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The Witch and the Hundred Knight

The Witch and the Hundred Knight

The Witch and the Hundred Knight

Dos brujas, un guerrero legendario y un vasto mundo por explorar; así da comienzo The Witch and the Hundred Knight, la última aventura de acción J-RPG de Nippon Ichi Software para PlayStation 3, un título modesto en su puesta en escena pero que destila una gran personalidad no sin ofrecer buenas dosis de esencia rolera nipona. Todos los detalles en nuestro análisis.

Llega a PlayStation 3 una nueva aventura de acción J-RPG por parte de los chicos de Nippon Ichi Software (NIS), auténticos especialistas en un género nicho en nuestro país pero que demuestran importantes muestras de originalidad en todos y cada uno de sus títulos; así lo evidencian franquicias como la ya veterana Disgaea u otros J-RPG como los Atelier, Hyperdimension Neptunia o Mugen Souls, entre muchos otros. Y es que la consola de Sony ha recibido grandes representantes de un género que arrasa en tierras niponas y que todavía conserva una gran tradición en Europa, a pesar de unos últimos años complicados para la industria del videojuego japonesa. Por suerte contamos con creativos que no cesan en su empeño de hacer realidad aventuras tan alocadas como sorprendentes y The Witch and the Hundred Knight es una muestra más de que los J-RPG más modestos tienen mucho que decir frente a las grandes superproducciones. Descubramos el mundo de Medea y la eterna lucha de dos brujas por hacerse son sus dominios en nuestro análisis.

Conflicto centenario
The Witch and the Hundred Knight tiene lugar en un mundo fantástico, concretamente en un bosque cercano al reino de Amataya, donde dos brujas mantienen un enfrentamiento que dura ya cien años. Así, las tierras de Medea son el escenario de una situación tan ridícula como esperpéntica; y es que Metallia, la bruja del pantano Niblhenne, mantiene una fuerte rivalidad con Malia, la bruja del bosque Wudes. Y todo por demostrar cual de las dos brujas es la más poderosa. Ciertamente no estamos ante el guión más complejo y profundo del género, aunque servirá como simple excusa para sumergirnos de lleno en una alocada y, en ocasiones, ridícula trama que nos llevará a visitar todos y cada uno de los rincones de un mundo colorido y lleno de sorpresas, con infinidad de tareas por completar mientras progresamos con nuestro pequeño héroe, Hundred Knight.

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Y es que en contra de lo que pueda parecer, nuestra peculiar odisea estará protagonizada por un curioso e inofensivo ser, un guerrero legendario que regresa del mundo Oscuro gracias al empeño de la bruja Metallia, reacia a enfrentarse directamente con su eterna rival. Así, nosotros tomaremos el control del sufrido Hundred Knight y será nuestra obligación hacer de este pequeño ser todo un guerrero capaz de derrotar a los rivales más fuertes sin perecer en el intento, dotándolo de una aplastante personalidad y de una fuerza casi sobrenatural. Así, como simple esbirro de la alegre bruja, deberemos expandir los dominios de Metalia más allá de su maloliente pantano hasta llegar a las tierras de Malia y derrotarla de una vez por todas.

Un desarrollo curioso, puesto que lejos de encarnar al típico héroe, debemos ir progresando junto a nuestro sufrido protagonista, obedeciendo las órdenes de una bruja con ansias de poder y con un pico de oro. Este será el eje central de nuestro particular periplo a lo largo y ancho de Medea, enfrentándonos ‒en tiempo real‒ a infinidad de enemigos, mejorando nuestras habilidades y poderes y conociendo a una serie de personajes tan estrafalarios como encantadores, como el sirviente de Metallia Arlecchino, la aprendiz de bruja Teresa, la Duquesa de las Flores Valentine o un grupo de brujas de lo más singular, entre muchos otros individuos. Y es que el desfile de todo tipo de personajes ha sido siempre seña de identidad de NIS y The Witch and the Hundred Knight no es la excepción.

