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Twisted Metal

Twisted Metal

El diablo sobre ruedas

Parecía que nunca iba a llegar, pero ya lo tenemos aquí. La franquicia decana del universo PlayStation resurge de sus cenizas para aparecer en PS3. Tan polémico como su creador; tan loco, frenético y retorcido como cabría esperar. Twisted Metal ha vuelto para demostrar que los viejos y buenos arcades nunca mueren.

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Nos encontramos a finales de 1995, concretamente en noviembre, pocos días después de que la por entonces nueva y flamante PS1 debutara en tierras occidentales. Aquel día irrumpió en las estanterías de las tiendas un título que a posteriori daría lugar a la franquicia exclusiva más longeva del mundo PlayStation. Dicho título, abalado por Sony y programado por un estudio de por entonces reciente creación denominado Single Trac (entre cuyas filas se encontraba un tal David Jaffe, joven programador que ya apuntaba buenas maneras gracias a su debut profesional en el gran Mickey Mania –Sony Imagesoft, 1994-), respondía al nombre de Twisted Metal, y ofrecía una propuesta jugable que desde luego derrochaba originalidad por los cuatro costados. En esencia, se trataba de un juego deathmatch (es decir, combate todos contra todos) en el que, en lugar de ir a pie, los participantes conducían toda clase de vehículos armados hasta la última de sus tuercas. La premisa era sencilla: recorrer un escenario de libre exploración mientras recolectamos armas, eliminamos contrincantes y nos aseguramos de ser el único superviviente de la monumental refriega.

Elonline en consolas era por entonces únicamente una utopía, por lo que las opciones multijugador brillaban por su ausencia a no ser por el socorrido modo local a pantalla partida. Y ya no había mucho más que rascar. Twisted Metal era un arcade puro, duro y directo, 100 % vieja escuela, del que cualquiera que quisiera buscar algo más en él acabaría renegando debido a su en apariencia sencilla propuesta; sin embargo, todo aquel que aceptara el juego tal y como era acababa irremediablemente enganchado a él, ya que era rabiosamente jugable e increíblemente adictivo. El éxito acabó llegando, sobre todo en el mercado estadounidense, por lo que la semilla de la franquicia ya estaba plantada y solo había que esperar la inevitable primera secuela. Dicho título no tardó mucho tiempo en llegar. Twisted Metal: World Tour (1996) limaba las asperezas del original, perfeccionaba los controles y el sistema de combate, y además brindaba unos escenarios de mayor variedad y un apartado técnico a la altura de las circunstancias, convirtiéndose en un nuevo éxito para Sony y en la confirmación de que a la franquicia aún le quedaba bastante cuerda. Pero dicho éxito se limitó al mercado norteamericano, por lo que las siguientes entregas de la franquicia (Twisted Metal 3 en 1998 y TM4 en 1999) permanecieron inéditas en el viejo continente.

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Pero tampoco se perdió demasiado, dado que dichos títulos eran claramente inferiores a los originales debido principalmente a que no era Single Trac la que estaba tras ellos (el estudio abandonó Sony tras varias desavenencias con el gigante nipón), sino 989 Studios, una división de Sony América. Tras aquellos dos fracasos la franquicia parecía destinada al olvido, hasta que en 2001 sus creadores originales acudieron al rescate, esta vez reinventados como un nuevo estudio de nombre Incognito Entertainment. Nada más cerrar acuerdos con Sony se pusieron manos a la obra para desarrollar dos nuevos Twisted Metal. El primero de ellos llevó por subtítulo Small Brawl, tratándose de un TM para PlayStation 1 en el que todo se veía reducido a una escala de coches de radiocontrol (al estilo de lo visto recientemente en MotorStorm RC). El segundo, Twisted Metal: Black, se convirtió en el salto de la franquicia a la por entonces nueva y flamante PlayStation 2, recogiendo todas las virtudes que habían hecho grandes a los dos primeros TM para expandirlas aprovechando la potencia de la nueva plataforma. El juego seguía haciendo gala de un fortísimo componente multijugador a pesar de que no permitía juego online, algo que se arregló un año después con una nueva edición denominada Twisted Metal: Black Online, la cual se lanzó en cuanto PS2 estuvo capacitada para conectarse a la red de redes.

