Playground Games lanza en Xbox One -también hay versión prevista para 360- la secuela del spin-off de la saga de conducción por antonomasia de Microsoft. Un trayecto eterno en medio de un mundo abierto lleno de eventos en los que demostrar nuestras cualidades como pilotos. Sale el 30 de septiembre a la venta.
En medio de las cinco entregas de Turn10 apareció en 2012 un spin-off de la saga que rompía con los eventos de competición en circuitos cerrados. Forza Horizon apostaba por un juego de carreras callejeras ubicado en el estado de Colorado mientras rodábamos a toda velocidad en medio de un mundo abierto. Manteniendo las bondades de Forza 4 –incluso en términos de simulación en lo que conducción se refiere- y apostando por un cambio de ubicación, nuevos tipos de carrera y un estilo más desenfadado. La acogida fue más que buena, y ahora Forza Horizon 2 quiere llevar a otro nivel esta manera –que no es nueva ni un invento de Playground- de entender el género de la conducción.
Forza Horizon 2 cumple con todo lo que se esperaba de un título de estas características. Aprovecha el potencial de Xbox One, mejora elementos que podían dar más de sí en el primer Forza, es divertido, variado y consigue eso tan complicado de conseguir: darle al jugador un lugar en el que disfrutará tanto de los eventos de competición como del simple hecho de perderse por cualquier escondrijo del mapeado. Playground Games aprende, además, de los errores de Turn10 con Forza Motorsport 5, sobre todo en modelo de negocio, y aprovecha por otro lado muchos de sus aciertos (Drivatar). ¿El resultado? Simple y llanamente, el juego que se esperaba cuando se anunció.
Que nos den un vehículo potente y nos inviten a hacer un pequeño recorrido hasta el evento inaugural es toda una declaración de intenciones de lo que pretende ser Forza Horizon 2. No tenemos competidores para llegar antes que ellos, aunque nos picaremos con vehículos que circulan por nuestro mismo trayecto. No hay un tiempo concreto para llegar a meta, pero querremos probar el coche y correr a la máxima velocidad posible. Todo esto, naturalmente, mientras vamos viendo el espectacular escenario que nos rodea. Una carretera con el mar a un lado y la montaña al otro, cambios de asfalto constantes e incluso poder dejar atrás la carretera para adentrarnos en la naturaleza.
Una vez llegados a nuestro primer punto de encuentro empieza lo bueno. Escogemos entre tres vehículos –de manejo bastante similar- para estrenarnos en nuestra primera competición oficial. Una vez termine la carrera seremos libres para ir donde consideremos oportuno. Los números fríos sobre el contenido del juego hablan por sí solos. Más de 700 eventos en los que competir, más de 200 coches (está anunciado contenido descargable en forma de packs de vehículos) y un sinfín de extras y secretos que alargan la ya de por sí longeva vida útil del juego. Sin contar con el online, mejor integrado que en el primer Forza Horizon.
La respuesta de los vehículos también está llena de matices, notando como la parte trasera de los que tienen tracción en estas ruedas se va más de la cuenta que otros con tracción total, viendo como algunos vehículos deportivos de gamma media se agarran perfectamente a las curvas mientras que ciertos coches potentísimos, tipo Ferrari, tienen una gran aceleración, una frenada igual de poderosa pero se descontrolan con mayor facilidad. Dentro de cada segmento de coches encontraremos perfiles distintos que invitan a probar y elegir según cada circunstancia.
Pongamos por caso los Off-road: Forza está pensado para que nos salgamos de la carretera buscando caminos alternativos, y ahí los que se mueven como pez en el agua son los 4x4. Pero las diferencias entre ellos son evidentes. Un EXR S de Bowler (tipo Land Rover) es ideal porque se engancha perfectamente al asfalto de las carreteras y responde bien sobre la gravilla o en medio del prado. En cambio, el Rally Fighter de Local Motors es mucho más potente, una bestia parda cuando traviesa cualquier superficie… que no sea el asfalto, donde se hace más incontrolable. Cada uno tiene sus ventajas e inconvenientes, y lo mejor es que estas diferencias a la hora de controlarse hacen que una misma curva la tomemos totalmente distinta si vamos con el poderoso McLaren F1 o estamos controlando un Golf clásico de los años setenta.
La personalización de los ajustes de juego nos permite también cambiar y modificar la experiencia. Es una de las ventajas de Forza Horizon 2, que es capaz de ofrecer una experiencia de corte más arcade –donde los impactos no son letales para el motor y según qué triquiñuelas no se penalizan en exceso- o apostar por la simulación más exigente, significando eso eliminar ayudas como el ABS, la tracción del vehículo y demás. Se puede diseñar una carrera totalmente distinta cuando escogemos los ajustes que más se asemejan a lo que esperamos del juego, aunque el control de los vehículos y sus particularidades en respuesta, aceleración, frenada y demás se mantendrán totalmente intactas. En términos generales, seguramente Playground cede algunas concesiones respecto Forza 5 (ciertos vehículos en ciertos terrenos no avanzarían demasiado en el título de Turn10 y aquí sí), pero el resultado final sigue más cerca de la franquicia original que de un Arcade puro.