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El desarrollo de los diálogos nos permite imprimir ciertos toques de personalidad a nuestro pequeño diablillo, dándonos las opción de acatar o no las órdenes de nuestra mentora. En cierta manera, NIS nos deja algo de margen en la evolución de nuestro personaje, aderezado todo por las constantes paranoias de unos personajes bastante graciosos; en este sentido, The Witch and the Hundred Knight no llegue al nivel de locura de otras producciones de la casa como la citada Disgaea, lastrado por un tono algo más bajo y unas personalidades, si bien variadas, con poco carisma y algo planas en muchos sentidos. Uno de los aspectos más sensibles del título es una evolución del guión algo irregular, centrándose demasiado en pasajes poco atractivos y en unos diálogos realmente densos con escasa información útil.

Sir Hundred Knight...
Una vez a los mandos deberemos familiarizarnos con su peculiar jugabilidad en un tutorial, todo hay que decirlo, algo lento y no muy atractivo para el jugador, esté acostumbrado o no a este tipo de juegos. Poco a poco una voz misteriosa nos irá dando órdenes sobre nuestras posibilidades con los movimientos de nuestro pequeño héroe, sus ataques y posibles respuestas en los diálogos; y es que podremos responder de cuatro formas diferentes: afirmación, negación, duda e indiferencia. Gracias a dichas opciones provocaremos diferentes reacciones en los personajes ‒especialmente en Metallia‒, profundizando más o menos en los largos y constantes textos de la aventura, todos ellos en perfecto inglés. Como suele pasar en este tipo de títulos nicho, los textos no llegan traducidos y las voces las escucharemos en inglés o japonés, con interpretaciones en la línea de los títulos de NIS aunque algo forzadas, especialmente en la lengua de Shakespeare.

Hundred Knight ‒podemos usar el nombre que queramos aunque Metallia irá a la suya, como siempre‒ puede moverse con bastante soltura e incluso esprintar durante unos instantes antes de que el cansancio ‒representado con un círculo a su alrededor‒ lo deje sin aliento. Poco a poco iremos subiendo de nivel y mejorando nuestras habilidades, así como nuestra inteligencia; incluso podremos recoger todo tipo de objetos, armas y otros items de gran utilidad para completar quest tras quest, generalmente, encargos de dudosa ética por parte de Metallia. Pronto deberemos enfrentarnos a nuestro primer final boss en combates más elaborados que los típicos enfrentamientos contra criaturas de bajo nivel. Así, dichos jefes finales tendrán dos barras que no deberemos perder de vista: una de vitalidad y otra de defensa.

Mientras que la barra de vida irá disminuyendo gracias a nuestros impactos, la barra inferior de defensa se llenará o vaciará según las acciones de nuestro rival; cuando dicha barra esté baja, llegará el momento de atacar con más contundencia, ya que causaremos más daño gracias a golpes críticos. Dicha característica añade algo más de estrategia a las peleas, aunque el desarrollo de las mismas mantiene la estructura de toda la vida, es decir, deberemos identificar los patrones de ataque y esquivar las acometidas. Lo último de NIS no sólo vive de dichos combates, también ofrece un gran abanico de posibilidades de configuración de nuestro equipo para que Hundred Knight se ajuste más a nuestro estilo de juego.

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Así, tenemos la opción de posicionar nuestras cuatro armas favoritas para que, con cada golpe, las usemos en el orden establecido; podemos optar, por ejemplo, por un martillo, una espada, un mazo y una lanza, logrando diferentes niveles de daño y alcance para acabar con enemigos a corta y larga distancia. Las opciones crecen exponencialmente con el añadido de las magias y las técnicas de desplazamiento rápido, lo que nos permitirá convertirnos en el guerrero definitivo. Eso sí, su complejo interfaz no resulta el más idóneo, complicando demasiado la experiencia de juego, ya sea en la pantalla in-game ‒exageradamente recargada‒ o a través de los diferentes menús, con infinidad de opciones de incómoda navegación y diseño poco inspirado. Todo ello no ayuda a que los jugadores poco acostumbrados a este tipo de títulos se animen a continuar con una aventura marcada por algunas mecánicas innecesarias.

