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Dynasty Warriors 7 Empires

Dynasty Warriors 7 Empires

  • PlataformaPS37
  • GéneroAcción
  • DesarrolladorOmega Force
  • Lanzamiento22/02/2013
  • TextoInglés
  • VocesJaponés
  • EditorKoei

Dynasty Warriors 7: Empires

La franquicia Dynasty Warriors continúa con su constante presencia en el mundo de los videojuegos, presentándonos esta vez la segunda expansión de la séptima entrega numerada. A todo el contenido visto en DW7 y DW7 Xtreme Legends se unen ahora las posibilidades estratégicas de Empires. China nos aguarda.

Mientras en el lejano oriente ya es inminente el lanzamiento de Shin Sangoku Musou 9 (que será renombrado a Dynasty Warriors 8 en el resto del mundo), los gaijines occidentales al fin tenemos aquí la segunda expansión de Dynasty Warriors 7 que, como es habitual en la rama Empires de la saga, se centra en presentar diversas mecánicas de estrategia sin por ello renunciar al beat ’em up masivo, santo y seña de la saga. Si bien la franquicia sigue manejando unas cifras de venta más humildes en comparación a las que cosechaba durante la generación de los 128 bits (hablamos de Japón, por aquí las cifras de venta siempre han sido modestas), el tirón de los Musou continúa con fuerza, y además podríamos considerar este Dynasty Warriors 7: Empires como la definitiva recuperación de la rama principal de la franquicia tras el descalabro que supuso DW6 y su limitado sistema Renbu.

Pero antes de nada, indicar a los neófitos en la saga que DW7: Empires no es una expansión al uso, ni al estilo clásico (no necesitaremos el DW7 original para jugar) ni al moderno (no se trata de una recopilación de DLCs publicados anteriormente). Más que de expansión deberíamos hablar de extensión, pues suma a la oferta original numerosas posibilidades que dan como resultado un producto mucho más completo y redondo. Iniciada en 2004 (cuando las cifras de venta de la franquicia superaban el millón de unidades en Japón) con Dynasty Warriors 4: Empires, esta rama de la saga fue ideada para dar a los aficionados a la estrategia una serie de opciones tácticas antes y después de cada combate, a la par que se intentaba ofrecer una mayor variedad frente a las clásicas batallas campales habituales en la franquicia. Con el tiempo, las posibilidades de los Empires han sido potenciadas y expandidas, hasta acabar realmente marcando la diferencia con respecto al Dynasty Warriors original correspondiente. Ya no es una excusa para volver a disfrutar del mismo título con ligeros cambios, sino una nueva oportunidad de vivir la aventura desde una óptica diferente.

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El Imperio en guerra

Dynasty Warriors 7: Empires pone en un principio sobre la mesa todo el material visto tanto en la séptima entrega numerada original como en Xtreme Legends, DLCs incluidos, y añade a la mezcla varios ingredientes de cosecha propia, como un nuevo personaje, dos armas inéditas (más las 11 anteriormente disponibles únicamente como DLC de pago) y nuevos escenarios. Ello eleva la cifra de personajes seleccionables a 66, algunos de los cuales han sido convenientemente actualizados para hacer más patentes sus diferencias con respecto a otros guerreros, mientras el arsenal de armas a nuestra disposición supera ampliamente la cincuentena. A partir de ahí, prácticamente el resto de material presente en el título permanece invariable en lo que a la rama de combates masivos se refiere: Dos grandes ejércitos batallando en un mapa de generosa extensión y libre exploración; un poderoso general bajo nuestro control al que podremos equipar con hasta dos armas simultáneamente, las cuales usará para hacer gala de un extenso abanico de ataques; conquista de diversas bases para mermar la fuerza y el poder del enemigo al tiempo que defendemos las nuestras… En definitiva, hasta aquí, prácticamente todo es familiar.

