Espacio, La Última Frontera
El espacio vuelve a estar de moda y los videojuegos regresan a uno de sus géneros fetiche originales para invitarnos a vivir grandes aventuras en la inmensidad de las estrellas. Repasamos algunos de los proyectos futuros más interesantes.
Hace poco, un grupo de científicos maravillaba al mundo poniendo el satélite Rosetta en la superficie de un cometa. Y unos días atrás, la NASA volvía a maravillar al mundo con la primera prueba de Orion, el módulo espacial con el que, un día, el hombre tratará de poner el pie en Marte. La “última frontera” sigue cautivando nuestra imaginación en un mundo en el que cada vez es más difícil encontrar rincones inexplorados. El saber que hay todo un universo de posibilidades ahí fuera abre nuestras mentes y nos hace soñar con viajes espaciales, combates interestelares, el encuentro de otras razas y, en definitiva, con algo más allá de la convencionalidad de nuestra humanidad. Siendo un tema tan goloso, no resulta extraño que durante mucho tiempo, los juegos de combate y exploración espacial fueran uno de los predilectos de los jugadores.
Nacieron grandes clásicos en las distintas épocas, cada uno buscando un estilo distinto: Elite, que asombraba con su temprana oferta sandbox y su inmensa galaxia procedural; Wing Commander, con su creciente estilo cinemático que lo convertiría en un gran referente del videojuego; X-Wing, que comenzaría una de las mejores y más auténticas sagas de videojuegos basados en la Guerra de las Galaxias; StarGlider 2 y sus fantásticos gráficos 3D en la era 16 bits; ofertas fantásticas y más actuales como las de Independence War o Freespace 2… pero para cuando aparecieron estos grandes, el género estaba prácticamente en coma. Los creadores de I-War y su secuela sólo pudieron sacar Subwar 2050 antes de ser comprados por Argonaut y luego desaparecer junto a un estudio que precisamente había sido mucho en los juegos espaciales; mientras que los creadores del fenomenal Freespace encontraron que las ventas no acompañaban al esfuerzo y se lanzaron a prados más verdes con cosas como Red Faction, y más adelante, Saint’s Row. Afortunadamente, todo es cíclico y el videojuego parece listo para dar la bienvenida a una nueva generación de simuladores espaciales, algunos increíblemente ambiciosos, e incluso extra alimentados por el sueño de la Realidad Virtual. Repasamos algunos de los más prometedores y lo que prometen.
El primero, tanto por ser el primero en ser lanzado -lo hará oficialmente el 16 de diciembre- por ser la cuarta entrega de uno de los clásicos más venerados del género. En 1984, David Braben e Ian Bell daban al ordenador BBC Micro uno de sus mayores éxitos, posteriormente convertido a infinidad de sistemas. Era un concepto realmente revolucionarios en la época: crear proceduralmente un colosal espacio de 8 galaxias con 256 planetas en cada uno de ellos, dejando al jugador en una nave espacial en medio de la inmensidad para hacer lo que le plazca para ganarse los créditos, mejorar su nave y vivir nuevas aventuras entre piratas, cazarrecompensas, soldados y una raza alienígena de insectoides con muy mala leche. Fue un auténtico superventas de donde surgió una serie con tres entregas, hasta que desapareció en 1995 con First Encounters, la tercera entrega, muy ambicioso pero lanzado muy prematuramente y con numerosos problemas. Durante casi diez años los aficionados han estado soñando con el regreso de Elite, algo que se hizo realidad gracias al crowdfunding en la forma de este Elite: Dangerous.
El juego de Hello Games ha logrado un reconocimiento tremendo gracias a la gran exposición mediática como una de las niñas bonitas de PlayStation 4 -saldrá también en PC más adelante-. Las consolas tienen menos tradición en cuanto a simuladores espaciales, y resulta curioso e interesante ver la reacción de muchos aficionados ante las promesas del pequeño estudio británico, que se toman como si fueran cosas de magia negra, imposibles para un equipo de ese tamaño. Pero la idea no es tan diferente de la que inspiró el Elite original, sólo que llevada al extremo natural de contar con una máquina infinitamente más potente que los 8 bits de la era, lo que amplía exageradamente las posibilidad de contenido procedural que se pueden incorporar. El mayor mérito del grupo ahora mismo es que lo están haciendo todo con un gran estilo visual, rodeando sus matemáticas puras y duras de un reseñable estilo que hace que explorar el espacio y los planetas resulte todavía más sugerente de lo que ya es de por sí.