La siguiente parada de la franquicia, tras un cancelado Twisted Metal: Harbor City para PS2 que estaba planificado como secuela de Black, fue PlayStation Portable. Twisted Metal: Head On apareció en 2005 como un retorno de la franquicia a sus raíces, desechando el ambiente opresivo y oscuro de Black para sustituirlo por otro más colorido y cercano al cómic estadounidense que había sido santo y seña de los TM de PS1. Luego tuvieron que pasar varios años más para volver a tener noticias de la franquicia. David Jaffe, quien había obtenido éxito y fama mundial al convertirse en el principal creador de God of War (Santa Monica Studios, 2005), regresó a la serie junto a su socio Scott Campbell, ambos tomando las riendas de un nuevo estudio de programación denominado Eat Sleep Play. Tras finalizar el desarrollo de Calling All Cars! en 2007 y lanzar un remake para PS2 de TM: Head On en 2008, Jaffe se puso manos a la obra para desarrollar el primer Twisted Metal original para sobremesa desde aquel ya por entonces lejano 2001 que vio nacer a TM: Black.

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 En principio estaba planificado que dicho título fuera un descargable al estilo Calling All Cars!, pero Sony animó a Jaffe para que lo convirtiera en un juego de lanzamiento físico, al que habría que añadir opciones monojugador que por entonces no tenía. El desarrollo del juego fue mucho más accidentado de lo inicialmente previsto, ya que se desecharon hasta dos proyectos en su estado inicial: Twisted Metal Apocalypse y TM Revolution. El primero debido a sus claras semejanzas con el por entonces próximo MotorStorm: Apocalypse, y el segundo por las dificultades presentadas a la hora de trasladar los conceptos iniciales (que mostraban un mundo mucho más realista que el habitual en un Twisted Metal) a su primera fase de programación. Finalmente se acabó por tomar la decisión de regresar al concepto tenebroso, oscuro y retorcido mostrado en Twisted Metal: Black, aunque dándole una nueva vuelta de tuerca para hacerlo aún más opresivo. Así, el juego se presentó de manera oficial durante el E3 de 2010 (con una puesta en escena más que agradecida teniendo en cuenta lo sosas y aburridas que vienen siendo las conferencias de dicha feria durante los últimos años), y llega a todas nuestras PS3 dos años después tras algún que otro retraso y una fuerte polémica referente a la censura de la versión europea del título. Pero ya habrá tiempo para hablar de polémicas. Ahora lo importante es que Twisted Metal al fin ha regresado, y es hora de recibirlo con todos los honores.

Metal más retorcido que nunca Tal y como hemos mencionado en la introducción, uno de los rasgos visuales que hacían destacar a la anterior entrega de sobremesa de Twisted Metal (el TM: Black lanzado para PS2 en 2001) era su aspecto oscuro, opresivo y desasosegante, directamente inspirado en películas como El Silencio de los Corderos (Jonathan Demme, 1991), Seven (David Fincher, 1995) o Resurrección (Russell Mulcahy, 1999). Aunque el contraste artístico respecto a las primeras entregas de la saga Twisted Metal era más que evidente, lo cierto era que sentaba como un guante a una franquicia repleta de asesinos esquizofrénicos, seres que parecen surgidos del Averno y un Mefistófeles (Calypso) que firma pactos y otorga deseos envenenados a todo aquel que quiera buscarlos. Este Twisted Metal PS3 sigue la misma línea estética, añadiendo a la mezcla unas gotitas de Saw (James Wan, 2004) para incluir un tono herrumbroso y gore a todo el conjunto. En una de las primeras declaraciones de David Jaffe acerca del juego, éste dejó caer la posibilidad de suavizar el aspecto oscuro y tenebroso del título para rebajar así la calificación por edades y aumentar el espectro de público al que va dirigido. Afortunadamente al final no ha sido así. Twisted Metal PS3 no es un juego para todos los públicos, sino única y exclusivamente para mayores de edad, debido principalmente a su modo historia y a las secuencias de vídeo que contiene.

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Dichas secuencias de vídeo, que no son ni escenas CG ni han sido construidas con el motor gráfico del juego, sino rodadas con actores reales, sorprenden por su crudeza visual, mostrando cuellos degollados, cuerpos descabezados y menores de edad empuñando armas que no dudan en usar contra sus semejantes. Por supuesto, aquí no hay nada que no hayamos visto ya en el cine o en cualquier telediario de las tres de la tarde, aunque no han estado exentas de una polémica que, curiosamente, ha acabado teniendo consecuencias en el mercado europeo en lugar de en el norteamericano, el cual se suponía mucho más conservador en lo que a videojuegos para adultos se refiere. Y es que la férrea y siempre lamentable censura ha acabado cebándose con Twisted Metal en su llegada al viejo continente, viendo recortadas algunas de las escenas de estos vídeos así como modificado al menos uno de los elementos del juego propiamente dicho. Y todo a pesar de que la calificación PEGI del juego es +18. Seguramente el siempre conservador y cerrado mercado alemán ha tenido mucho que ver en esta censura, aunque no es de recibo que paguen justos por pecadores y haya tenido que ser la totalidad del mercado europeo la que sufra estos recortes.