Donde realmente se encuentra la verdadera razón de ser de este DW7: Empires es en las diversas secciones estratégicas que se desarrollan lejos del campo de batalla. En éste sentido, decir ya de inicio que Koei ha hecho un trabajo excelente a la hora de expandir e incluir nuevas propuestas a las mecánicas ya vistas en DW6: Empires, ya que ahora las posibilidades son tantas, los parámetros a tener en cuenta tan numerosos, y las opciones que se nos abren tan cuantiosas, que el conjunto queda enriquecido hasta dar como resultado el Dynasty Warriors más profundo y variado de la franquicia. Este nuevo y enriquecido abanico de posibilidades ya se nos presenta con todo lujo de detalles desde el mismo momento en que entramos en el Modo Edición para construirnos un personaje a nuestra medida. El editor de guerreros dinásticos se revela colmado de posibilidades, permitiéndonos modificar hasta el más nimio aspecto físico de nuestro personaje; solo echaremos en falta opciones si anteriormente hemos profundizado en editores monstruosos como el de Saints Row: The Third. En caso contrario, contaremos con herramientas más que suficientes para construir el físico que queramos para nuestro personaje. En cuanto a vestimenta y complementos, la oferta es de principio también numerosa, aunque se expandirá a medida que avancemos en el juego y vayamos desbloqueando nuevos accesorios. También nos tememos que buena parte de dichos complementos nos serán ofrecidos a posteriori por Koei vía DLCs de pago.

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Tras el aspecto visual, será el momento de encargarnos del resto de apartados que dan forma a nuestro personaje: arma favorita, tipo de ataques EX de dicha arma, y los ataques musou principal y secundario. Ya por último, seleccionaremos una clase de habilidad que determinará los parámetros iniciales de nuestro personaje, y una personalidad con la que partir de inicio. Una vez hecho esto, podremos usar ese carácter tanto en el propio juego como para compartirlo online con otros usuarios. También podremos efectuar el procedimiento inverso, descargando otros personajes creados por jugadores para añadirlos a nuestra experiencia jugable, e incluso crear grupos de personajes editados que tendrán la posibilidad de fundar su propio reino dentro del Modo Imperio. El juego incluso puede registrar nuestra forma de jugar, implementarla en nuestro personaje editado favorito, y presentarnos el resultado como un guerrero más dentro del Modo Imperio, por lo que si acabamos en bandos distintos, tendremos que hacer frente a nuestra propia sombra.

Y ya que hablamos del Modo Imperio, es el momento de entrar de lleno en él. Desgranar una por una toda la amplitud de posibilidades que ofrece daría lugar a un texto demasiado extenso. Obviamente, sus características palidecen al ser comparadas con las de un juego de estrategia “de pura raza”, pero como ramillete de características y mecánicas añadidas a un desarrollo eminentemente arcade, cumple con nota. Lo primero que tendremos que tener en cuenta a la hora de seleccionar personaje es el cargo que queremos desempeñar dentro de nuestro reino. Hay un total de ocho, desde el soberano hasta el oficial mercenario. Dado que el papel que desempeñemos dentro del reino nos abrirá unas u otras vías en el desarrollo del juego, esta elección ni mucho menos está ahí de cara a la galería. A medida que el juego avanza, nuestras acciones tendrán consecuencias, y dichas consecuencias pueden hacer que desempeñemos nuevos papeles. Por ejemplo, como líder mercenario tendremos libertad para movernos a cualquier territorio y vender nuestra espada al mejor postor. Pero si al ganar una batalla clave para un determinado reino decidimos “comernos lo guisado” y alzar nuestra propia bandera en lugar de ceder el territorio conquistado al bando que nos ha contratado, pasaremos a ser soberano de nuestro propio reino. Podremos tomar decisiones que antes no podíamos, y ejecutar acciones para las que no estábamos capacitados anteriormente; pero no todo pasarán a ser ventajas ya que por ejemplo perderemos la libertad de albedrío y libre elección antes mencionada, por no mencionar que el bando que nos había pagado no se tomará muy bien nuestra traición.

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Pero antes de seleccionar a nuestro personaje, tendremos que elegir un escenario desde el que empezar a jugar. El mapa es el mismo para todos: la China milenaria e imperial que, en plena decadencia de la dinastía Han, acaba dividida en varios reinos que entablan una sangrienta guerra civil con el objetivo de unificar de nuevo el país bajo una misma bandera. Al seleccionar escenario lo que haremos será comenzar la partida con el país dividido de diversas maneras: la rebelión de los Turbantes Amarillos, la traición de Dong Zhuo, la disputa inicial entre Yuan Shao y Cao Cao una vez el país se ha fragmentado definitivamente, la batalla de Chi Bi en la que colisionaron los tres reinos más poderosos, etc. Como bonus tenemos el escenario llamado “Una reunión de héroes”, en el que podremos comenzar formando parte de un reino compuesto por personajes creados en el Modo Edición. A partir de ahí, unificar toda China bajo nuestra bandera, convirtiendo nuestro reino en dinastía, significará la victoria, mientras que si todo el territorio que poseemos es conquistado por el enemigo, habremos fracasado. Por supuesto, si somos mercenarios no tendremos que preocuparnos por tales objetivos, aunque más tarde o más temprano acabaremos tomándonos la guerra como algo más personal.

