Cada 4 años, los mejores atletas del planeta se dan cita bajo la bandera olímpica para dar fe de sus habilidades con el mundo como testigo. Los videojuegos por supuesto no han permanecido ajenos a este hecho, tal y como demostraremos en las siguientes páginas. ¿Listo para machacar botones a velocidad endiablada?
El único (aunque importante) defecto del juego es que no teníamos forma de imprimir ángulo en las pruebas de salto o lanzamiento. Esto hacía que su jugabilidad fuera más sencilla, limitando nuestra interacción a simplemente machacar el joystick como posesos. Curiosamente, el título es muy conocido por haber causado bastante revuelo en su época, al provocar que Atari recibiera innumerables quejas sobre los joysticks de su VCS. Y es que la mecánica de mover el mando de izquierda a derecha frenéticamente para correr más no sentaba nada bien a estos controladores, que solían romperse con facilidad ante los jugadores menos cuidadosos.
Los Ángeles 1984
Como no podía ser de otra forma fue convertido, esta vez con grandes resultados, a prácticamente todos los sistemas de la época. Especialmente destacables resultaban la conversión a Spectrum -uno de los títulos más vendidos del sistema- y la adaptación para MSX, que tuvo que ser dividido en 3 cartuchos para mantener la brillantez técnica y jugable del original, incluyendo como contrapartida unas cuantas pruebas inéditas. Una vez Konami volvió a establecer el modelo a seguir en cuanto a simuladores olímpicos se refiere, en los microordenadores de la época surgieron grandes títulos capaces de competir de tú a tú con el nuevo rey. No en vano, las olimpiadas de 1984 tienen el honor de ser la competición que más y mejores videojuegos de este género recibieron.
Summer Games fue el estandarte olímpico americano, el título con el que todos los jugones imitaban a sus ídolos en el país de la Estatua de la Libertad. El videojuego de Epyx rezumaba calidad por los cuatro costados y mostraba un nivel de detalle poco común en la época, sobre todo en lo referente a los movimientos de los atletas. Como muestra de los mimos que recibió por parte de su equipo de desarrollo podemos decir que fue la primera ocasión en la que disfrutamos de una ceremonia de apertura con antorcha olímpica incluida.
Aunque el título de Konami arrasó entre el público y fue el gran vencedor de la época, no podemos dejar de mencionar un grandísimo título que estaba si no a la misma altura simplemente un peldaño por debajo. SNK sorprendió a propios y extraños con Gold medalist, un impresionante videojuego que mostraba unos gráficos extremadamente cuidados, un apartado sonoro de infarto y 9 pruebas diferentes para competir, incluyendo por primera vez las barras paralelas y el boxeo en un videojuego olímpico. Su estilo jugable era, en ciertas pruebas, algo más exigente de lo que vimos en el juego de Konami, lo que posiblemente desalentó a un buen número de jugadores y evitó que triunfara como se merecía. Una pena, ya que es muy bueno. Mientras tanto, en los hogares de medio mundo las posibilidades de emular los juegos olímpicos también eran muy variadas. Desgraciadamente, la tendencia en este caso se centró en ofrecer un apartado audiovisual magnífico, dejando de lado el aspecto lúdico.
La misma Konami ofreció a los usuarios de NES una verdadera continuación de su título deportivo más exitoso hasta la fecha. Track & field II era un cartucho con una presentación al jugador exquisita, cuidado hasta el más mínimo detalle y que explotaba al máximo las capacidades técnicas de la consola de Nintendo. En esta continuación teníamos la posibilidad de competir en 12 disciplinas olímpicas -Esgrima, triple salto, natación estilo libre, salto de trampolín, tiro al plato, lanzamiento de martillo, taekwondo, salto de pértiga, canoa, tiro con arco, 3000 metros obstáculos y barra fija- , 2 “deportes de exhibición” (ala delta y tiro con pistola al gangster) y una prueba clásica de los bares (pulsos). Una selección de pruebas un poco extraña que además no estaban a la altura en cuanto a diversión se refiere, resultando bastante insulsas, aburridas y extenuantes.
¿Por qué no terminó de funcionar cuando era posiblemente uno de los videojuegos más completos jamás aparecido? Pues precisamente porque trató de abarcar más de lo recomendable, quedando a medio camino en todas sus propuestas: la simulación de manager era aceptable y las pruebas, aunque muy variadas, no resultaban tan divertidas y satisfactorias como debieran. Mientras tanto, en el continente americano, Accolade mostraba a los aficionados su particular propuesta olímpica. The Games: Summer challenge fue también un proyecto ambicioso y arriesgado, tomando como seña de identidad los avances en el uso de gráficos prerenderizados y polígonos para recrear la acción. El título nos permitía participar en 8 disciplinas olímpicas -Kayak, hípica, 400 metros vallas, tiro con arco, salto de altura, salto de pértiga, lanzamiento de jabalina y ciclismo- y nos ofrecía unas cuantas opciones de personalización para nuestro atleta, tales como elegir el nombre, país y su rostro, algo novedoso en la época.
