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La metamorfosis de Xbox One

Con Project Scorpio asomando la cabeza en el horizonte, echamos la vista atrás para conocer el proceso de cambio de la actual consola de Microsoft en el mercado: Xbox One.

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La presente generación no ha sido un sendero tranquilo para la compañía asentada en Redmond. Desde el mismo instante de la revelación de su actual consola, Xbox One, la imagen de la división sufrió un constante acoso y derribo tanto por parte de sus seguidores como del público general. Con el paso de los meses, Phil Spencer y su equipo ha conseguido dar un giro de ciento ochenta grados a la situación. Pero, ¿cuál ha sido el proceso de cambio en estos últimos tres años y medio? Trataremos estas cuestiones en las próximas líneas.

El camino hacia Xbox One

Las intenciones —en un primer momento— de los antiguos gerentes de la división con Xbox One cobran mayor sentido si echamos un poco la vista atrás, concretamente en los dos últimos años de su antecesora. Kinect se convirtió en la apuesta del catálogo de Xbox 360; la gran puerta que daría acceso a una mayor presencia del público menos asiduo al videojuego. Poco a poco, el apoyo hacia el periférico llegaría también entre algunas desarrolladoras multiplataforma, aunque en menor medida en comparación con la retahíla de títulos enfocados únicamente en él.

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Este énfasis por el aparato repercutió directamente en el ritmo de lanzamientos triple-a pensados para la comunidad más arraigada a la consola. En su último estertor tres grandes nombres resuenan entre las estanterías de los neófitos de la marca: Forza Horizon, Halo 4 y Gears of War Judgement. Este trío sostuvo el peso que regía la actualidad por aquél entonces, y pese a que tuvieron una gran acogida —menor para la obra de People Can Fly—, no todos asentían ante el rumbo fijado. Kinect monopolizó la mayoría de conferencias de prensa en los grandes eventos asistidos durante los años 2010 y 2011. Un año después, su presencia decaería para fortuna de sus críticos, por lo que parecía que la sucesora de Xbox 360 relegaría a un segundo plano tamaño dispositivo. 

Craso error, y es que Microsoft volvería a tropezar con la misma piedra. A menos de un mes para mostrar su artillería durante el E3 2013, la compañía calentó motores con la revelación de su nueva máquina: Xbox One. Un pequeño evento propio donde todos los ojos de la industria serían testigos del primer paso de la división en una nueva generación. Lo cierto es que la presentación quizá fue un tanto… desalentadora teniendo en cuenta los años previos. Con Don Mattrick a la cabeza, Kinect volvió a tener importancia a la hora de vender su nuevo producto, quedando los juegos —lo verdaderamente importante de una nueva plataforma— en un plano secundario.

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Además de la retahíla de títulos deportivos de la mano de EA Sports e inédito material de Call of Duty Ghosts, tan solo presenciamos en exclusiva la revelación de Quantum Break y Forza Motorsport 5. Viéndolo con la perspectiva del tiempo quizá no fue muy acertado realizarlo tan cerca de un evento como el de Los Ángeles, pero así sucedió. Afortunadamente, pocas semanas después no hubo atisbo alguno de la cámara, brindándonos una sucesión de obras a cada cual más excitante, tanto del lado First Party como Third Party. Noviembre no tardaría en convertirse en una fecha crucial para las aspiraciones de la empresa teniendo la seguridad de que su catálogo inicial le ayudaría en sus primeros coletazos.

Transformando la consola

Los cambios dentro de la división Xbox no tardarían en suceder. Pocos meses después del lanzamiento de Xbox One tendría lugar un cambio de cromos en el sillón del Consejero Delegado. El desgastado Mattrick dejaría su cargo para que recogiese el testigo un Phil Spencer ya conocido públicamente por ser el líder de los estudios internos de Microsoft. Este nuevo mandato estaría marcado por utilizar al público como altavoz para conocer hacia dónde dirigir el buque. ¿Una de sus primeras decisiones? Sacar a Kinect de todos los futuros lotes de la consola, rebajando así su precio recomendado tras ser uno de los motivos del encarecimiento (500 euros frente a los 400 de la competencia) en su debut oficial.

