Verano parece ser la fecha que han elegido las pequeñas desarrolladoras de la escena online para presentar sus RPGs de menor calado ante el gran público. Son ya varios años consecutivos en los que se repite esta misma situación, cada vez con un ejemplar distinto, por lo general copando la lista de los sleepers del año (término felizmente caído en desuso). Probablemente a muchos lectores se les haya encendido la bombilla al leer estas líneas dada la repercusión mediática de título como Bastion, hoy por hoy considerado como uno de los descargables más emblemáticos de XBLA. Si en aquella ocasión era un Action RPG el que llegaba al mercado con visos de cambiar la percepción del género hasta el momento, 2012 es el año de Rainbow Moon, la última apuesta de los entrañables muchachos de SideQuest Studios. Sorprende echar un vistazo al catálogo del estudio alemán para descubrir Soldner-X (y su correspondiente secuela), dos títulos de envergadura menor que se han abierto paso entre los aficionados gracias a su gusto por la ‘esencia clásica’. Parece que en SideQuest Studios se han especializado en tomar como referencia un género caído en el olvido para que resurja de sus cenizas o, cuanto menos, para que los aficionados acérrimos puedan disfrutar de un nuevo exponente con el que quemar las horas muertas. Así sucedió en el caso de Soldner-X y en su último trabajo, como veremos a continuación. Rainbow Moon es un RPG estratégico que toma como ejemplo a seguir los principales referentes del género para llevar a la pequeña pantalla una historia de corte tradicional, poco ambiciosa en cuanto se refiere a la idea de revolucionar el concepto del SRPG, pero tremendamente sólida a la hora de presentar sus virtudes de forma práctica. De hecho, se diría que esta aventura es uno de los mejores ejemplos para presentar un RPG de pura cepa, de carácter añejo, entre cuyas cualidades descubrimos los puntos más solicitados por los fans de toda la vida: vida útil considerable, infinidad de misiones secundarias, combates exigentes y, lo que es más importante, la esencia tradicional que parece haber sido olvidada en el baúl de los recuerdos.
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Arcoíris de Isometría Si de algo puede presumir Rainbow Moon es precisamente de eso, de haber sabido adaptar su contenido a un público tremendamente exigente. Para ello se adapta a las corrientes clásicas en cuanto a la mecánica se refiere, sin llegar a profundizar como lo hicieron otros compañeros de género (léase el caso de Disgaea), pero sin olvidar las premisas fundamentales que han de formar parte de la jugabilidad de un SRPG. La primera seña de ello se encuentra tras el hilo argumental que SideQuest ha tejido para la ocasión. El héroe de turno es Baldren, un joven de carácter férreo que vaga por el mundo tratando de dar caza a su némesis. El valeroso guerrero aterriza, teletransportado mágicamente, es un satélite desconocido, cuyo nombre sirve como carta de presentación para la aventura. Rainbow Moon está ahora plagada de monstruos que amenazan su estabilidad y otrora pacífica vida. Baldren entiende que su presencia en Rainbow Moon no es fortuita, por lo que de una forma u otra se ve obligado a participar en limpia que, junto a otros personajes, comenzará a poco de producirse su llegada al satélite. La profundidad de la historia no va mucho más allá de lo que sugieren estas líneas, en parte debido a la ausencia casi absoluta de personalidad en los héroes que conforman el grupo principal, en parte por la falta de coherencia en los acontecimientos que paulatinamente se despliegan en la pantalla. No sólo se trata de una falta de contenido, sino también de ambición de cara a presentar un hilo argumental que no se conforme con arrojar los cuatro clichés de turno para ofrecer nuevos retos para los jugadores. La síntesis de Rainbow Moon se sitúa en su mecánica jugable, en la estructura que siguen los combates y en la cantidad ingente de opciones de personalización que se abren a medida que transcurren las horas de partida. Vaya por delante que el argumento es entretenido, pero insuficiente a todas luces para contentar a los que esperan vivir emociones fuertes en este aspecto.
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El despliegue del argumento cuenta con otro hándicap añadido para el público hispanohablante: los textos están en perfecto inglés. El nivel que se exige para comprenderlo es medio, por lo que no basta con tener nociones básicas sobre la lengua de Shakespeare para que la trama cobre sentido. Este ‘problema’ se extiende a la explicación de la propia mecánica, cuyo dominio requerirá algo de práctica por parte de los jugadores noveles. A juzgar por el estilo de juego, parece evidente que SideQuest Studios ha creado una historia para que sea disfrutada por usuarios que cuenten con cierta experiencia en el género. El escueto tutorial refuerza esta teoría que, en el peor de los casos, obligará a los novatos a sufrir más de la cuenta durante las primeras horas de juego. Es relativamente fácil familiarizarse con el sistema que propone Rainbow Moon, tan simple como eficaz a la hora de ser ejecutado.Diversión Añeja La mecánica de Rainbow Moon se divide en dos campos: los relacionados con la exploración y aquellos que atañen directamente a los combates. El primero está íntimamente ligado al aspecto gráfico, técnico en general. SideQuest ha realizado un buen trabajo en este sentido, siguiendo el ejemplo de los referentes de la industria, variando constantemente el paraje en el que transcurren las conversaciones de mayor trascendencia. Existe un gran número de pueblos y de pequeñas ciudades que combinan sutilmente con las mazmorras más oscuras. La paleta de colores varía con frecuencia, no se estanca siempre en la misma premisa, y con ello se consigue transmitir frescura y personalidad. Por desgracia, las animaciones de las que hacen gala nuestros guerreros no comparten la misma suerte, y a su robótica puesta en escena hay que añadir un diseño poco agraciado, por lo general de escaso atractivo para la vista.
