Dishonored: Definitive Edition
- PlataformaPS47.8XBO7.8
- GéneroAcción, Aventura
- DesarrolladorArkane Studios
- Lanzamiento28/08/2015
- TextoEspañol
- VocesEspañol
Dishonored Definitive Edition, Análisis
El juego de Bethesda da el salto a Xbox One y PS4 con mayor resolución y los tres DLC que se publicaron a posterior, aunque no acaba de ser demasiado atractivo para quienes ya lo disfrutaran en su momento.
Dishonored fue para muchos una de las mayores sorpresas que nos dejó la pasada generación de consolas. Desde Arkane Studios se había vendido muy y muy bien su proyecto, usando incluso polémicas comparaciones con la saga Call of Duty. Y eso, muchas veces, acaba jugando en contra. Pero el resultado fue impresionante. Juego del Año en Meristation (2012) y una experiencia de sigilo y acción que, me incluyo, nos dejó un gran sabor de boca. Han pasado tres años y Bethesda lanza un remaster para las consolas de nueva generación. Jugablemente, Dishonored sigue siendo igual de potente que en la entrega original. Pero tres años después son pocas las novedades que propone este título para quienes lo disfrutaron en su momento. Si tienes consola y nunca jugaste Dishonored, esta Definitive Edition es, simple y llanamente imprescindible. En cualquier otra consideración es ya más discutible.
El protagonista de esta entrega es Corvo Attano, un asesino que ve como acaban con la Emperatriz de Dunwall, ciudad en decadencia para muchos (no para una élite rica y déspota) donde la peste y la pobreza lo está destruyendo todo. Estar en el peor lugar posible en el momento menos adecuado es lo que le sucede a Corvo, que pasa a ser nombrado enemigo número uno del lugar como presunto autor de la matanza de la emperatriz. Ahí es donde empieza una carrera para evitar ser cazado y también un trayecto que debe servir para descubrir al verdadero conspirador. La presencia de un colectivo rebelde que le ayudará a rescatarlo con vida y unos poderes sobrenaturales caídos del cielo en el momento justo completan un juego que se desarrolla con extrema fluidez y que da un sinfín de posibilidades al jugador.
Básicamente nos vamos moviendo por distintos capítulos en los que tendremos unos objetivos que cumplir. Una aventura que no tiene un desarrollo de niveles lineales pero tampoco es mundo abierto, sino que nos ubica en un espacio delimitado y nos da libertad para actuar como nosotros queramos. Encontraremos una gran cantidad de extras y misiones secundarias que podremos realizar, tendremos que equilibrar nuestras habilidades con las armas con los poderes que nos ofrecerá el Forastero y que nos permiten ser sigilosos y letales. Pistolas, ballestas, granadas y otros tipos de arsenal que servirán para afrontar muchos tramos como en un shooter en primera persona, aunque por norma no será lo recomendable.
El sigilo es parte indispensable de Dishonored y los poderes nos permiten explotar el diseño de niveles –brillante- en todo su esplendor. El teletransporte a un punto cercano, conocido como Guiño, sigue siendo una habilidad tan necesaria como excesivamente útil incluso, a la que se añade poder parar el tiempo, una visión tenebrosa para localizar enemigos y armas, ráfaga que permite abrir puertas y lanzar enemigos por los aires o Ataque voraz, que invoca una plaga de ratas creando el caos en zonas concretas por donde entonces podremos pasar. A esto se añaden posibilidades no letales –flechas somníferas- nuestro sigiloso avance que permite sorprender por la espalda a enemigos y dejarlos noqueados (o matarlos con nuestras afiladas armas), batallas con jefes finales y todo tipo de artilugios enemigos que van más allá de soldados: torretas, cañones o los zancudos, una especie de máquinas vigilantes que nos amargan la existencia en zonas al aire libre.
Lo mejor de todos estos elementos es que son opciones que tenemos disponibles y luego ya somos nosotros los que decidimos. Aquí, porque haya un arma concreto al inicio, no significa que tengamos que usarlo. Tampoco los caminos por las alcantarillas tienen por qué ser los ideales para avanzar hasta nuestro objetivo. Es la sensación de libertad y cierta creatividad a la hora de solventar los contratiempos que nos vamos encontrando lo que hace tan especial a Dishonored. A veces usaremos los poderes, otras preferiremos ir al más puro estilo Snake, en otras no habrá más remedio que empezar a disparar. Tiene un componente rejugable importante por esta disposición de elementos (incluso veremos logros y trofeos que nos pican a terminar el juego sin usar ciertas habilidades, por ejemplo).
Hemos visto también algunas físicas que siguen sin estar tan cuidadas –como cuerpos muertos- y el popping no ha desaparecido del todo a pesar del salto de plataforma. Además, se mantienen los 30 frames por segundo de la entrega original sin apostar por los 60fps que parecen de cajón en remasters de este estilo. En este sentido, de nuevo el apartado artístico del juego hace la mayor parte, con una ciudad decadente y llena de contrastes, la presencia de grandes avances tecnológicos bien introducidos en el día a día de Dunwall y unos personajes que desprenden la antipatía y esa sensación de esconder algo en cada palabra que sueltan.
Bueno
Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.