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Tumbleseed

Tumbleseed

Tumbleseed, análisis

TumbleSeed es un roguelike de habilidad cuyo mundo se construye de manera procedural. A través de distintos niveles, el jugador acompaña al personaje hacia su destino: la cúspide de la montaña.

Se dice que uno de los males endémicos del videojuego moderno es la falta de dificultad. Las grandes producciones tienden a facilitar la experiencia de juego mediante la utilización de todo tipo de ayudas y artificios. Entre la vorágine de títulos que siguen esta tónica, de vez en cuando se puede encontrar alguno que se sale de la tangente, que busca ofrecer un reto al usuario. No es casualidad que en el panorama indie se hallen muchas de estas ideas. Es el caso de TumbleSeed, un videojuego no apto para impacientes pero tremendamente adictivo.

Esta nueva obra, disponible en PlayStation 4, Nintendo Switch y Steam, ha sido desarrollada por un equipo compuesto por tan solo cinco personas, aunque en su puesta a punto hayan participado testers y otros profesionales del medio. Cabe destacar la presencia de Greg Wohlwend, un desarrollador que lleva años trabajando en proyectos indies y que ha publicado videojuegos como Hundreds, Ridiculous Fishing o TouchTone. Por otra parte, desde hace unos meses ciertos jugadores han tenido la oportunidad de acceder a laversión alpha de TumbleSeed. Ahora, ya con todas las mecánicas debidamente pulidas, esta original propuesta acaba de llegar al mercado.  

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TumbleSeed se enmarca dentro del género conocido como roguelike, al que pertenecen obras de la talla de Nuclear Throne o The Binding of Isaac. Como suele ocurrir desde el momento en el que se engloba una serie de productos bajo un mismo paraguas, inmediatamente surgen diferencias que complican su catalogación en uno u otro grupo. Habitualmente, los juegos del mencionado género conducen al jugador a la exploración de mazmorras a través de propuestas en las que prima la jugabilidad por encima de todo. En este proyecto, en cambio, no existen mazmorras como tal. Lo que sí que está presente es la dificultad endiablada y el componente procedural, así como la escasez de checkpoints.

La profecía sagrada

En el maravilloso mundo de TumbleSeed las semillas viven apaciblemente en la ladera de una gigantesca montaña. Arropadas por el calor del sol y los placeres de la buena compañía, estos divertidos seres creen hallarse en un paraíso terrenal. Por desgracia, todo se tuerce cuando una violenta tormenta se desata y emergen peligrosos agujeros y repugnantes monstruos dispuestos a aniquilar a cualquiera que se cruce en su camino. Así comienza la historia de nuestra simpática semilla. De acuerdo con una antigua profecía, su sino es ascender a lo más alto de la montaña y plantarse a sí misma. El argumento que se nos presenta es evidentemente una mera excusa para que el usuario se ponga a los mandos y disfrute de una aventura enfocada en la jugabilidad pura y dura.

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El objetivo no es otro que subir hasta la cima, despacito y con muchísima calma. Sin embargo, el manejo del personaje no es directo. En pantalla aparece una barra horizontal que debemos mover arriba y abajo de forma balanceada para desplazarnos y para que la semilla no caiga por un hoyo o muera aplastada por un enemigo. Pulsando los dos sticks del mando al mismo tiempo se inicia el ascenso. Dominar dichos controles es completamente necesario, pues se trata de la mecánica en la que se cimentan el resto de engranajes jugables.

La aventura se desarrolla a lo largo de cinco mundos repletos de monstruos y de peligros. Al comenzar tendremos a nuestra disposición tres corazones de vida, pero pronto descubriremos que perderlos es cuestión de segundos si no estamos lo suficientemente atentos a la pantalla. El concepto es tratar de esquivar agujeros y enemigos mientras intentamos que la semilla equilibrista prosiga su largo camino hacia la cumbre.

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Habilidad y aleatoriedad

Lo que a priori puede parecer una tarea liviana, rápidamente se destapa como una misión suicida. En este punto entra en juego el componente procedural. En otras producciones, al usuario le basta con estudiar el terreno y utilizar el ensayo y error para decidir sus próximos movimientos. En TumbleSeed, cada partida es diferente, ya que no solo los elementos (agujeros, monstruos y trampas) se colocan aleatoriamente, sino que en la misma partida aparecen nuevos desafíos repentinamente. Por ello, a veces la habilidad no es suficiente, puesto que en cualquier instante puede surgir un boquete que nos haga perder la vida sin poder evitarlo. En ese sentido, este indie peca de injusto y no brinda prácticamente ninguna concesión al jugador. En esa línea, los puntos de guardado automático están colocados entre nivel y nivel, hecho contraproducente porque dentro de una misma pantalla existen varias fases, lo que significa que al perder todos los corazones regresas al punto de origen. Esto se traduce en sentimientos de frustración, pese a que también es verdad que al superar el reto la satisfacción se multiplica.  De todas formas, quizá tendrían que haber revisado un poco la curva de dificultad.

