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Rise & Shine

Rise & Shine

Análisis: Rise & Shine

Mundojuego está bajo siendo atacado por hipermusculados marines espaciales. Para colmo vienen de NuevaGen, por lo que nos toca misión de rescate inmediata. No en vano, hablamos de un reino cuyo monarca recuerda sospechosamente a Mario, donde no faltan carteles indicando la dirección hacia Kokoriko Village y por el que pululan quién sabe cuántas referencias más a videojuegos clásicos y modernos. Desglosamos para vosotros lo mejor y peor de uno de los títulos más esperados de la escena indie

Tras un año que ha batido récords de cantidad, no exento de lanzamientos que han alcanzado el máximo nivel de calidad, la escena independiente empieza a mostrar sus cartas para los próximos meses. Esta vez es el estudio nacional Super Awesome Hyper Dimensional Mega Team quien sale a la palestra de Steam y Xbox One con su nueva propuesta, Rise & Shine, proyecto del que sabemos desde hace tiempo y sobre el que pesan unas expectativas bastante altas, gracias al extraordinario momento que atraviesan unos juegos bidimensionales que cada año incorporan nuevos cromos a su álbum de clásicos instantáneos. Rise & Shine llama la atención de inmediato gracias a su peculiar dúo de carismáticos protagonistas, envueltos en una historia desenfadada que hace bien en no tomarse demasiado en serio a sí misma. Protagonistas y argumento están muy bien caracterizados y tienen personalidad, pero el juego destaca por su estilo artístico en alta definición que nos ha recordado al de Vanillaware o los últimos Rayman por su nivel de detalle. El mundo por el que se pasea el dúo titular es una auténtica delicia a nivel visual y constituye el principal logro del juego, amén de un esfuerzo más que encomiable, ya que en sus escenarios apenas se recicla nada: todo lo que va apareciendo en pantalla es nuevo y progresivamente impresionante a nivel visual, en un ejercicio artístico realmente único. Colorido, fluidez de la animación, efectos visuales: todo está en la clase de los empollones de las 2D: en el nivel que no podíamos ni soñar cuando nos enfrentábamos, hace décadas, a algunos de los títulos en que se inspira.

Redefiniendo el Run & Gun

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Como no podía ser de otra forma, Rise & Shine intenta dotar de nuevos horizontes a otro de los géneros antiguos, casi tanto como los videojuegos. Se inspira sin disimulo en los clásicos run and gun, por lo que pasaremos mucho tiempo disparando a enemigos en el plano horizontal que hizo grandes a Contra o Metal Slug, pero la experiencia que ha fascinado a sus autores de forma más patente está mucho más cercana en el tiempo. Por mucho que se derive de los clásicos títulos de disparos sin fin, es la oscura genialidad de Limbo (casi su opuesto en lo visual) la que maneja el resto de hilos de este mundojuego.  Niño protagonista, su animación, muertes y escasez de movimientos lo dejan bien claro, y la idea de un juego que se estructura en escenas, ahora de acción, ahora con su componente de puzzle, lo termina de confirmar. Lo cierto es que la fusión se ha conseguido con éxito y el entramado es satisfactorio, aunque el resultado final no termina de ser todo lo redondo que habríamos deseado por los motivos que luego veremos.

Rise, el niño de turno tan inspirado en los juegos de Playdead, y Shine, la deslenguada pistola de noventera actitud burlesca y desafiante, se controlan como el típico personaje de tantos juegos horizontales. Pueden apuntar y saltar como sus viejos congéneres y gozan de un dash para esquivar los cientos de disparos que nos lanzarán los enemigos, pero a cambio de sus escasas posibilidades motrices obtendrán a lo largo del juego la habilidad de utilizar varios tipos de balas diferentes. El uso que se hace de estas balas es sin duda el elemento más característico del título a nivel jugable, ya que contaremos con proyectiles que podemos controlar tras dispararlos, resultando cruciales en casi todos los puzzles que irán surgiendo por el camino. También contaremos con una munición explosiva cuya trayectoria habrá que calcular cuidadosamente y nos ayudará contra ciertos escudos, así como un tipo de bala eléctrica que en ocasiones tendremos que alternar con las demás en tiempo muy limitado. En el uso, muy contrastante, de los diferentes tipos de munición está gran parte de la gracia que exhibe el juego a nivel de diseño jugable.

