Junto a los videojuegos desde su nacimiento, el mundo de los
piratas ha prestado sus tesoros ocultos, sus litros de ron, sus bucaneros
pendencieros y su espíritu de la aventura en un sinfín de títulos. Marineros de
agua dulce, ¿qué hacéis haraganeando por cubierta? ¡Izad la mayor y arriad la
mesana! Toca hacerse a la mar en un océano de juegos vasto en géneros y
mecánicas.
Filibusteros, trabucos, huesos y calaveras, “¡izad la mayor!”, “¡a las baterías de proa!”, Barbanegra, el cofre maldito de Davy Jones, doblones de oro, Sir Francis Drake… ¿Qué es la pirateria? Si nos acercamos a una definición de manual, se trata de “ una práctica de saqueo organizado o bandolerismo marítimo, probablemente tan antigua como la navegación misma. Consiste en que una embarcación privada o una estatal amotinada ataca a otra en aguas internacionales o en lugares no sometidos a la jurisdicción de ningún Estado, con el propósito de robar su carga, exigir rescate por los pasajeros, convertirlos en esclavos y muchas veces apoderarse de la nave misma. Su definición según el Derecho Internacional puede encontrarse en el artículo 101 de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar.2.
Pero ahora, una vez más, ¿qué es la piratería? Es una ‘práctica’ que se viene haciendo en todas las épocas, como en la Roma clásica – los piratas en el Mediterráneo llegaron a convertirse en un peligro, siendo en su mayoría esclavistas-, o las incursiones vikingas por toda Europa, llegando a España y todo el Mediterráneo . Pero es en la época en el Caribe español, del descubrimiento de América y las riquezas del Nuevo Mundo, siguiendo la Ruta de las Indias, la que más ha definido y para siempre ha inmortalizado al pirata gracias a libros que son clásicos, a las crónicas de la época, a figuras ensalzadas por unos y odiadas por otros –Sir Francis Drake y Sir Walter Raleigh, héroes en Inglaterra que no caían nada bien en España-, y a las películas –El Temible Burlón, La Isla de las Cabezas Cortadas- en el que todos pensamos al oír esa palabra –en sentido clásico, claro. Pensamos en intrépidos capitanes –y capitanas, que las hubo también- al mando de majestuosos barcos gritando órdenes mezcladas con insultos como “¡haraganes, perros rastreros, marineros de agua dulce!”; en violentos combates usando en el cuerpo a cuerpo sables, cuchillos y pistolas a quemarropa; en enfrentamientos entre dos navíos a golpe de andanadas de cañones buscando el mástil central.
Pensamos en puertos exóticos, en hombres recios, adustos y pendencieros que solo quieren gastarse los doblones mal adquiridos en ron añejo, elegantes damas con corsés de enormes escotazos y rostros ocultos bajo abanicos y en más ron; en loros; en tesoros robados y enterrados con la única pista de un mapa siempre en algún tipo de clave. La imagen clásica del pirata por excelencia no ha sido ajena al mundo de los videojuegos. Y cientos de barcos han sido saqueados, cientos de peleas de bar han sido saldadas de un espadazo, cientos de millas naúticas han sido navegadas desde los albores de las consolas. Con el ejemplo más reciente surcando ya por el salitre de los sistemas actuales, Assassin’s Creed IV Black Flag, vamos a darnos una vuelta por el mar del videojuego y a otear el horizonte buscando esos títulos de filibusteros o con elementos tales que nos transformaron de jugadores de agua dulce a expertos jugones recios y adustos. Izemos la calavera y los huesos cruzados, marineros, pues el viaje comienza ya.
Pero la acción y las plataformas 2D dominaron el resto de lanzamientos para las consolas de dos generaciones, con el impagable detalle de la banda sonora sonando en formato MIDI y una adaptación muy fiel de la película. La versión de Super Nintendo fue la base utilizada para generar los ports de Mega Drive, Game Gear y Mega CD. Las versiones SEGA corrieron a cargo de una Core Design pre-Tomb Raider, y aunque son fieles –la mayor potencia de SNES presentaba un entorno más llamativo que en Mega Drive, que tampoco se quedaba atrás en calidad-, la mejor de todas las versiones de Hook fue sin duda la del Mega CD, ya que tenía mejores cinemáticas con voces y la BSO de Williams trasladada tal cual gracias al almacenamiento en CD. Una petición para las Navidades de ese año de bastantes de nosotros, las versiones de sobremesa eran el contrapunto ideal a la fabulosa recreativa para 4 jugadores que Irem lanzó para los salones de arcades, con un formato puro Beat ‘em Up que nos presentaba a un musculado Peter Pan en formato kick ass que dirían los americanos, ya que menudos patadones pegaba a los piratas en entornos con detalles destruibles. La magia del Hook de Spielberg en tres experiencias distintas.