No podemos comprobar de primera mano hasta dónde han llegado los tijeretazos (y nunca mejor dicho, tal y como podréis comprobar a continuación), dado que a la hora de redactar el presente análisis no hemos dispuesto de una versión USA para comparar, pero al menos ha trascendido que alcanzan a una de las primeras escenas de vídeo (en la que una chica clava unas tijeras a Sweet Tooth en la versión original, mientras en la europea no se ve absolutamente nada), así como al arma especial del vehículo Meat Wagon, la cual consiste en lanzar a un enfermo atado a una camilla repleta de explosivos, enfermo que pasa a ser un cadáver en la versión europea. Son cambios leves y que por supuesto en nada afectan a la jugabilidad; pero no deja de ser censura, y ésta siempre debe ser denunciada como lo que en realidad es: un individuo o grupo de individuos que, ejerciendo una potestad que ni ellos ni nadie debería jamás tener, deciden qué puede ver y qué no puede ver una persona adulta y perfectamente cabal. Lo peor de todo es que no es la primera vez que la censura se ceba con Twisted Metal. Ya pasó tanto en el primer título de la saga como en TM: Black, tal y como se pudo leer en un reportaje dedicado a la saga que publicamos en la revista un par de años atrás. Así, la historia, la lamentable historia, se repite por tercera vez.

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Dicho esto, sigamos con el juego. Twisted Metal PS3 se encuentra repleto de ofertas multijugador, dando así al fin rienda suelta y sin ninguna clase de traba a lo que desde un principio había sido la verdadera naturaleza de la franquicia. Afortunadamente no por ello se ha descuidado la parcela monojugador, siendo la modalidad estrella de esta vertiente un Modo Historia en el que se incluyen los vídeos rodados por actores reales anteriormente mencionados. Tanto Jaffe como su equipo de Eat Sleep Play han acabado decidiendo enfocar los esfuerzos a la hora de desarrollar el argumento del juego en un grupo reducido de personajes en lugar de en el amplio abanico visto en Twisted Metal anteriores, así que a lo largo del recorrido por el Modo Historia seremos testigos de las sombrías y retorcidas vivencias de Sweet Tooth, Mr. Grimm y Dollface, personajes familiares para los aficionados a la franquicia. Será aquí donde al fin conozcamos los orígenes de dichos caracteres. No revelaremos demasiado para no estropear sorpresas, pero sí diremos que la historia de Sweet Tooth acabará poniéndonos los pelos de punta, que la de Mr. Grimm hará esbozar una sonrisa a los aficionados a los cómics Marvel en general y al personaje del Motorista Fantasma (personaje en el que claramente se inspira Mr. Grimm) en particular, y que la de Dollface nos demostrará que los registros de locura alcanzados por el Joker (enemigo acérrimo de Batman) no son únicamente exclusivos de dicho personaje. Historias personales aparte, el hilo narrativo de Twisted Metal PS3 comienza con un concepto ya clásico en la franquicia: Un misterioso y oscuro personaje llamado Calypso organiza un torneo clandestino en el que los participantes, al volante de varios vehículos que no son otra cosa que mortíferos arsenales rodantes, deben matarse entre sí hasta que solo quede uno.

El premio para el vencedor es bien sencillo, pero no por ello menos deseable y codiciado: la consecución de un deseo, cualquier deseo que el superviviente quiera ver hecho realidad. Así, a lo largo de la historia deberemos superar diversos desafíos, los cuales no solo se reducen a matar al resto de competidores a los que nos enfrentamos. Con este Twisted Metal PS3 se ha buscado brindar más variedad a la clásica mecánica deathmatch de la saga, por lo que aunque siguen existiendo niveles en los que todo consistirá en eliminar a nuestros enemigos uno a uno, en otros deberemos participar en frenéticas y caóticas carreras cuyos trazados son marcados mediante checkpoints. También nos encontramos con escenarios en los que existe una zona delimitada y reducida que cambia constantemente de emplazamiento; encontrarse fuera de dicha zona producirá la activación de una cuenta atrás que, al finalizar, hará que perdamos salud de manera continuada, por lo que al frenesí del combate en sí hay que añadir una desenfrenada carrera de zona segura a zona segura mientras por el camino nuestros rivales hacen todo lo posible para que no lleguemos a nuestro destino.