TumbleSeed incorpora enemigos con patrones muy distintos. Por ejemplo, encontramos a una especie de monstruo con forma de araña gigante (o cangrejo, no lo tenemos muy claro) que salta sobre el personaje, mientras que un bicho similar a una oveja con andares de limaco se pasea por la zona en busca de su siguiente víctima. Unos son fáciles de esquivar; otros, te lamerán la espalda una y otra vez. A eso hay que unir los múltiples obstáculos que pugnan por arrebatarnos corazones, todos ellos funcionando al mismo tiempo mientras tratamos de equilibrar el movimiento de la semilla profética.

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Transformaciones, conversaciones y misiones secundarias

No llegaremos al pico de la montaña huyendo de los animalitos corruptos. La protagonista dispone de un conjunto de transformaciones que le confieren poderes extraordinariamente útiles (treinta en total). Por ejemplo, Heartseed recupera corazones de vida, Flagseed planta banderas para salvar el progreso temporalmente, Thornvine utiliza pinchos con el objetivo de acabar con enemigos y Crystal es capaz de conseguir vidrio extra. Los cristales son la gasolina de nuestros poderes y están desperdigados por el mapa. Según la transformación se requiere uno o más para hacer funcionar su magia, por lo que la recogida es indispensable (los de color dorado valen como varios normales). En todas las fases están localizados unos agujeros especiales cuyo fin es plantar cristales, que a su vez nos dan las características especiales. Algunas transformaciones provocan modificaciones en el escenario—rellenar huecos con agua, por citar una concreta—o  ayudan a convertir los surcos de semilla en mortíferas armas. A mitad de nivel es posible acceder a un misterioso santuario y elegir un poder entre los dos disponibles. No siempre son los mismos, pues se generan aleatoriamente.

La aventura en su conjunto requiere cierta preparación. Entre fase y fase disfrutamos de unos momentos de relajación que podemos aprovechar para visitar tiendas, viviendas y otros establecimientos. TumbleSeed incorpora mecánicas RPG muy elementales. Así las cosas, el personaje tiene la oportunidad de comprar cristales en tiendas, invertir su fortuna en bancos, practicar puntería o aceptar misiones secundarias. En lo referente a las sidequests, todas son bastante básicas, del tipo matar a unos cuantos monstruos o conseguir un objeto específico. No obstante, aportan un toque de originalidad.  Las conversaciones, en perfecto inglés—no es un impedimento para disfrutar de la obra—, no tienen más trascendencia que la de imprimir una nota de humor y la de colorear el mundo con algo de vida.

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Nos gustaría subrayar asimismo que hemos probado las diferentes opciones de control: el teclado y el pad (Xbox Wireless Controller y Dual Shock 4). Nos ha parecido que era más cómodo manejarse con el mando. A pesar de que hemos analizado la versión  PC, el videojuego incluye una característica exclusiva en Nintendo Switch con respecto al resto de versiones: hace uso de la vibración HD, la tecnología que integran los Joy-Con y que trata de emular sensaciones táctiles más realistas.  

Apartado técnico solvente

Hay un adjetivo que define a la perfección el apartado técnico del videojuego: agradable. El equipo ha utilizado el motor Unity y se ha valido de colores variados y de diseños sencillos para ofrecer unos gráficos que ni enamoran ni lo pretenden: son bonitos y funcionales, sin trampa ni cartón. Algo parecido ocurre con el aspecto sonoro. Los personajes hablan en un idioma que nos ha recordado a los balbuceos electrónicos de los habitantes de Animal Crossing. La banda sonora, por su parte, dispone de piezas que ambientan satisfactoriamente las distintas fases. No son memorables y no las tararearemos en la ducha. Aún así, cumplen su cometido

Este análisis se ha realizado con la versión de PC

6.5

Correcto

No es lo último ni lo más original, tampoco cuenta con la mejor ejecución, pero puede divertir si te gusta el género. Bien, pero mejorable. Cómpralo si te gusta el género y te gusta tenerlos todos.