balde y PS4 hubiese posibilitado brillar mucho más en todos los sentidos, haciendo que el resultado final no reluzca como debe. Dejar claro, eso sí, que estamos hablando de las cinemáticas; el gameplay sí ha mejorado en PS4 (1080p), mientras que en PS4 Pro se alcanzan resoluciones Ultra HD (4K).

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Aun así, siendo sinceros con vosotros y dejando claro que el trabajo artístico se ha migrado con bastante vagancia, LocoRoco Remastered sigue siendo un juego realmente disfrutable más de lo que imaginábamos de antemano en una consola doméstica. Creemos que Sony está tardando en lanzarlo en PS Vita, consola donde orgánicamente hubiese sido mucho más natural y lógico, pero el proyecto en su conjunto mantiene su identidad e idiosincrasia únicos.

El reto se mantiene, así que tenemos para más de 5 horas de aventura principal o cerca de 10 horas si queremos todos los desbloqueables de los cinco mundos (ocho fases cada uno). Los niveles duran pocos minutos (ideal para una portátil, insistimos), y la mayor parte de esos elementos desbloqueables son fácil de encontrar en la mayoría de casos, pero es difícil conseguirlo todo en la primera y segunda vuetlas. La rejugabilidad, no obstante, es total, con un control intuitivo y ameno que impide que queramos dejar de jugar por mucho que el juego sea innegablemente repetitivo con el paso de las horas al no haber un progreso real en el mundo de LocoRoco; no hay novedades sorprendentes en el quinto mundo respecto al segundo, por ejemplo.

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El análisis se ha realizado con un código de descarga proporcionado por Sony.