La joya de la corona, seguramente el mayor simulador espacial que se haya intentadonunca. Chris Roberts, creador de Wing Commander, dejó en su día los videojuegos para desarrollar una carrera como productor de cine, pero siempre tuvo la sensación de que todavía tenía que decir mucho en un género en el que él fue uno de sus grandes referentes. Esa visión se materializó en algo tangible cuando impulsó un doble crowdfunding basado en un prototipo realizado con Cryengine: los objetivos se cumplieros y el juego recaudó varios millones, pero eso era sólo el principio. Las ideas eran tan grandes, y lo que se ofrecía era tan sugerente, que el grupo adoptó la política de mantener las vías públicas de financiación abiertas, dejando que los jugadores pusiesen dinero para comprar naves y complementos con los que seguir aportando financiación para superar nuevos objetivos: desde nuevas naves a cosas como mascotas.
Actualmente, la escala del juego es algo nunca visto. No se trata sólo de que ofrezca una inmensa galaxia, con economía dinámica y un componente activo de multijugador, con la mentalidad sandbox de esta clase de juegos. Lo que prima en Star Citizen es la densidad y la cantidad de posibilidades que tiene: salir de la cabina para andar por nuestra nave o por las estaciones espaciales y bases planetarias, luchas a gran escala y combates con pequeños escuadrones, asaltos a pie a naves enemigas en entornos de gravedad cero, razas alienígenas con sus propios lenguajes… Star Citizen lo quiere todo: un modelo de vuelo dinámico y excitante basado en físicas newtonianas, una galaxia lleno de vida, actividad y conflicto, los elementos sociales de MMOs como Eve Online, buen combate a pie con un arma, gran cantidad de actividades para ganar dinero (con algunas tan curiosas como carreras de naves) y conseguir acceder a mejoras… todo alimentado por gráficos al más alto nivel y la promesa de compatibilidad con la Realidad Virtual. Con más de 65 millones de dólares de financiación por parte de aficionados y un grupo de 260 trabajadores, Star Citizen es uno de los más ambiciosos simuladores espaciales que se ha hecho nunca, un trabajo al que todavía le queda camino por delante a medida que se vayan completando los distintos módulos que conformarán la experiencia.
Un buen día, Brendan Anthony decidió que había terminado ciclo en Bethesda trabajando en juegos como Fallout 3 o Elder Scrolls y decidió que su sueño era embarcarse en una quijotesca aventura para crear un sandbox espacial con los elementos que él consideraba imprescindibles para el género. De ahí nació Rodina, un prometedor juego que sigue la estela de los clásicos y que actualmente se encuentra en fase de desarrollo activo, con participación de la comunidad y la idea de, en un futuro, ser todo un Daggerfall espacial con una imposible extensión gracias al uso de técnicas procedurales. Ahora mismo el juego está en Early Access en Steam, aunque tiene una extensa demo gratuita de una hora de duración para probarlo -y además tiene un modelo de “paga lo que quieras” si lo compras directamente en la página web del autor-. Actualmente ofrece todo un sistema solar con cuatro planetas, todo a escala real y unos 50 cuerpos planetarios de gran tamaño en forma de asteroides, combinado con elementos como combate espacial contra alienígena o plena personalización de interiores. Rodina es un proyecto empujado por la pasión de su creador y la comunidad que se ha aglutinado alrededor de él, lo que le ha permitido llegar a un interesante grado de madurez en base al trabajo continuado durante estos años
Nacido gracias a Kickstarter, Drifter es un ejemplo arquetípico del género que no aspira a nada más a revolucionario que a ofrecer un buen juego en el molde que se ha elegido. Ofrece un inabarcable espacio de 100.000 años luz con decenas de miles de sistemas solares y se deja al jugador que desarrolle las actividades que desee en un modelo de juego simplificado en el que resulta cómodo desenvolverse de buenas a primeras. No ofrece una perspectiva en primera persona ni un complejo combate, sino que está todo pensado para que sea rápido, accesible e inmediatamente entretenido. Por lo demás, ofrece los rasgos que se esperan de su sandbox espacial, con la libertad para hacer lo que queramos y los diferentes métodos de ganar dinero, desde el pirateo al comercio, pasando por el combate directo o la consecución de misiones generadas aleatoriamente. La versión final contará con distintas facciones en la galaxia, más métodos de interacción con NPC y más elementos de exploración; además, para un futuro posterior al lanzamiento se está considerando incluir cosas como un modo Hardcore de muerte permanente o la creación de estaciones espaciales.