También existe un coliseo (escenario clásico en la franquicia Twisted Metal) completamente remozado que se convierte en un enemigo más para nuestra supervivencia. Dicho estadio se encuentra repleto de trampas mortales como fosos de lava, rejillas eléctricas, apisonadoras, etc. También está salpicado por doquier de plataformas móviles y elevadores que hacen que la disposición cambie continuamente, por lo que tendremos que estar siempre pendientes del entorno si no queremos caer a las primeras de cambio. Existen otros elementos que no queremos mencionar aquí para no estropear la sorpresa, aunque sí nos detendremos en uno de ellos: los jefes finales. Entre los más viejos del lugar siempre se ha dicho que nadie ha sabido nunca crear mejores final bosses que Konami (la clásica Konami de antaño, no la que en la actualidad se arrastra sin pena ni gloria por la industria) y Treasure (formada por antiguos desarrolladores de la propia Konami). Pues bien, los que llevamos ya largo tiempo disfrutando de los juegos auspiciados por David Jaffe bien sabemos que el diseñador estadounidense puede y debe formar parte de este selecto grupo por méritos propios. Los final bosses de sus juegos (el primer God of War, que sentó cátedra para los siguientes, es buena prueba de ello) suelen ser duros, correosos, difíciles y sobre todo puñeteros, muy, muy puñeteros. Afortunadamente, Twisted Metal PS3 no es una excepción a esta norma. Puede que el enfrentamiento contra el primer final boss acabe siendo más fácil de lo que en un principio podría parecer, pero ya en el segundo las cosas se complicarán bastante, y acabaremos sudando sangre para tumbarlo aún en el nivel normal de dificultad.

Vaya por delante algo a tener muy en cuenta: Twisted Metal PS3 no es un juego fácil o accesible. El título destila jugabilidad de la vieja escuela por todos y cada uno de sus poros, así que aquí las concesiones de cara a la galería tan tristemente habituales hoy día como son la regeneración automática de salud, o los adversarios que se comportan como estúpidos patos de feria cuya única razón de existencia es la de ser abatidos por el jugador a placer, simplemente no existen. En los análisis del juego publicados en prensa extranjera se ha criticado duramente a la IA existente en la modalidad monojugador, enarbolando como principal razón para ello el hecho de que los contendientes tienden a ir a por nosotros en lugar de luchar también entre ellos. Sin embargo, esto se ha hecho así conscientemente. Ya era así en anteriores Twisted Metal, y debe ser así para que el recorrido por el Modo Historia no sea un camino de rosas como en cualquier Call of Duty al uso. En dicha clase de títulos, el Modo Historia no es más que un prescindible y artificial añadido cuya única finalidad es la de convertirse en un ligero y accesible tutorial antes de saltar a la modalidad online. En Twisted Metal PS3 esto no es así. La campaña tiene su propio peso e importancia dentro del juego, por lo que debe ser desafiante, dura e implacable. Para avanzar, deberemos luchar; para progresar, tendremos que ganarnos los galones con esfuerzo y tesón. Existen tres niveles de dificultad a elegir; ninguno de ellos es fácil (de hecho no existe un nivel de dificultad con dicha denominación), si bien en el nivel normal podremos avanzar con cierta regularidad a poco que nos esforcemos.

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A medida que progresamos en dicho Modo Historia podremos ir desbloqueando diversos vehículos y armamento. Para desbloquearlo todo deberemos completar el juego en los tres niveles de dificultad (y creednos, sobre todo en el último de ellos, el denominado Twisted, será todo un logro reservado únicamente a los maestros), consiguiendo además la totalidad de las medallas de oro en todas y cada una de las fases que los conforman. En definitiva, que tendremos juego para rato sin tan siquiera empezar a tocar la parcela multijugador del título. Si bien el personaje a controlar vendrá marcado por el devenir de la historia, la elección de vehículos (un principal y dos secundarios, siendo éstos últimos guardados en un garaje para echar mano de ellos cuando sea necesario) será libre en casi todo momento, así que nos corresponderá a nosotros elegir los que creamos más indicados para cada desafío. Una vez en combate, será esencial conocer a fondo los elaborados escenarios para así contar con más posibilidades de sobrevivir. Para recuperar la energía que los enemigos nos vayan arrebatando contaremos con tres vías: recolectar los clásicos ítems de salud dispuestos a lo largo y ancho del mapeado, subir a un camión tráiler que recorre el campo de batalla mientras luchamos, o acceder al garaje para cambiar de vehículo (el que dejemos en él recuperará salud de manera lenta pero constante hasta que volvamos a reclamarlo).