La cifra de más de 200 vehículos disponibles no es nada desdeñable, aunque por el camino caen unos cuantos que llegarán en formato DLC. Cierto es que a cambio el sistema de compra y adquisición de coches para nuestro garaje no apuesta por una subida limitada de créditos que nos invite a pasar por caja para conseguirlos antes como en Forza 5, y conseguiremos buenas cantidades de dinero haciendo diversas tareas. Comprar algunos, como el citado F1 de McLaren, seguirá siendo difícil (1.200.000 créditos de nada) pero no hay esa sensación de estar ante precios inalcanzables. Lo más destacado de la plantilla de coches es la variedad de clases y tipologías. Uno para cada ocasión. En conjunto no hay queja aunque, eso sí, hay algunas clases que se nos quedarán algo cortas en número de representantes.
Drivatar cambia la manera de entender la competición offline y eso está presente también en Forza Horizon 2. Además de jugar contra los gamertag de nuestros amigos, estos se moverán como ellos: no es raro, por lo tanto, ver que hay un coche que se mete por dentro en una curva en la que todos estamos frenando; o toparnos con un rival que va primero destacado y acaba impactando con un vehículo que circulaba por allí. Lo que nos pasaba a nosotros en los juegos de conducción, un mínimo fallo que nos dejaba sin subir al podio, también le puede pasar a los drivatars rivales. Esto hace que haya mucha más aleatoriedad de situaciones y que todo pueda pasar. Para bien y para mal, porque tal vez el que nos persigue no tiene una IA “perfecta” y decida embestirnos por frenar más tarde de la cuenta.
Son muchas las situaciones que hemos ido viendo a lo largo de las carreras que hemos realizado. Coches que no dudan en apoyarse con el que tienen al lado, otros que cierran el paso a los que los persiguen, vehículos que se salen de la curva contra pronóstico, múltiples accidentes por culpa de un piloto temerario… La saga siempre se ha caracterizado por tener una IA agresiva y competitiva, y el siguiente nivel en este sentido es el sistema Drivatar que tanto se alabó en su momento en Forza 5. Además, se puede aumentar o disminuir en diversos niveles el potencial de los drivatar, siendo realmente imbatibles en el nivel de dificultad que lleva este mismo nombre. Nuestro Drivatar también competirá en el juego de otros amigos nuestros y podrá conseguir recompensas que cobraremos cuando volvamos a jugar.
Ir a toda velocidad, ponerse primero y ver como el contador de PE va subiendo por nuestras temerarias maniobras te llena de satisfacción. Hasta que con más de 8.000 puntos de experiencia acumulados nos salimos sin querer de la curva, chocamos contra alguien o algo y esos puntos se desvanecen. Y es que si nos golpeamos con fuerza, perdemos la experiencia acumulada. De ahí que hacer locuras sea una obligación, pero precisemos de control suficiente para no dejar en saco roto nuestras hazañas.
Tendremosuna caída torrencial de agua que nos complicará la conducción sobretodo a la hora de frenar y de coger según qué curvas. También veremoslluvias menos intensas mientras domina el sol en lo alto del cielo oviviremos en primera persona lo que es correr por un escenario en el queno llueve, pero el suelo está mojado. Dejando a un lado lo bien queluce a nivel visual este efecto, los peligros siguen presentes en formade un control menos inestable de nuestro vehículo. Nada másespectacular que una lluvia intensa que nos cae de frente mientrasconducimos de noche con la cámara interna, el limpia parabrisasfuncionando a destajo y los focos de luces de los coches que circulan endirección contraria a la nuestra nos molestan lo justo. Eso sí, a veces la integración del cambio climático falla. Podemos estar en medio de un torrente de agua mientras nos movemos libremente, y al llegar a un evento concreto para jugarlo, este se realiza bajo un sol de justicia. Y viceversa. Hubiera estado bien mantener la coherencia en este sentido.
La modalidad principal es la de los Campeonatos. Decenas de propuestas que podemos jugar en formato competición de tres o cuatro carreras en las que sumamos puntos según la posición en la que quedemos. A medida que ganamos un campeonato desbloqueamos otro de nuevo. Además, el juego empieza a desplegar ante nosotros una gran cantidad de pruebas según la clase de coche que elijamos. Llegamos a una nueva localización y nos muestran una gran cantidad de campeonatos (por ejemplo, coches clásicos americanos). Si no tenemos el vehículo adecuado para el evento que queremos, siempre podemos comprarlo con los créditos que conseguimos jugando y ganandocarreras. Cuando terminemos un evento podremos hacer un trayecto hasta otro punto que disfrutaremos tanto como las propias competiciones.
