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Runbow

Runbow

  • PlataformaWiiU8.5PC3DSXBOPS4NSW
  • GéneroPlataformas
  • Desarrollador13AM Games
  • Lanzamiento03/09/2015 (WiiU)18/11/2016 (PC)20/06/2017 (3DS)16/07/2017 (XBO)03/07/2018 (PS4, NSW)
  • TextoEspañol
  • Editor13AM Games

Runbow, Análisis

Los primeros reviews norteamericanos avisaron y ahora se confirma con su salida en Europa. Runbow es un plataformas indie de corte competitivo muy poderoso que todo usuario de Wii U debería tener, al menos, en consideración.

Actualizado a

No parece casualidad que un juego como Runbow haya aparecido en Wii U, plataforma que está cuidando como ninguna otra el género de las plataformas. Son varios los títulos de Nintendo y otras compañías que han brillado con luz propia en la sobremesa de la compañía de Kyoto, y a ella se le suma ahora otro nuevo título del género que consigue sorprender y desafiar a los jugadores con una fórmula adictiva y sencilla como pocas. Si el género de dar saltos está de enhorabuena gracias a los desarrollos indies es en parte a propuestas tan divertidas como la que nos ocupa. Un título enfocado al multijugador local, al online y que también es capaz de atrapar a los jugadores solitarios con un sinfín de pruebas por superar. Sí, todavía se pueden mostrar novedades poderosas en el género del plataformas 2D.

La premisa de Runbow es tan directa como eficaz. Controlamos a un personaje con el que tenemos que llegar a un punto de la pantalla, ya sea en avance de scroll lateral o de abajo hacia arriba al más puro estilo Ice Climbers o las fases de final de capítulo de Ori and the Blind Forest. Tenemos un botón para saltar, con el que podemos hacer doble salto también, y un botón de puñetazo. A ello se añade un impulso hacia arriba y un “culazo” para golpear con virulencia en el suelo. Hasta aquí todo normal. Lo que cambia radicalmente el concepto de juego respecto a otros juegos es la puesta en escena y los desafíos que nos vamos encontrando. Los colores marcan irremediablemente el devenir de las partidas.

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Nos enfrentamos a partidas cortas -la fase más larga puede durar unos 40 segundos- donde vamos superando obstáculos cambiantes. Al fondo del escenario van cambiando los colores de manera periódica, haciendo que nuestro avance se vea totalmente alterado. Cuando está de color azul, las plataformas azules desaparecen; cuando pasa a verde, lo mismo con este color. Y así sucesivamente. De esta manera el juego exige un ritmo muy elevado y algo importante: además de precisión a la hora de saltar de un lado para otro tenemos que estar atentos al color actual y al color entrante -se ve antes de que cambie- para no saltar en falso a una plataforma que desaparece. El ritmo de cambio de colores es constante y la movilidad que eso provoca, pura adrenalina.

Los colores hacen aparecer y desaparecer plataformas, hacen que aparezcan barreras que nos impidan pasar si saltamos en un mal momento o incluso pueden ser nuestra salvación: en el clásico techo de pinchos que cae encima de nosotros, si nos colocamos justo debajo de los pinchos del color de fondo, estos no aparecen y por lo tanto podemos avanzar sin morir. Porque esa es otra, un fallo y toca empezar de nuevo, sin margen de error. Es un plataformas de ensayo-error puro, donde aprendemos a base de fracasos (algunas veces, hace falta recalcar, la sensación es que es obligado fallar en ciertos momentos para aprender, algo que no gustará a todo el mundo). Las situaciones que brindan los colores son tan variadas y exigen tal inmediatez que es imposible no “picarse” con el juego desde el primer momento. En una de las primeras fases del modo aventura (más de 100 niveles) hay una zona con una cascada en la que debe haber unas diez columnas de colores con su plataforma que van cambiando a la vez. La locura para superar momentos así sin margen de error no se puede explicar con palabras.

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Partidas intensas y cortas donde nuestro objetivo es llegar lo más pronto posible para conseguir el máximo de estrellas (1-3) en cada una de las fases del modo aventura, que se puede jugar en solitario pero que se ha planteado como todo el juego: para disfrutar en compañía. El título permite que hasta nueve jugadores (con todo tipo de variedad de mandos y opciones) puedan conectarse y jugar a la vez. El que se queda atrás muere, el que cae al vacío no resucita, y al final, solo puede quedar el que llega antes al trofeo de rigor. El multijugador es la base de todo, no solo porque nos permite jugar a la aventura con amigos, sino porque las grandes modalidades del título están pensadas para competir con amigos.