Esenciales para nuestra supervivencia son también los numerosos ítems de armamento que salpican cada escenario. Las profusas zonas ocultas y recovecos con los que cuentan los decorados nos ofrecerán los ítems más jugosos, y dedicaremos buena parte de nuestro tiempo a su recolección ya que gastaremos el arsenal a velocidad de vértigo para así tratar de mantener a raya a nuestros implacables adversarios. El sistema de control tampoco nos pondrá las cosas fáciles. Twisted Metal PS3 es un juego que cuenta con un sistema de control profundo y repleto de posibilidades, aunque esto es un arma de doble filo ya que para ello se usan todos y cada uno de los botones del pad, y ni aun así es suficiente ya que los programadores también han tenido que echar mano a combinaciones de botones para activar ciertas habilidades de nuestro vehículo, e incluso al largo tiempo olvidado sensor Sixaxis (¿alguien se acuerda de él?) para activar el impulso de turbo. Todo el que haya probado la demo del juego lo sabrá a ciencia cierta: enfrentarse a los controles de Twisted Metal PS3 es en principio un caos que ha acabado echando para atrás a muchos de los usuarios que probaron dicho adelanto del título.

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Se usan a fondo tanto ambos sticks como la cruceta; se explotan hasta más allá del límite tanto los cuatro botones frontales como el cuarteto de gatillos superiores; e incluso se reservan movimientos para los botones L3, R3 y el mencionado sensor Sixaxis. Hay que tener en cuenta que no ha habido más remedio que hacerlo así, ya que tenemos que controlar tanto el movimiento de nuestro vehículo (giro, salto, derrape…) como su velocidad, al mismo tiempo que accionamos armas principales, armas secundarias, técnicas ofensivas (como las minas o el rayo congelador) y defensivas (como el blindaje o el escudo absorbente), e incluso en algunos casos (como el del helicóptero Talon y la furgoneta de Sweet Tooth en su forma robótica) la ascensión, el descenso y el grado de inclinación. Por todo ello, Twisted Metal PS3 es un juego muy difícil de controlar. Pero, tal y como hemos dicho, nos encontramos ante un título que no brinda concesiones y facilidades artificiales al jugador para así mantenerlo sumiso y contento. Aquí, el sistema de control requerirá esfuerzo y dedicación por nuestra parte; pero ya que nada es dejado al libre arbitrio o ha sido puesto de forma accesoria, la práctica y perseverancia por nuestra parte harán que, tras el obligatorio periodo de adaptación, acabemos acostumbrándonos y sorprendiéndonos a nosotros mismos al pasar a controlar perfectamente tal abanico de posibilidades.

Los escenarios del juego merecen sin duda mención aparte. Son un total de 8 mapas los disponibles, a los cuales se han aplicado diversas variaciones que los convierten en 30 pistas diferentes. Los habituales a la franquicia Twisted Metal ya saben que no nos encontramos aquí ante los habituales mapas de batalla de cualquier título multijugador actual. Los escenarios de Twisted Metal PS3 son tan protagonistas de la acción como los propios combates al poseer un buen abanico de virtudes que hacen que sea todo un placer recorrerlos. En ellos encontramos zonas ocultas, multitud de elementos destruibles, trampas, peatones y vehículos civiles que entorpecerán nuestro recorrido, grandes abismos a los que podremos arrojar a nuestros adversarios (o ser arrojados por ellos), guiños tanto a TM anteriores como a elementos de la cultura pop y cinematográfica actual, áreas que cambiarán a medida que transcurren los combates… Todo se nos mostrará con un nivel de detalle digno de mención, notándose a la legua que nos encontramos ante un título exclusivo de PS3 gracias a los constantes efectos especiales y lumínicos que producirán nuestras armas (mención especial al humo, bastante conseguido en este juego), la velocidad a la que transcurrirá la acción y las constantes explosiones que surgirán por doquier. Todo esto siempre se nos mostrará a unos estables 30 frames por segundo, dejando a las claras la estabilidad del motor gráfico con el que se ha construido el apartado técnico del título.