Al igual que los dos anteriores, Paragon está en Early Access en Steam, pero en una fase mucho más temprana. Es el proyecto de un grupo pequeño de cuatro integrantes y su modelo está claramente inspirado en el molde de la segunda parte de Elite, Frontier, acompañado de algún toque de I-War, que le da cierto aire clásico frente a otras propuestas. Desde el modelo de vuelo a cómo plantea cosas como la transición entre planetas y espacio, incluso a la forma en la que controlamos la nave, Paragon ofrece la comodidad de un viejo amigo para aquellos que disfrutaron del clásico de Braben en su día. Una gran galaxia, libertad absoluta, las actividades clásicas del género y una historia propia repleta de conflictos que dará color y entidad a las misiones, facciones y a nuestras mismas actividades, todo enfocado completamente a la aventura individual y solitaria para aquellos que no gustan de las tendencias más modernas de integrar multijugador en esta clase de títulos.
Hasta ahora, todos los juegos comentados se enmarcar en el género “sandbox” de los simuladores espaciales, que es el que parece que ha cobrado nuevos bríos. Pero también hay nuevas alternativas en otros estilos como los que ofrecían Wing Commander o X-Wing: juegos centrados en misiones y en combate espacial, más centrados y con batallas y situaciones más elaboradas de las que normalmente puede ofrecer un sandbox Wings of Saint Nazarie es un juego independiente que pretende recuperar esas sensaciones, ofreciendo adrenalina pura desde el interior de una cabina en medio de una gran batalla, con una nave completamente maniobrable, capaz de rotar e impulsarse en diferentes direcciones rápidamente gracias a sus propulsores. El juego está en fase de desarrollo y en Alpha, que se puede disfrutar plenamente problemas descargándola de la página web del creador.
Seguramente el juego más conocido de la nueva ola de Realidad Virtual que llega. Por un lado, es el segundo módulo independiente pero conectado de Eve Online, que a su vez tiene mucho que decir en cuanto a haber mantenido vivo el sueño del gran juego espacial sandbox estos años. Si en el primero, Dust, nos encontrabámos por primera vez con combate entre infantería y vehículos dentro del juego de CCP, en Eve: Valkyrie se pretende que los jugadores vivan el combate directo montado en cazas dentro de este universo. En vez de estar apoltronados desde nuestra fragata/destructor/nave de batalla, en Valkyrie se nos pide que combatamos a cara de perro, con una nave pequeña, rápida y maniobrable inmersa en un conflicto a gran escala. Dado que es un juego concebido para su compatibilidad con gafas de Realidad Virtual, gran parte de los esfuerzos se centran en conseguir esa sensación de inmersión que convierta a este título en una experiencia ineludible para todos los que salten a este nuevo espacio.
El último juego de la nueva hornada de juegos espaciales que vamos a repasar es este Limit Theory, un simulador espacial apoyado por crowdfunding que tiene los elementos arquetípicos de esta clase de juegos: completamente sandbox, galaxia procedural y con muchas actividades que acometer. Su particularidad es que se inspira en diferentes corrientes de simuladores espaciales, lo que le da un aire distintivo: la riqueza de posibilidades de X, la accesibilidad e inmediatez de Freelancer y el elemento procedural de Elite, serían las tres columnas principales sobre las que se quiere sustentar el proyecto. Además, cuenta con un motor propio que promete dar muchas alegrías y magníficos paisajes espaciales por lo que se han visto en los detallados vídeos mensuales que su responsable ofrece, en el que explica cómo funcionan los diferentes sistemas y la potencia de sus algoritmos a la hora de generar contenido procedural para un juego que promete bastante.
Más allá de la cabina de piloto
Aunque este artículo estaba más bien pensado en simuladores espaciales al uso, con el jugador tomando el control de su nave, no nos podemos resistir a mencionar rápidamente algunas propuestas en desarrollo que también tienen mucho que ver con el espacio. Una de las principales por supuesto es Kerbal: Space Program, uno de los grandes éxitos del Early Access de Steam. El juego mejicano es una delicia para todos los que tengan interés por la exploración espacial y la aerodinámica, con numerosas opciones para construir cohetes e intentar las misiones más complejas, desde la conquista de la luna al aterrizaje en un cometa, siempre respetando las leyes físicas y las dificultades propias de mandar “personas” al espacio. El juego está en desarrollo constante, pero en su estado actual ofrece ya contenido por muchas horas. Otro juego espacial con pinta de divertido es Habitat, en el que recogemos piezas de basura espacial para crear las armas más descacharrantes posibles contra los invasores. Y con un enfoque más serio tenemos cosas como Fractured Space, que promete peleas entre grupos de cinco jugadores con enormes naves capitales armadas hasta los dientes como protagonistas.