Al modo correr -que es el que hemos explicado- se añade una Arena donde nos vamos a dar de golpes con los demás hasta acabar con ellos y en el que los colores también participan activamente, además de cierto diseño de niveles que nos pondrá en más de un aprieto. Este modo, aunque tiene su gracia, no acaba de atraparnos tanto como los demás, sobre todo porque muchas veces el caos se apodera absolutamente de la acción y no es raro que a los pocos segundos sin saber por qué estemos fuera de combate, algo que sucede más a menudo de la cuenta. Otra modalidad disponible es el Rey de la Colina, que nos invita a subir por zonas hasta llegar a lo alto del nivel, donde está el trofeo. Básicamente es como correr pero en formato vertical y las mismas particularidades. Por último tenemos el Señor de colores, en el que ocho jugadores tienen que llegar al final del nivel y un noveno, mando tableta en mano, debe impedirlo cambiando los colores de la partida, lanzando objetos y, en definitiva, fastidiando al personal todo lo que pueda.

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Bowhemoth, solo para los más duros
La joya de la corona para los amantes de los plataformas más difíciles es Bowhemoth, una modalidad extrema en la que tendremos que superar obstáculos constantes dentro de la barriga de un enorme monstruo que nos ha engullido. Al más puro estilo old school, deberemos superar la fase del tirón, sin checkpoints ni nada por el estilo. Que nos toca un enemigo, a empezar de cero. Que caemos por un vacío, lo mismo. No será raro acercarse a las cien muertes antes de conseguir terminar con éxito esta desafiante prueba en la que además de cambios de colores y enemigos encontraremos varios problemas en forma de plataformas que exigen precisión y ritmo y alguna que otra sorpresa que es mejor que se descubra por uno mismo.

Un online de locos
Tanto el online como el multijugador local son una auténtica locura que explota al máximo las bondades del juego. En línea podremos jugar a los modos carrera, arena y rey de la colina, por lo que nos quedamos sin el señor de los colores (ni tan siquiera en formato partidas privadas). En todo caso, la competición que se organiza en estas partidas es pura diversión y caos. A la concepción de los niveles con los colores modificando la estructura de las fases y el scroll avanzando sin cesar en cada una de las fases se le añade la competición con los otros jugadores, que pegarán puñetazos, nos embestirán, molestarán cuando saltemos y si pueden, nos amargarán con los power-up. 

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Repartidos por el escenario hay unos ítems que van dejando elementos aleatorios que todavía agitan más las partidas. Unos guantes de boxeo para lanzar fuera del escenario a enemigos, un reloj que ralentiza el avance de los jugadores, un “cambio” que nos coloca en la posición de otro jugador y viceversa, una pintura gris que acaba con las modificaciones de los colores y el más sorprendente: uno que gira la acción poniéndonos del revés con lo que esto comporta a nivel de controles. No es raro ver como en una partida nadie gana una, dos o tres carreras porque entre los jugadores y la exigencia de los niveles mueren todos antes. Y es que la concentración que exigen todos los elementos que se dan cita en estas cortas partidas de 30 segundos tiene que ser máxima.

A nivel audiovisual el título cumple con su cometido: el aspecto retro 2D con escenarios y personajes sencillos y un toque minimalista general hacen que todo se vea como debe sin más alardes que esos. Destaca el variado elenco de personajes que podremos desbloquear (invitados como Shovel Knight, Guacamelee, Max de Mutant Mudds, Gunvolt de Azure Striker Gunvolt... la elección, en todo caso, es meramente estética) y el ya mencionado cambio de colores y como afecta visual y jugablemente. Por desgracia, aquí tenemos que destacar algunos contratiempos técnicos como ciertas relantizaciones en algunos momentos concretos. No son habituales ni afectan al transcurso de toda una partida, pero se notan -sobre todo online con partidas cargadas de jugadores-. La banda sonora, a base de trompetas, pianos y un ritmo elevado impregna esa sensación de adrenalina constante, además de ser melodías muy agradables y simpáticas.

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8.5

Muy Bueno

Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.