Sin escapatoria

Para empezar, nos encontramos ante un cambio de género; pasamos de la aventura en tercera persona al shooter en primera persona. En general, la propuesta es correcta pero peca de una lentitud excesiva y de una falta de ritmo alarmante. Al principio nos despertamos en una especie de laberinto, aunque la presencia de las famosas enfermeras sin rostro nos hace pensar que estamos en un centro de atención médica. Nuestro único objetivo es escapar sorteando todo tipo de horrendas criaturas. Desde seres deformes a horribles mutantes; la galería de seres bizarros es bastante amplia.

El sistema de juego es muy sencillo; sólo tenemos que avanzar, encontrar los puntos débiles de los monstruos, eliminarlos y pasar a la siguiente sala. Y así durante toda la aventura, resultando demasiado reiterativo. Los escenarios, demasiado repetitivos, no ayudan a paliar esta sensación constante de caminar en círculos. Están correctamente diseñados y la ambientación es buena; pasillos con paredes ensangrentadas y pasillos desquiciantes. Pero muchas veces resulta frustrante y nada motivante. El apartado sonoro está a la altura de la saga, con melodías inquietantes y efectos de sonido terroríficos.

Los controles de Silent Hill: The Escape están bien implementados. Cualquier lugar que toquemos en la pantalla se convierte en un joystick virtual temporal. Si deslizamos el dedo hacia delante, avanzaremos; si lo hacemos hacia los lados, giraremos. Para apuntar y disparar tendremos que dar un toque en la pantalla. El único punto débil del control es el sistema de recargar el arma, resultando demasiado tosco. En los momentos más comprometidos no resulta muy útil, ya que tendremos que deslizar el cargador hacia la pistola, dejándonos a merced de nuestros enemigos.