Samurai Warriors 4 finaliza su ciclo vital con la esperada expansión Empires, la cual inyecta una buena dosis estratégica a las batallas campales habituales en la franquicia. Unificar el país del sol naciente es ya cuestión tanto de pluma como de espada.
Todos los aficionados a la franquicia Musou, la cual debutó en el ya lejano año 2000 con el bautizado en occidente como Dynasty Warriors 2, ya conocen de sobra el ciclo vital que lleva a cabo Koei con la macro serie que tantas satisfacciones le sigue brindando. La era moderna en la que nos encontramos, con sus season pass y sus DLCs, no ha cambiado demasiado el modus operandi de la editora japonesa hoy conocida como Koei Tecmo. Así, para las ramas tradicionales de la ya más que numerosa familia Musou (Dynasty y Samurai Warriors), el plan a seguir sigue siendo el de lanzar una entrega numerada (Samurai Warriors 4 llegó en 2014) a la que le sigue una expansión independiente (con la coletilla Xtreme Legends, aunque en el caso de SW4 lo que tuvimos fue un Samurai Warriors 4 II, lanzado en 2015) y una propuesta final que, con la coletilla Empires, añade un notable factor estratégico a la acción arcade tan habitual en estos títulos.
A diferencia de lo que pasó con Samurai Warriors 3, juego del que en occidente solo vimos su entrega original para Wii, lanzada en 2010, quedando las expansiones Xtreme Legends y Empires como coto exclusivo de terreno japonés, SW4 sí que ha podido cumplir su ciclo vital en todos los mercados, encontrándonos ahora ante su expansión Empires, la cual debutó en territorio japonés en septiembre del pasado año y ahora nos llega a occidente, aunque por desgracia y como viene siendo habitual en los Musou tradicionales lo hace únicamente con textos en inglés y voces en japonés. El título cuenta con distribución tanto física como digital en PlayStation 4, mientras las versiones PS3 y Vita solo pueden ser adquiridas a través de PlayStation Network.
Así, el juego se basa en hechos históricos reales, aunque tomándose sus propias y numerosas licencias en aras de hacer más llevadera e interesante tanto la jugabilidad como el desarrollo argumental. La diferencia de SW4: Empires respecto a lo que pudimos ver tanto en el Samurai Warriors 4 original como en SW4II reside en que ahora nos encontraremos ante una notable carga estratégica con la que lidiar, sin renunciar a las batallas campales en tiempo real características de la franquicia, claro está. Además, Samurai Warriors 4: Empires no es un juego de estrategia puro, profundo o denso, ya que para ello Koei cuenta con su propia saga (Nobunaga’s Ambition, cuya entrega más reciente se lanzó en occidente el año pasado), así que no esperéis mucha complejidad al respecto.
Hay que tener también en cuenta que el omnipresente estudio Omega Force (el encargado de la serie Musou dentro de Koei Tecmo) ha centrado sus esfuerzos para que este SW4: Empires sea el más accesible de todos los títulos que llevan por bandera dicha denominación (incluidos los que forman parte de la saga Dynasty Warriors), haciendo uso de una mecánica que se apoya en una interfaz visual clara y comprensible, la cual busca que cualquier jugador, se encuentre o no versado en el género estratégico, pueda manejar los menús del juego con soltura, sin perderse entre las múltiples opciones que se le ofrecen. Y es que, aunque la sección estratégica del juego sea más accesible que nunca, sigue ofreciendo un número nada desdeñable de posibilidades y acciones a seguir, lo que sin duda es todo un acierto.
Básicamente, lo primero que el juego nos ofrece es un mapa del territorio japonés dividido en diversas secciones, cada una de ellas controlada por un clan distinto. El objetivo del jugador es unificar el país bajo una única bandera, y para ello debe seleccionar un clan del que hacerse cargo. En el modo de juego principal, el territorio japonés se encuentra salpicado por unos clanes predeterminados, pero esto puede ser completamente configurable gracias al Modo Génesis, que nos permite decidir con qué clanes queremos comenzar la partida, desde tener a un clan diferente en cada territorio hasta contar con un país dividido en dos únicos y poderosos clanes, pasando por cualquier estado intermedio que se nos ocurra. También contamos con amplias posibilidades de personalización gracias al Modo Edición, el cual cuenta con un más que bien armado editor con el que podremos erigir nuestros propios personajes, e incluso clanes completos en los que serán protagonistas los generales que hayamos creado previamente, dado que podremos sustituir a los más de 50 personajes históricos predeterminados por ellos.
El desarrollo del juego se encuentra claramente dividido en dos vertientes: estrategia y acción. La fase estratégica nos lleva a esa interfaz visual de la que hemos hablado previamente. Aquí nos encontramos ante un castillo dividido en diferentes secciones, las cuales estarán a cargo de los magistrados que nosotros mismos nombremos a tal efecto. Podemos nombrar como magistrado a cualquier general de nuestro ejército, siempre teniendo en cuenta que cada uno se encontrará más capacitado a la hora de ejecutar una determinada tarea. Por ejemplo, un general versado en las artes del combate puede convertirse en un magistrado ejemplar si le encomendamos que se ocupe de las tareas militares del clan, mientras un general que sea un experto estratega seguramente también será un fenomenal magistrado a la hora de entablar relaciones con otros clanes.
Nuestro daimyo o señor de la guerra cuenta, además de con sus generales y magistrados, con la ayuda de un consejero personal, el cual también debe ser nombrado por nosotros. Por medio del daimyo podemos llevar a cabo cualquier acción o política que deseemos, siempre que se encuentre disponible, claro está. Nuestro consejero puede proponernos las mejores políticas a seguir en el momento actual en el que se encuentre nuestro clan (contratar nuevos oficiales, recuperar el vigor de nuestras tropas, fortificar las defensas de una de las regiones a nuestro cargo, invadir un territorio rival que se encuentra especialmente desprotegido, recaudar impuestos, entrenar a nuestros generales para subir sus estadísticas… las posibilidades son inmensas), o bien podemos decidir delegar los asuntos de estado a él, con lo que ordenará a los magistrados que ejecuten automáticamente las acciones y políticas que considere oportunas.
7
Bueno
Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.