¡A quemar calorías!
Quizás, el mayor condicionante sea el sistema de GigaCal que se impone desde el primer momento y que limita el radio de acción considerablemente, nivel tras nivel y mazmorra tras mazmorra. El desarrollo de The Witch and the Hundred Knight basa su estructura entre la base de operaciones ‒la guarida de Metallia, donde podemos guardar nuestro avance y reponer fuerzas‒ y los diferentes niveles y mazmorras por explorar, en los que debemos cumplir diferentes objetivos antes de que nuestras reservas de GigaCal lleguen a cero, todo ello representado por un gran marcador situado en la esquina superior izquierda de la pantalla. Con el objetivo de expandir los dominios de Metallia, podremos desplazarnos por un mapa de tamaño considerable para empezar cada una de las misiones.

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En mitad de los niveles daremos con pilares que podremos “abrir” para utilizarlos a modo de checkpoint, para así usar nuestros puntos de experiencia obtenidos, regresar al hogar de la bruja o usarlos como si de portales de teletransporte se trataran, para así alcanzar otros pilares previamente desbloqueados y ahorrarnos tiempo de desplazamiento, con el fin de buscar objetos importantes que desbloqueen nuevas áreas. También daremos con infinidad de NPC's en varios pueblos o ciudades con los que podremos hablar, comerciar en las tiendas e incluso asaltar los hogares en busca de objetos útiles. Aunque debemos ser cautelosos, puesto que si abusamos de nuestra fuerza bruta, los aldeanos actuarán en nuestra contra. Todo suena bastante bien, aunque tendremos que estar pendientes del sistema de GigaCal constantemente, algo que puede ser irritante en muchas ocasiones.

Y es que si llega a cero nuestra salud se verá afectada, dando al traste con nuestro avance; una mecánica que trata de innovar en el género pero que falla en su ejecución, puesto que al regresar a un pilar anterior o a la base de operaciones, se llenará de nuevo, obligándonos a soportar largas pantallas de carga. Por otro lado, podremos modificar el aspecto de Hundred Knight y sus habilidades gracias a un sistema se clases basado en entretenidos QTE contra ciertos enemigos, pero que tampoco llegan a convertirse en un elemento clave en el desarrollo del juego. Además, este sistema condiciona el tamaño de nuestro inventario, el propio estómago de Hundred Knight, donde almacenaremos todos los objetos que podamos y que resultarán de gran utilidad. En definitiva, una aventura que podría haber dado mucho más de sí con un interfaz más amable y menos intimidador, con unas mecánicas más sencillas que no condicionen tanto su jugabilidad; y es que lo que nos importa realmente de lo último de NIS es explorar y combatir, tan sencillo como eso.

Revolución tridimensional
Nippon Ichi Software nos tiene acostumbrados a títulos de gran belleza visual con las 2D como principal reclamo, un aspecto clásico que en este caso deja paso a entornos y personajes tridimensionales, eso sí, con ilustraciones para los diálogos a cargo de Takehito Harada, conocido por su gran trabajo en las diferentes entregas de Disgaea. A pesar de que las secuencias de conversación muestran entornos y personajes bastante cuidados, no podemos hablar en los mismo términos del mundo 3D creado para la ocasión. Así, los escenarios, si bien están bien detallados y resultan bastante coloridos y amenos, demuestran una extraña sensación de vacío; en términos parecidos hablamos sobre los personajes 3D y sus toscas animaciones, con modelados demasiado sencillos y con patrones de movimiento algo estáticos. No hay duda de que NIS ha completado un buen diseño artístico con The Witch and the Hundred Knight, pero no estamos seguros de una puesta en escena con demasiados altibajos.

Eso sí, siempre podemos mover la cámara alrededor de Hundred Knight con el stick derecho para tener una mejor visión en los combates, ya que los árboles y otros obstáculos dificultan a menudo la vista por defecto. Por otro lado, el apartado sonoro sí demuestra un nivel de calidad superior, con melodías alegres y de corte fantástico que casan perfectamente con un espíritu de la aventura de marcado tono humorístico; no en vano, la banda sonora ha sido compuesta por Tenpei Sato, autor de las melodías de Disgaea o Mugen Souls, entre otros. Los efectos de sonido cumplen sin destacar especialmente aunque son variados y efectivos; como hemos mencionado anteriormente, las voces llegan en inglés y japonés, siendo las interpretaciones originales las más convincentes del conjunto aunque no entendamos absolutamente nada. Eso sí, los subtítulos llegan en inglés, con lo que si no tenemos un buen dominio del idioma, nos perderemos muchos detalles y bromas del reparto.

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7

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.