Y es que Rise & Shine lo clava cuando plantea su propuesta de acción. Además de estas balas-puzzle, su vuelta de tuerca al run & gun tiene otros aspectos muy bien planteados que nos suenan de varios clásicos recientes. Sobre todo su sistema de coberturas a la Gears of War, muy bien implementado, o el tiempo de recarga que necesariamente hemos que tener en cuenta aunque estemos en mitad de una acción que suele tornarse frenética. También es muy atractiva la abundancia de disparos por toda la pantalla, digna de todo un bullet hell en no pocas ocasiones. Todo ello, tan bien llevado como está, dota al juego de un carácter propio que sin duda gustará a novatos y veteranos por igual, y consigue algo muy complicado hoy día: que un juego de tiroteos en 2D tenga su punto novedoso.

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Disparos y Puzzles: el nuevo Think & Gun

Por desgracia, no parece que suceda así con otras mecánicas en las que el juego hace hincapié. La propuesta de Rise & Shine, tan repartido como está su tiempo de juego entre los juegos de puzzle y los arcades de acción, nos plantea momentos de relax sin enemigos en forma de unos puzzles muy flojos, que nos han parecido lo más mejorable del juego y enlazan con la principal objeción que encontrará cualquiera que finalice la campaña. Los puzzles del mundojuego triunfan cuando se rodean de la acción sin cuartel que allí abunda, pero resultan exageradamente simples por sí solos, y no plantean desafío alguno más allá de darnos cuenta de qué es lo que tenemos que hacer con ellos. Sin ir más lejos, en el propio Limbo las cosas podían llegar a ser muy complicadas incluso después de figurarnos cual podía ser la solución, al igual que sucede en propuestas similares como la de Trine. Parece evidente que los autores, deliberadamente, no lo han querido complicar demasiado, pero el resultado nos plantea dudas, que inciden sobre el gran inconveniente del juego. La pega que lo aleja de las metas que habría podido alcanzar: su duración.

Las propuestas independientes no suelen ir sobradas en cuanto a longitud. Es bien sabido y hasta aceptado, ya que son proyectos realizados con presupuestos modestos. Incluso títulos muy consagrados (el mismo Limbo, sin ir más lejos) tienen en esto de las horas de juego una crítica recurrente, penalizada en unas ocasiones más y en otras menos, pero siempre presente. Justo es reconocer también que en unos juegos tiene más impacto, mientras que en otros puede pasar más desapercibido, pero en el caso de Rise & Shine el problema de su duración termina por afectar al resultado final. A medida que vamos superando las catorce escenas del juego, un menú de selección idéntico al de los juegos de Playdead nos recuerda que nos acercamos al final a velocidad hiperespacial. En tres horas podemos finalizar la campaña, y esto contando con que seguramente nos atrancaremos un buen rato en algunas escenas como la del último tiroteo y jefe final, en el que se nos plantea un pico de dificultad brutal que no será del agrado de muchos.

Es una pena, porque todo está muy bien planteado para disfrutar con los tiroteos y coberturas, admirar los escenarios y echarse unas risas con el argumento y las mil y una referencias a videojuegos. Incluso para disfrutar de los puzzles, aunque no nos duren mucho, o con esa fase de shoot em up algo genérica pero divertida al fin y al cabo. El problema es que al terminar la aventura tenemos la sensación de que el trayecto ha sido demasiado corto esta vez, y el sentimiento pronto se torna en decepción al comprobar que no hay prácticamente nada más que hacer para fomentar la rejugabilidad. Precisamente este concepto, la rejugabilidad, lo era todo en los modelos de acción que Rise & Shine mimetiza con tanto acierto, y hoy tenemos muchos ejemplos de proyectos independientes altamente rejugables. Superhot, uno de los mejores indies del pasado año, contaba con una campaña corta que compensaba de sobra con unos fantásticos desafíos tras completarla. Geometry Wars 3 daba lo mejor de sí una vez superados todos los niveles, y hablamos solamente de dos ejemplos entre una auténtica marabunta.

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En cambio, Rise and Shine no tiene más que unos cuantos secretos a recolectar por las escenas, también muy entroncados con la tradición de Playdead, y un modo difícil que más bien es imposible, ya que pretende que acabemos la aventura sin morir. Y es que con el juego completado, uno no puede evitar preguntarse si los picos de dificultad salvaje, ese punto de precisión que el control no termina de ofrecer pese a la exigencia que se nos plantea, o esos enemigos que nos matan a la primera, no se habrán introducido para aumentar la duración de manera algo artificial. Aunque son defectos a pulir y no son pequeños precisamente, se trata de lo más negativo en un juego que nos ha parecido algo imperfecto, sí, pero también brillante en lo audiovisual y muy jugable mientras dura. Una buena noticia que promete muchas alegrías en el futuro, si es que sus desarrolladores profundizan en todo lo bueno que han conseguido aquí, en una propuesta más redonda y duradera.

7.5

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.