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Megamagic: Wizards of the Neon Age

Megamagic: Wizards of the Neon Age

  • PlataformaPC7.5
  • GéneroRPG, Estrategia
  • DesarrolladorBeautifun Games
  • Lanzamiento20/04/2016
  • TextoEspañol

Megamagic, un hechizo directo al corazón de los nostálgicos de los 80

Beautifun games nos devuelve a las mañanas de sábado de nuestra infancia con un juego que mezcla muchos ingredientes para un resultado muy correcto y sin más pretensión que la de divertir.

Dicen que una persona no es de donde nace, sino de donde se cría. A esa expresión podríamos añadirle el matiz de “de la época en que se cría”. Es difícil encontrar quien, teniendo una infancia feliz, no tiña de rosa melancólico sus recuerdos y añore la estética, la música, el vestir y hasta el comer de aquellos años (y lugares) en que se formó como persona. Este desde luego parece ser el caso del equipo de Beautifun Games, (autores del popular Nihilumbra), que con Megamagic buscan hacer un giño descarado y sin complejos a los años 80. Y a un aspecto muy concreto de finales de los 80 y principios de los 90, de hecho: las series de animación matinales de los fines de semana, aquellas que moldearon la forma de ver y entender temas como la magia, el valor y la autosuperación de varias generaciones.

Esta inspiración empapa todo el producto: desde el propio título y su logo hasta los distintos tipos de personajes que podemos encontrar (especialmente en esos punkis salidos de cualquier garito de la movida), pasando por la música y o la estética de los escenarios.

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Pero no de estética vive un juego (aunque sea el elemento más enfatizado tanto en el juego en sí como en su promoción), y tras ella encontramos un entretenimiento cumplidor y sin más pretensiones que hacer pasar un buen rato. A pesar de la larga lista de inspiraciones que en su momento destacaron los creadores (Diablo, Pokémon, The Legend of Zelda, Comand&Conquer), el resultado por suerte poco no es la suma de esas partes, sino un rpg de perspectiva isométrica con un sistema de combate point and click basado en la invocación de bestias que luchen por nosotros. La cantidad y variedad de estas bestias irá aumentando según progresemos, pero no hasta el punto de variar el enfoque RPG a uno de estrategia.

Tanto esas invocaciones como nuestros propios hechizos gastan una barra de magia que se regenera con el tiempo: mientras nos quede magia suficiente, podremos reemplazar las bestias derrotadas. El sistema funciona bastante bien en general, aunque algunas veces, sobre todo ante grupos de enemigos más grandes, acabaremos dando vueltas en círculo esquivando ataques mientras intentamos recuperarnos. Porque aunque los enemigos dejan magia al caer, y si estamos cerca de ellos podemos “robársela”, nuestra salud (que solo se regenera con pociones que dejan los enemigos al caer o al pasar por un punto de control) puede padecer las consecuencias de acercarnos a la batalla más de la cuenta.

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Gráficamente el juego muestra un aspecto interesante, con algunas irregularidades, eso sí. En este sentido es digna de mencionar la escena cinemática de introducción, que hace un trabajo enorme en retrotraernos a las sensaciones de aquellas series de animación. Los escenarios y personajes varían en su ejecución, a veces con destellos de gran calidad, otras veces pecando de simpleza, pero siempre por encima de la barrera de lo aceptable. Los escenarios son, como se mencionaba anteriormente, isométricos y divididos en grandes espacios; a veces más lineales y en otras más abiertos a la exploración. De vez en cuando podremos hablar con algunos personajes o interactuar con algunos elementos (incluso algún pequeño puzle), pero la mayor parte del tiempo sólo sirven como suelo sobre el que derrotar a nuestros enemigos. La que sí se desmarca como un gran trabajo es la música, que nos sumerge perfectamente en ese pop pegadizo de sonidos sintéticos de los 80, además de ambientar convenientemente las distintas situaciones. Los efectos de sonido ayudan también bastante a la ambientación general. 

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El mundo de Megamagic, la llamada "Neon Age" a la que se refiere el título, comienza cuando un meteorito impacta en la tierra en plenos años 80, y la humanidad desarrolla poderes mágicos y un gusto eterno por todo lo ochentero, mantenidos sin aparentes variaciones en los 2000 años transcurridos desde entonces. Eso en lo cultural, pues en lo político hemos vuelto a un mundo casi medieval, dividido en distintas facciones. La más poderosa es un grupo religioso/político, la Orden, que como su hombre indica pone orden y control sobre la magia y la sociedad en general. Como brazo ejecutor cuentan con los Techno Rangers, soldados mecanizados de capacidades sobrehumanas que protejen a los humanos normales de las no pocas amenazas existentes, sean monstruos salvajes (denominados "grims"), o los no muertos. Para acabar de completar este plantel, no podían faltar los punkis con sus crestas de colores, imperdibles y chupas de cuero, rebeldes a toda autoridad impuesta.

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Respecto al texto, el juego cuenta con una cantidad no desdeñable de erratas, (“eso malditos zombis”, “solo un de cada cinco”...), y no ahorra a la hora de usar expresiones explícitas (“joder”, “idiota”, “de mierda”…) que agradarán a algunos pero sobrarán a otros. En general los diálogos podrían estar más cuidados, pero tampoco resultan un impedimento para el disfrute del juego, y alguna broma hasta nos sacará una sonrisa. Es digno de mencionar que, como juego desarrollado en Barcelona, es posible disfrutar el juego íntegramente en catalán, un detalle que se prodiga poco en los videojuegos.

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Es de destacar también que el juego haya llegado a buen puerto a pesar de una campaña de Kickstarter fallida (que a pesar de pedir 20 000 euros, se quedó a apenas 2000 del éxito), y que a pesar de ello no se aprecian recortes descarados consecuencia de un menor presupuesto. Y como anécdota, el juego permite conectar mandos adicionales para que nuestros amigos controlen a nuestros Grim invocados eligiendo sus ataques. No alcanza a un multiplayer pero hace más divertido ver a alguien jugar a tu lado.

7.5

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.