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Tomar el control de una plataforma con una dirección diferente a la que quieres establecer no es una tarea sencilla. El rendimiento del sistema operativo inicial no fue del todo correcto, así como el confuso diseño de la interfaz de usuario. En las entrañas del equipo se gestaba el cambio con la introducción de Windows 10, pero no fue hasta un año después cuando un reducido grupo de usuarios pudieron echarle el guante previa beta. La gran renovación de la consola estuvo más que bien acompañada; el ansiado programa de retrocompatibilidad con su antecesora fue sin duda la gran estrella en la órbita Xbox durante el 2015. No empezó con el mejor pie en cuanto a catálogo se refiere, pero con el paso de los meses se ha formado un buen número de títulos que se adecuan a la mayoría de perfiles de jugador. 

Las ideas sobre el papel se convertían en hechos constatados. Dicho sistema operativo permitía asentar unas bases con potencial para la introducción de futuras facetas. El siguiente punto de inflexión llegaría en verano del pasado año con motivo de la actualización aniversario, donde —entre otras cosas— se hacía realidad el programa Xbox Play Anywhere, un paso más para la unificación de sistemas Windows 10. ¿Quién no ha escuchado hablar del ecosistema? Pese a las voces discordantes de un sector de la comunidad, la unión de fuerzas entre la familia Xbox y el ordenador es una colaboración de lo más nutritiva para sendas bases de usuarios. Al final, la dirección que quiere tomar Microsoft es que se juegue en alguna de sus plataformas. La que cada uno decida. Y por eso quiere que haya las mismas cartas encima de la mesa para el que quiera un PC, una consola ajustada de precio o una nueva revisión más potente.

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Las intenciones renovadas con la consola no pasaban por seguir la estela de su competidora, sino establecer un abanico de funcionalidades diferentes que hicieran atractiva su oferta. Hubiera sido más sencillo dejar de lado a los usuarios de la consola a tenor de la negativa corriente de opinión, pero si por algo sorprendió el equipo liderado por Phil Spencer fue su obsesión de mejorar una plataforma que tenía todo en contra. Se han cometido errores por el camino, de eso no hay duda, pero el apoyo traducido en actualizaciones y mejoras ha sido digno de aplaudir.

Transición hacia Project Scorpio

Con el anuncio de Project Scorpio casi por sorpresa —culpa de las dichosas filtraciones— durante el pasado E3 parecía que la compañía dejaría de lado en los venideros meses el soporte para Xbox One. Nada más lejos de la realidad, y es que hace escasas semanas hemos recibido una nueva actualización de peso que corrige diferentes problemas en la navegabilidad del usuario por la interfaz. En estos momentos es difícil dilucidar por qué camino seguirán sendas plataformas en el mercado, aunque es obvio que con el tiempo Scorpio relevará a su antecesora.

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No estamos ante una nueva generación al uso, sino un paso más allá de la idea primigenia que Phil Spencer y compañía pretendía establecer cuando tomaron las riendas de la división. Una consola sin límites durante sus primeros años que sirviera para brindar de potencia técnica a las compañías del sector. Todo ello sin dejar de lado a aquellos seguidores de la marca gracias a la compatibilidad del catálogo íntegro de Xbox One en ella. Sí, llegará un día en el que su sucesora despegue por si sola, pero la transición se realizará —a todas luces— progresivamente. Como se diría en términos deportivos, lo que buscan es una transición dulce.

El funcionamiento de todo el catálogo anterior estará acompañado de pequeñas novedades. Además de aumentar el rendimiento y mejorar otras características sin necesidad de un costoso trabajo, todas las compañías estarán abiertas a aprovechar la capacidad de la consola en títulos ya lanzados. Es decir, el mismo tratamiento que podemos observar actualmente con PlayStation 4 Pro. Todavía faltan por conocer muchos otros elementos, como por ejemplo el camino que quiera seguir la consola y la compañía con la Realidad Virtual, algo de lo que no se dijo nada durante la presentación de datos de Digital Foundry.

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La división Xbox está ante la que es, sin lugar a dudas, la oportunidad de oro para comenzar con buen pie una nueva etapa en la industria. ¿Próxima parada? Los Ángeles, California. Junio será un mes de lo más movidito. Porque ahora Microsoft ha vuelto a la primera línea de actualidad con la consola más potente jamás creada, pero toca acompañarla de lo que acaba marcando la diferencia: los juegos. Y en eso Phil Spencer ya ha dicho que también tienen muchas sorpresas que dar. Solo falta conocer cuáles serán.