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Son detalles que nos llevan nuevamente a contemplar la idea de que la mecánica jugable es la que lleva el peso de la aventura, sin ceder esfuerzo al apartado gráfico ni tampoco al estilo narrativo que se presenta para la ocasión. A medida que recorremos los pueblos y ciudades descubrimos una serie de misiones (bien de corte principal o secundario) que será menester superar para desvelar el secreto que se esconde tras la invasión de monstruos que sufre Rainbow Moon. Los combates propiamente dichos no albergan ninguna clase de secreto que merezca la pena destacar en este apartado; es su puesta en escena lo que realmente logra que el jugador permanezca atento a su desarrollo. La premisa que se baraja es la de la estrategia por turnos a la vieja escuela. Controlamos a un grupo de personajes. Cada uno de ellos cuenta con un número de movimientos limitados por turno. En cada turno, es posible realizar una serie de ataques en función de la condición del personaje en cuestión y del arsenal que lleve equipado. Algunos personajes hacen gala de gran rapidez pero de poca contundencia en el ataque, mientras que otros corren la suerte inversa, aportando así variedad a la oferta del producto. La Inteligencia Artificial de los monstruos es aceptable en la mayoría de los combates salvo por pequeños errores de desarrollo (muchos no pueden atravesar los objetos que sus compañeros dejan en los escenarios al morir), y por lo general es relativamente fácil superar los enfrentamientos más exigentes en nivel medio, lo que nos sitúa ante un SRPG que como poco puede presumir de superar uno de los males endémicos del género (al menos a ojos de los aficionados menos habituados a él).
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Es más: la velocidad a la que transcurren las batallas es bastante elevada, especialmente cuando han transcurrido varias horas de juego. La mecánica de combate se rige por otros atributos clásicos (posición a la hora de atacar, debilidad ante ciertas armas…) que otorgan más variedad al sistema de juego. Sin embargo, el punto que realmente brilla con luz propia en Rainbow Moon es la ingente cantidad de posibilidades de personalización que se ofrecen para cada uno de los personajes que se unen a nuestra aventura. Existen dos puntos clave para llevar a cabo su desarrollo: las monedas y las perlas. Las primeras nos permiten comprar más equipamiento (al extra que obtenemos en combates y en la exploración de escenarios), que a su vez podemos optimizar añadiendo en slots específicos distintos ítems u objetos. Es curioso analizar la cantidad de variantes que ofrece esta posibilidad, dado que en función de nuestros intereses durante el combate mejoraremos las habilidades de cada uno de los seis personajes que manejamos de forma independiente (su destreza, fuerza, vitalidad, etcétera) según hayamos personalizado el equipo, dividido en cinco apartados: Armas, cascos, armaduras, amuletos y anillos. Este último punto se pone en marcha cuando aplicamos las perlas, el material más valioso y preciado que encontramos a lo largo y ancho del mundo de Rainbow Moon. La idea central sobre la que gira el argumento es la creación de un bastón mágico, para lo cual es necesario reunir las piezas diseminadas por el satélite. Puede que por este motivo la cantidad de personajes secundarios que encontramos en las fases de exploración sea cuanto menos considerable. Ellos serán los encargados de proporcionar nuevas misiones secundarias, retos y algunos consejos prácticos con los que mejorar nuestro rendimiento en las batallas. A colación de este último punto; Rainbow Moon no cuenta con un doblaje propiamente dicho salvo por las exclamaciones que de cuando en cuando sueltan los héroes al recibir daño. Para paliar este defecto, SideQuest Studios ha bordado una banda sonora magistral, menos repetitiva de lo que solemos estar acostumbrados a sufrir en este género (aunque repetitiva pese a todo) y perfectamente encajada con los acontecimientos que tienen lugar en el mundo de Rainbow Moon.
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Larga Vida Útil La duración del título es otro de los puntos que juegan a su favor: el modo Campaña se extiende por encima de las 50 horas de juego (un dato MUY a tener en cuenta tratándose de un descargable que se compra por menos de 20€), a lo que se le han de sumar prácticamente el doble -hay un trofeo en específico para los usuarios que han invertido 100 horas en el juego- si pretendemos desbloquear todas las misiones secundarias y descubrir el material oculto que se esconde bajo las fauces de Rainbow Moon, como esas 120 habilidades distintas que podemos llegar a utilizar. Todo ello mientras nos enfrentamos a 100 tipos de enemigos distintos divididos en 17 clases que, aparte de golpearnos con ataques normales y especiales, usarán al igual que nosotros habilidades como centrarse en un personaje en específico, dividirse, auto-destruirse o huir. Poco más se le puede exigir a un SPRG de estas características.