Con una jugabilidad sencilla y directa, el título de MindSpan dejó un buen sabor de boca a los aficionados que se atrevieron a probarlo, siendo a día de hoy tan entretenido como lo fue entonces -independientemente de lo mal que ha envejecido su parte técnica-. Llegó incluso a ser adaptado un año después para Mega Drive, en una conversión notable teniendo en cuenta las diferencias técnicas entre el PC y la máquina de Sega. Volviendo a hablar de Europa, Psygnosis trató de entrar en el género con su irregular Carl Lewis Challenge. Presentado como una mezcla entre simulador y arcade, nuestra misión consistía en conseguir que nuestro equipo olímpico lograra el oro en las cinco diferentes pruebas que el programa nos ofrecía -100 metros lisos, 110 metros vallas, lanzamiento de jabalina, salto de altura, y salto de longitud-. En el apartado de simulador teníamos un listado de más de 100 atletas reales y varias opciones para que nuestros muchachos alcanzaran la mejor condición física posible. Por su parte, el apartado arcade seguía las directrices establecidas por Konami varios años atrás. El problema, al igual que ocurrió con el último título olímpico de Ocean, es que ninguno de los dos apartados lucía especialmente bien. La parte de management era terriblemente aburrida, y las disciplinas olímpicas en sí aunque estaban representadas con unos gráficos excelentes resultaban escasas y bastante sencillas de superar.
Atlanta 1996
Por segunda ocasión en un breve periodo de tiempo los E.E.U.U tendrían la oportunidad de organizar unos juegos olímpicos en detrimento de Atenas, que partía como clara favorita al cumplirse el centenario de la restauración de dicho evento deportivo. Aunque dispusieron de excelentes infraestructuras y de un potencial económico enorme, la organización quedó por debajo de lo visto en los juegos anteriores, sobre todo en materia de seguridad. Un atentado terrorista se cobró la vida de una persona y dejó varios heridos, en un hecho que recordó a los tristes sucesos de Munich 1972. En el aspecto deportivo E.E.U.U dominó con mano de hierro el medallero olímpico. Destacaron el gran Michael Johnson y su exhibición en los 200 y 400 metros lisos, la victoria en salto de longitud del inmortal Carl Lewis con 35 años a sus espaldas y el descubrimiento de una gran estrella que lideraría a su selección hacia un sorprendente triunfo en el torneo de fútbol, Nwankwo Kanu.
Dos años antes de la cita olímpica en Atlanta, Sega decide entrar en el mercado de los simuladores olímpicos por la puerta grande. Decathlete puede ser considerado por su puesta en escena como una continuación espiritual de la tradición iniciada por Konami: sencillez en los controles, gráficos coloristas, diversión por encima de simulación y una jugabilidad tremenda como bandera. En esta nueva experiencia deportiva se nos ofrecía participar en las diez pruebas de las que consta el Decathlon olímpico. Para ello, el título nos permitía elegir entre 8 personajes muy pintorescos, cada uno de ellos con diferentes habilidades que les hacían rendir mejor en unas pruebas y peor en otras. Su aspecto desenfadado no engañaba a nadie: buscaba sobre todo ser divertido, algo que consiguió con creces. Para un servidor es posiblemente uno de los tres mejores títulos de este reportaje.
Tras el fiasco organizativo en los juegos de Atlanta, el comité organizador de Sydney puso la maquinaria a funcionar para conseguir un evento perfecto. Y prácticamente lo consiguió, en una cita que está considerada entre las tres mejores de la historia. Además de las excelentes infraestructuras creadas y del cuidado del medio ambiente del que se hizo gala en el evento, Sydney 2000 puede presumir de ser la cita olímpica que más atletas congregó hasta la fecha, un total de 10650 deportistas venidos de todo el mundo. Entre las actuaciones más destacadas del evento cabe recordar a la mediofondista Marion Jones con sus cinco medallas (3 oros y 2 bronces), a Maurice Green y su gran victoria en los 100 metros lisos y al sensacional atleta checo Jan Zelezny, que logró el oro en lanzamiento de jabalina.
Llegados ya al nuevo siglo y ante la nueva competición deportiva que se avecinaba, la avalancha de títulos olímpicos apareció una vez más en el horizonte de la industria. Ante la nueva potencia técnica de las máquinas que copaban el mercado, los desarrolladores pensaron también que era hora de introducir ligeros cambios en la jugabilidad para “modernizar” un concepto que parecía anquilosado. Desgraciadamente, dicha actualización no resultó demasiado positiva en la mayor parte de los casos.
Una vez más Sega inició la marcha con Virtua Athlete 2k, en exclusiva para su flamante Dreamcast. La continuación espiritual del magnífico Decathlete dejó a la compañía del erizo en evidencia pese a su excelente acabado técnico. La reducción del número de pruebas a únicamente 7 y ciertos añadidos jugables verdaderamente incomprensibles -una barra de “stamina” en las pruebas de velocidad no tiene sentido alguno- lastraron definitivamente un título que apuntaba al estrellato. Seguía siendo divertidísimo (cuatro jugadores simultáneamente en pista era igual a desenfreno jugable) pero todos sabemos que Dreamcast era capaz de mucho más con el tiempo y dedicación necesarios.
Por su parte, Eidos se hizo con la licencia oficial de los juegos olímpicos para desarrollar su propio videojuego. Sydney 2000 apareció para PC, Dreamcast y Playstation, siendo un título que aunque técnicamente palidecía ante la competencia (su carga poligonal y texturas eran muy limitadas) nos ofrecía una gran variedad de pruebas en las que competir -12 en total-. Aunque su mecánica lúdica seguía los cánones impuestos por Konami en 1983, la inclusión de un gimnasio virtual para potenciar a nuestros atletas y las correspondientes fases de clasificación para acceder a las medallas no sentaron demasiado bien al juego. Por muy realista que fuera, realizar la misma prueba hasta cuatro veces seguidas no resulta demasiado divertido, aunque pudieras hacerlo con cuatro amigos. Un buen título de olimpiadas, sin mas.