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Hatred

Hatred

Hatred, análisis

Todos los focos se centraron en su violencia extrema y una temática alejada de lo políticamente correcto. Pero más allá de estar en boca de todos, Hatred se presenta como un shooter de vista isométrica muy mejorable en varios de los aspectos que propone. Demasiado ruido y pocas nueces.

Hatred consiguió una notoriedad enorme cuando se presentó por la apología a la violencia sin sentido que proclamaba. El juego, un shooter en vista isométrica como tantos otros hemos visto, con la particularidad que su principal cometido es el de aniquilar a todo humano que se cruce a nuestro paso por el simple hecho de que nuestro protagonista odia a la especie y quiere ver a todo el mundo convertido en polvo. Polvareda es precisamente lo que levantó esta temática o argumento principal. Los creadores se limitaron a decir que querían ser honestos con lo que proponían y que cosas como las que pasan en Hatred se ven en muchos otros juegos (y tienen razón). Pero también dijeron que eran plenamente conscientes de las reacciones que les esperaban cuando lo presentaran. Así que la polémica, más o menos buscada, les iba bien.  Que hablen de mí, aunque sea mal.

Pero la polémica sirve para esto, para rellenar las semanas previas a un lanzamiento. Se retiró de Steam, luego volvió con las disculpas de Gabe Newell, fue un éxito en Greenlight y cuando ha salido a la venta por 16 euros se ha convertido en un hit de ventas en Steam. Y al final, lo importante es lo que uno se encuentra cuando compra el juego, más allá de hacer valoraciones de juicio sobre si su argumento y su propuesta debe ser recriminada o no. Y es allí donde el juego hace aguas. Y es ahí donde la nota de este análisis tiene todo su sentido. Que nadie se engañe, este analista no es una especie de Gorrión Supremo que intenta ajusticiar según su propia fe. Simplemente, Hatred no es un buen juego. Sea matando humanos o sea matando alienígenas.

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La propuesta jugable es tremendamente plana, repetitiva y falta de variedad. Controlamos a nuestro asesino saliendo de casa preparado para masacrar a los civiles de su distrito. Con un stick analógico controlamos su movimiento y con el derecho, apuntamos. Un botón para disparar, uno para granadas, otro para apuntar a media-larga distancia, correr con el stick analógico, un ataque de patada ,uno para cambiar de arma y ejecutar a enemigos que caen al suelo y un último para agacharnos y disparar con mayor precisión. Hasta aquí, lógico y sin nada que se salga de lo habitual en este tipo de juegos de acción.

Mientras vamos disparando masacrando enemigos cumplimos con el objetivo principal, que es limpiar diversas zonas. También habrá otras misiones como llegar a cierto punto del mapa o hacer alguna tarea concreta, pero en general todo está relacionado con matar y matar. La violencia más extrema del juego está en las ejecuciones que hacemos cuando mandamos alguien al suelo de una patada o le disparamos pero no le matamos, donde veremos animaciones con todo tipo de asesinatos a manos de nuestro protagonista. A medida que el caos que generamos va avanzando, vendrá la policía y otros agentes de seguridad, como los SWAT, a frenarnos. Son los momentos de mayor desafío, ya que acostumbran a venir en grupo, tienen varias armas de fuego y nos disparan desde distintos flancos.

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Escapar es una buena opción, entre otras cosas porque la dificultad del juego tanto en medio (que lo llaman difícil directamente) como en extremo es bastante elevada. Para recuperar vida tenemos que ejecutar enemigos, algo que a veces es complicado cuando hay decenas rodeándonos. En nivel fácil es algo más accesible –cada ejecución recupera toda la barra de vida y eso ayuda mucho- aunque también moriremos en esta dificultad varias veces. El reto que propone es una de las características principales que brinda Hatred, ya que el desafío está servido a lo largo de las seis-siete horas que dura la campaña según nuestra habilidad.Y es que en los niveles encontraremos algunas tareas extras que nos permiten crear “puntos de respawn”. Si completamos una misión secundaria ganamos un punto para revivir si nos matan. Cuando nos matan y no tenemos más de estos, tenemos que reiniciar el nivel.

Eso sí, hay varios problemas que nos dificultarán algo más nuestro avance más allá de la dificultad. Uno es el control cuando apuntamos, ya que la cámara a veces nos jugará malas pasadas. Otra, el control de vehículos. Es opcional en casi todas las fases pero hay momentos en que no, y puede ser desesperante. A ello se añade el peor de los pecados del juego: es tremendamente repetitivo y simplón. La fórmula se agota pasados los dos primeros niveles, y el reto acaba siendo mantenerse entero ante una mecánica aburrida que apenas aporta nada a nivel jugable. Masacrar civiles deja de tener gracia muy pronto por la facilidad que supone y porque la IA es nefasta (muchos vendrán corriendo hacia nosotros). Los policías tampoco son los mejores en este sentido, entrando uno a uno por la misma puerta o escalera sin flanquear ni hacer nada digno de mención.

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Es verdad que en el segundo nivel aparecen los SWAT y otros soldados más preparados, que son más duros de pelar y no vale con un escopetazo para tumbarlos al suelo, pero este factor acaba siendo poco y la sensación de estar haciendo todo el rato lo mismo hasta el final, sin un diseño de niveles que realmente aporte variedad y sensación de estar ante situaciones distintas hace que el juego acabe hastiando al usuario. Tanto en fases abiertas como en espacios más cerrados,  Hatred no consigue avanzar ni mostrar diferencias palpables entre el primer distrito y la última fase. Tiene algunos momentos entretenidos, como uno en el tren o situaciones en las que vamos con un lanzallamas o disparamos desde un furgón blindado, pero acaban siendo pocos minutos en el cómputo global de la experiencia. Y una vez terminado, tampoco invita precisamente a rejugarse.

A nivel visual, el juego destaca sobre todo por las físicas, muy trabajadas y que brillan en varios momentos, la interacción con el escenario a base de explosiones y como se desmoronan varios elementos a nuestro alrededor, y el tono del juego con esta escala de grises que acompaña perfectamente a la acción. Entrando al detalle, eso sí, el título pierde fuelle en diseño y moldeados de personajes, ciertas animaciones en ejecuciones y varios efectos poco convincentes como explosiones de cabezas, sangre, el acabado de muebles, texturas o vegetación en general. La música acompaña manteniendo el tono del juego, aunque destacan más las explosiones, gritos y la voz excesivamente forzada en interpretación del protagonista.

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4

Mediocre

Podía ser pero no ha sido y tras pasar unos breves minutos con él quedará archivado en la estantería para no jugarlo nunca más. No lo compres, no digas que no te lo advertimos.