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Centrándonos en la vertiente auditiva del juego, Twisted Metal PS3 cuenta con una banda sonora que, como el resto de elementos que lo conforman, es contundente, desenfrenada y en ocasiones demencial. Los temas instrumentales creados para el juego ascienden a la veintena, alcanzando una duración global de aproximadamente una hora. Además, el título incluye 16 temas licenciados provenientes de artistas como Rob Zombie, Judas Priest o Iggy Pop, que además de sentar como un guante a la temática del juego ponen el broche de oro a una banda sonora más que excelente. Eso sí, si dicha banda sonora acaba por no ser santo de vuestra devoción no hay problema, ya que el juego permite que usemos la música que tengamos grabada en la consola como trasfondo melódico. En cuanto a las voces, el juego se encuentra completamente localizado a nuestro idioma. Puede que muchos de vosotros planeéis haceros con la versión original norteamericana para así esquivar la absurda censura que ha sufrido Twisted Metal PS3 en su lanzamiento europeo, pero con ello os perderéis un doblaje al castellano simplemente soberbio en el que han tomado parte actores de intachable profesionalidad, entre los que destaca el gran Alfonso Vallés (eternamente idolatrado por los aficionados al videojuego gracias a su inolvidable trabajo como Solid Snake en el primer Metal Gear Solid) en el papel de Mr. Grimm.

Competición global Una vez desgranadas a conciencia las virtudes del Modo Historia de Twisted Metal PS3 (el cual por desgracia acaba haciéndose más breve de lo deseable, ya que deja con ganas de más), hay que añadir que la oferta monojugador del título también alcanza a un Modo Practica en el que podremos hacernos con los profundos controles del juego y un Modo Desafío en el que contaremos con la posibilidad de seleccionar a placer tanto el escenario de combate como la modalidad (Deathmatch o supervivencia), el número de contrincantes controlados por la IA que se enfrentarán a nosotros e incluso parámetros como la presencia del camión de salud o la aparición o desaparición de peatones y vehículos civiles en el escenario.

Y ahora, llega la hora del multijugador. Éste puede ser tanto local (4 jugadores máximo) como online para hasta 16 competidores, y abarca una amplia variedad de modos de juego entre los que se incluyen el clásico Deathmach (cómo no) tanto individual como por equipos, Cacería (todos los participantes deben perseguir a un único jugador; el que consiga abatirlo pasará a ser el nuevo objetivo del resto de jugadores) también individual y por equipos, Último Hombre en Pie y, el más original de la oferta, el Modo Nuke. Este último consiste en el enfrentamiento entre dos bandos, cada uno de los cuales posee un objetivo en forma de gigantesca estatua que debe ser defendido a toda costa. Para eliminar dicho objetivo, el bando contrario debe capturar al líder de la facción, llevarlo a su territorio y sacrificarlo ante un altar mecánico, el cual armará entonces un misil que será el que deberemos dirigir hacia el corazón del territorio rival para apuntarnos un tanto. Es con diferencia el modo más divertido dado que capta a la perfección el desenfreno, la locura y el desmadre que se le supone a un Twisted Metal, por lo que es también en el que encontraremos partidas que jugar con mayor facilidad.

Es precisamente al centrarnos en la infraestructura online propiamente dicha cuando entramos en terreno embarrado. Da igual la variedad de modos de juego o lo divertida que sea la modalidad multijugador de un título si a la hora de la verdad la conexión acaba haciendo aguas, ya sea a la hora de buscar una partida, al arrastrar un previsible lag en el desarrollo de la refriega o con incesantes e inesperadas desconexiones del servidor. No hemos tenido problemas a la hora de buscar partida y tampoco hemos intuido problemas de lag en el desarrollo de las contiendas. Lo que sí hemos sufrido, por desgracia, han sido desconexiones arbitrarias e inexplicables. Es un problema que el juego lleva arrastrando desde su lanzamiento el pasado 14 de febrero (hablamos de territorio norteamericano, en Europa el título no aparecerá hasta el 15 de marzo debido a las modificaciones censoras que hemos mencionado anteriormente), y desde Sony ya han asegurado que están trabajando en un parche para solucionarlo. Dicha solución aún no ha llegado, aunque es de esperar que, como ha sucedido en títulos como The King of Fighters XIII, acabe apareciendo tarde o temprano. Por lo tanto, aunque es nuestro deber dejar constancia de ello, no lo tendremos en cuenta a la hora de calcular la puntuación final del análisis.

8.7

Muy Bueno

Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.