Desde 1982 con la Game & Watch de Popy Electronics de doble pantalla, Cobra se ha paseado por el mundo del videojuego abarcando una gran cantidad de sistemas. La primera adaptación en sí no llegó hasta 1989 para la PC Engine/Turbografx 16, seguida de una secuela para el mismo sistema. Ésta última, Cobra 2: Densetsu no Otoko, se relanzó en Occidente para el Mega CD de SEGA bajo el nombre de The Space Adventure-Cobra: The Legendary Bandit. En el 96 fue la primera PlayStation la que recibió Cobra: The Shooting, un Third Person Shooter de Takara al que le siguieron otras entregas para la consola en formato comic interactivo. La obra de Terasawa-san ha llegado también al PC e incluso a los arcades en el vistoso Cobra: The Arcade Game, a la par que al mundo de los teléfonos móviles y en una máquina de Pachinko que tuvo una secuela creada para celebrar los 30 años de la serie. Jump Ultimate Stars, de Nintendo DS, segunda entrega lanzada en 2006 del título de lucha que enfrenta a personajes de distintos mangas en un particular crossover –Naruto contra Bleach, Captain Tsubasa contra Dr. Slump, Death Note contra Dragon Ball y One Piece-, incluyó a Cobra, Crystal Boy y Lady Armaroid como personajes de apoyo.
Comenzando por un olvidable título para Game Boy Advance convertido en precuela oficial de la primera película, el universo virtual de Sparrow y Cia se expande a una decena de títulos. El segundo canónicamente hablando, lanzado también a tiempo para la primera película, y a pesar de ser editado por Bethesda, lo cierto es que era básicamente otro título –Sea Dogs II- al que se le cambió el nombre y se le implementó el navío de La Perla Negra. De hecho manejábamos a un tal Nathaniel Hawk mientras comprábamos barcos, reclutábamos tripulación y oficiales y peleábamos en tierra y en mar, por lo que de Piratas del Caribe solo tenía los dos elementos mencionados más Keira Knightley poniendo voz a la intro. Hubo que esperar hasta el estreno de La Maldición del Cofre del Muerto para ver algo que de verdad estuviese enlazado con la serie fílmica, como fue la adaptación oficial para portátiles –PSP, DS y GBA- y otro para PC y PS2 llamado La Leyenda de Jack Sparrow, que al fin nos dejaba manejar a Sparrow, aparte de al aburrido Will Turner y a la guerrera Elizabeth Swan.
Después de un título online que cerró servidores hace un mes, un ARPG cancelado y la adaptación oficial de En el Fin del Mundo que salió para sistemas HD, PSP y PS2, la licencia ha sido utilizada más recientemente para dos entregas que son las que mejor uso han hecho de ella. Por un lado tenemos la versión LEGO, que utilizó personajes y escenarios del universo fílmico y las 4 cintas para darnos la experiencia Sparrow que la IP merecía, con multitud de contenido y hasta una versión digitalizada de nuestra Penélope Cruz –que estaba en el reparto de Piratas 4-, demostrando de nuevo que a pesar de su aspecto infantil, las adaptaciones LEGO son las más fieles a los universos en que se basan.
Y por otro lado, este año hemos visto el PlaySet de Disney Infinity dedicado a Piratas del Caribe, que lejos de ser una mera excusa para las ventas, nos brinda un sandbox de escenarios abiertos en el que movernos por islas y puertos siguiendo parte de la trama de la primera trilogía, ya sea saltando y combatiendo por tierra a Davy Jones o montándonos en una Perla Negra totalmente personalizable y funcional a nivel de combate y exploración, y surcar los mares en divertidos combates navales y asedios. Y no vamos a olvidar uno de los mejores usos de la licencia y la mejor adaptación de la primera película, transmutada en universo propio del añorado Kingdom Hearts II con una recreación impecable de Sparrow, Turner, Barbossa y Swan, incluso de las versiones esqueletos de los dos piratas. Todo un acontecimiento pelear junto a ellos con Sora, Donald, Goofy y compañía.
Con cada entrega –la última firmada en 2009 por una Telltale que también se atrevió con Sam & Max, otra IP Lucasiana- situada en escenarios basados en la edad dorada de la piratería del siglo XVIII, el rampante anacronismo y el humor con referencias a la cultura popular fueron uno de los elementos más destacados de un conjunto que sigue siendo una gozada, desde el Pixel Art vintage de las dos primeras partes hasta la más moderna, aunque The Secret of Monkey Island y MK2: LeChuck’s Revenge -ese epico concurso de escupitajos, ese baile de esqueletos con un Guybrush mirando con ojos desencajados- sean las más especiales en el recuerdo de los más veteranos que vivimos de críos la edad dorada de la aventura gráfica.