Una vez en plena faena, la gestión de los reinos se llevará a cabo de dos maneras: el consejo de guerra y la fase de planificación. El consejo de guerra se celebra dos veces al año, y en él se decretarán las políticas y planes que regirán el destino del reino durante los siguientes seis meses. En el consejo de guerra participan el soberano, que será el que tendrá la voz cantante y la última palabra en toda decisión puesta encima de la mesa, y sus hombres de mayor confianza: el mariscal, el estratega, el prefecto y el oficial del ejército. Estos últimos, aunque no pueden decretar políticas, sí pueden presentar objeciones y planes alternativos a las decisiones del soberano. Un buen soberano prestará atención a las sugerencias de sus oficiales de más alto rango. Además, si algún oficial usa una estratagema (característica en la que entraremos con detalle más adelante) al plantear una sugerencia, tendrá más posibilidades de ser escuchado por su soberano; aunque éste también puede hacer oídos sordos y continuar como si nada con su plan establecido. Todo acabará teniendo consecuencias tarde o temprano, tanto negativas como positivas para nuestro reino: políticas agresivas en las que nos centraremos en expandirnos y arrasar los territorios vecinos; decisiones conservadoras destinadas a centrar el día a día del reino en defender y conservar territorios propios; acciones para aumentar nuestras riquezas e influencia en territorios vecinos; alianzas con otros reinos que pueden dar lugar a un desarrollo próspero, o a una traición por parte de aquellos que creíamos aliados… Las posibilidades que se generan tras un consejo de guerra son muy numerosas.

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Si el personaje que controlamos no posee en ese momento alguno de los cinco cargos que pueden tener presencia en un consejo de guerra, ni participaremos en él ni podremos saber las decisiones que se han tomado hasta que no se nos asignen órdenes y misiones, las cuales deberemos obedecer y cumplir sin rechistar aunque no estemos de acuerdo con la política que se ha tomado. En ese caso, paciencia y perseverancia, dado que cumplir con éxito dichas misiones hará que subamos de rango poco a poco, hasta que acabemos alcanzando un puesto dentro del consejo de guerra del reino. La fase de planificación, que tendrá lugar una vez al mes, ya es común a todos los rangos del juego, y en ella podremos visitar la ciudad principal para hacer compras, gestionar los diferentes aspectos y parámetros de nuestro personaje, establecer relaciones con otros oficiales, hacer preparativos para batallas futuras, cumplir las misiones que se nos encomienden desde las altas esferas, etc.

Es la hora de las tortas

Tras efectuar un repaso de las posibilidades que ofrece la vertiente estratégica de Dynasty Warriors 7: Empires (son muchas más además de las mencionadas, aunque en lugar de profundizar preferimos que las vayáis descubriendo sobre la marcha), es la hora de centrarnos en el alma y eje central de todo juego de la franquicia Musou que se precie de serlo: el combate. Ya sea para cumplir una misión, tratar de conquistar un territorio enemigo o disponernos a defender el nuestro de un ataque exterior, tarde o temprano tendremos que empuñar nuestra arma y lanzarnos a la batalla. Son muchas las adiciones y novedades que tendremos en esta parcela del juego respecto a lo visto en DW anteriores, todas ellas consecuencia o producto de las decisiones estratégicas llevadas a cabo con anterioridad. Una parte destacada de estas adiciones son las estratagemas. Dependiendo del rango y el nivel de nuestro personaje, podremos seleccionar hasta 5 simultáneamente para llevar en el combate. Cada estratagema solo puede ser activada una vez en la batalla, y las hay de la más diversa índole: desde invocar a un tigre que nos acompañará durante el resto de la refriega y atacará a nuestros enemigos, hasta provocar un alud de rocas para cortar una línea de suministros rival, pasando por riadas para anegar determinadas secciones del campo de batalla, acciones que suben la moral, el ataque y defensa de nuestras tropas, etc.