El espectáculo es mayúsculo en algunas de estas pruebas. Con un Ford F-150, lo que vendría a ser la clásica ranchera norteamericana, nos disponemos a correr en contra de una avioneta. El circuito es una pequeña joya que ejemplifica lo que es Horizon 2: empezamos por un camino de tierra estrecho por el que no pasan dos vehículos como el nuestro, para acabar saltando a una zona asfaltada que nos lleva por un pequeño túnel y una rampa desde la que saltamos por los aires. Volvemos al camino de tierra con ciertos baches que nos despegan del suelo, llegamos a una curva cerrada que nos obliga a girar 180 grados… y así, cambiando cada dos por tres, con el sol poniéndose al fondo del escenario, hasta terminar la carrera. Impactos constantes para el jugador.
A nivel de contenido extra, también están repartidos todo tipo de radares de velocidad (fija o que calculan nuestra velocidad en un tramo concreto), carteles y paneles que podemos destrozar o incluso desafíos que nos permitirán conseguir vehículos únicos superando sus pruebas. Son eventos que están escondidos y que ya de por sí cuesta dar con ellos. En total hay una treintena de estos retos. Además, mientras estamos perdidos por el vasto universo de Forza también podremos retar a los diversos drivatars que van conduciendo por el escenario. Tan punto estamos paseando tranquilamente como de golpe decidimos ponernos detrás de uno de los drivatars, pulsamos X y acto seguido empezamos a competir contra ese corredor para llegar antes a la meta. Es tremendamente interesante por dos motivos: el primero, que en cualquier momento puedes competir por tramos de carretera inéditos superando obstáculos como el mal tiempo o los vehículos que están circulando por el escenario; el segundo, porque nuestra acompañante en forma de GPS, llamada Anna, nos avisará si hay un drivatar “de nivel” y si lo vencemos, podemos conseguir fácilmente 50.000 créditos. Casi nada.
Los gráficos juegan un papel muy importante en el título porque te hacen sentir en medio de un enorme mundo que parece no terminarse. Hay elementos que visitar a cualquier costado que giremos. El juego, además, luce especialmente bien con el cambio de ciclo día-noche y con el cambio de tiempo. En el primer caso, el rojo invade el escenario cuando se pone el sol y la oscuridad, aunque suene contradictorio, brilla cuando cae la noche: ver como las luces de los faros delanteros y traseros tienen incidencia en tiempo real con lo que sucede en ese momento (vehículos que pasan por nuestro lado por ejemplo) es tremendamente satisfactorio. Por no hablar de la lluvia, que deja detalles de nivel en las gotas que impactan en el parabrisas o como se quedan en el coche cuando ha cesado la lluvia y el cielo se tranquiliza. Cómo brilla el asfalto, parece que sea real el agua que ha caído, también sorprende gratamente. La sensación de velocidad a pesar de la carga de elementos en pantalla y la fluidez a la que se mueve todo hacen que sea más convincente todavía lo que vemos en pantalla.
El juego, eso sí, no es para nada perfecto y tiene algunos detalles que podrían haberse pulido algo más. A diferencia de sus predecesores, este Forza funciona a 30 frames por segundo en lugar de 60, un sacrificio que se ha hecho para conseguir el apabullante apartado visual que tenemos a nuestro alrededor. Además, hay detalles que no están a la altura. Veremos arbustos pixelados cuando detengamos el coche y la cámara se acerque a él, algunas texturas cercanas y sombras cargan “tarde” y se ve la modificación ante nosotros -en cambio, a lo lejos no se avista nada de popping- y algunos daños visuales de los vehículos no acaban de ser todo lo convincentes que esperamos después de según qué impactos.
La banda sonora entra en un terreno bastante particular. La música electrónica es la reina de la fiesta en Forza Horizon 2, y escucharemos una gran cantidad de canciones de estilos derivados de este tipo de música, algunos conocidos y otros olvidables. Hay 150 canciones repartidas en varias radios, y entre ellas nos quedamos con el canal de música clásica que cuenta con varias obras magistrales de Brahm, Mozart, Bethooven o Vivaldi. El sonido de los motores te mete de lleno en el fragor de las carreras, cada uno con intensidad y potencia distinta, y también destacan los efectos especiales en forma de impactos, frenazos y demás. Contamos con un GPS llamado Anna -interactúamos con ella vía Kinect- que nos dará indicaciones y consejos, mientras que en las cinemáticas todo lo referente a voz en off, personajes que aparecen y charlan con nosotros y demás cumple su cometido -doblado al castellano- sin demasiados alardes.
9
Excelente
Un título referente en su género, que destaca por encima de sus competidores y que disfrutarás de principio a fin, seguramente varias veces. Un juego destinado a convertirse en clásico con el paso de los años. Cómpralo sin pestañear.