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Eso sí, como en la vida real, todo tiene un precio; y las estratagemas, sobre todo las más poderosas y con más posibilidad de influir en el devenir del combate, consumirán una determinada cantidad de nuestro almacén de recursos, divididos en tres tipos: comida, información y oro. Estos recursos, además de para obtener estratagemas, servirán para comprar objetos, armas y seguidores. Si también somos el mandamás del reino, más nos vale usar además estos recursos para pagar a nuestros subordinados regularmente, o acabaremos encontrándonos con un ejército más menguado que el club de fans de Mariano Rajoy. Pero la cosa no acaba aquí ya que, si poseemos un rango suficientemente alto, podremos dar órdenes a los oficiales de nuestro ejército (escoltar, atacar a una determinada unidad, asaltar o defender bases…) al tiempo que controlamos a nuestro propio avatar. Con todo esto, las clásicas refriegas de Dynasty Warriors adquieren una nueva dimensión, ya que gracias a las estratagemas obtenemos control directo en lo que antes eran eventos predefinidos y lineales, mientras que el sistema de órdenes nos brinda también control directo sobre un ejército que antes iba por libre y casi completamente ajeno a nuestras acciones.

En muchas ocasiones, conquistar las bases enemigas de manera que podamos formar una línea de suministros estable entre el campamento principal y el frente será la llave de la victoria para nuestro bando. Contar con una buena línea de suministros es crucial para que el área de influencia de nuestro ejército sobre el campo de batalla crezca, lo que hará a nuestra armada más fuerte al tiempo que el enemigo se debilita. Las líneas de suministro tienen tal importancia que no pocas de las estratagemas que podemos usar en combate se centran en ellas, ya sea para fortalecerlas o mermar su eficiencia. Así mismo, existen diferentes tipos de base que brindarán diversas ventajas en la batalla, por lo que es crucial estudiar el mapa detenidamente para trazar una línea de acción eficiente. En definitiva, Dynasty Warriors 7: Empires no solo ofrece una parcela de acción plenamente satisfactoria a pesar de que la mayoría de novedades se centran en el terreno estratégico, sino que además las características añadidas las hacen más divertidas e intensas que en DW precedentes, incluidos la séptima entrega original y su primera expansión.

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En lo referente al apartado técnico, se nota cierta mejoría respecto a juegos anteriores, tanto de esta rama principal de los Musou como de otras series de la franquicia. Sigue habiendo popping, por lo que la aparición y desaparición brusca de enemigos y soldados aliados volverá a estar a la orden del día; pero al menos esta vez Koei parece haber puesto énfasis en tratar de ocultar dicho defecto lo máximo posible, por lo que no seremos tan conscientes del popping como sí lo éramos en Warriors Orochi 3, por ejemplo. Aun así, esperemos que, para la próxima y cada vez más inminente generación, Koei trabaje en un nuevo motor gráfico que destierre al fin este problema. Otra solución podría ser la de reducir el número de elementos presentes en pantalla hasta dejar una cifra que pueda ser controlada sin que el engine tenga continuamente que verse obligado a ocultar sus vergüenzas, y es que este “quiero pero no puedo” ya cansa después de tantos juegos. Al menos la velocidad permanece en todo momento estable, lo que es muy de agradecer. Como también es de agradecer que la instalación de datos en el disco duro (casi 4 gigas) se lleve a cabo de manera automática y en segundo plano, por lo que no tendremos que vernos obligados a esperar media hora para jugar la primera vez que introduzcamos el disco en nuestra PS3.

No todo va bien en el reino

La parcela multijugador de DW7: Empires se reduce a la participación simultánea para dos jugadores, ya sea de modo local u online, además de al intercambio de personajes creados con el editor del juego tal y como ya mencionamos anteriormente. Por desgracia, la influencia del segundo jugador sobre nuestra partida se reduce a las batallas, quedando fuera su participación en la parcela estratégica. En definitiva, suficiente raspado en este aspecto, ya que lo ideal habría sido poder formar un reino junto a otros 6 u 8 jugadores, gestionarlo en equipo en el consejo de guerra, e interactuar posteriormente con los reinos formados por otros equipos de jugadores. Lo que sí se lleva un categórico suspenso es la localización del juego. La política de Koei en este aspecto parece ser ya por desgracia inalterable, dado que en DW7: Empires solo tendremos textos en inglés y voces en japonés, tal y como sucede en otros títulos recientes de la franquicia como Warriors Orochi 3 o Fist of the North Star 2. Obviamente, el peso de los textos tiene en DW7: Empires mucha más importancia que en otros Musou, por lo que contar con un buen conocimiento de inglés escrito es esencial para gestionar nuestro reino con solvencia. Respecto a las voces, de nuevo los puristas estarán contentos (o al menos los puristas que sepan hablar japonés), aunque la razón por la que Koei ya no dobla sus juegos al inglés no es la de tener contentos a los puristas, sino simple y llanamente la de abaratar costes.

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7

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.